Esposados

by - junio 26, 2013



¿Acaso Alice me odiaba? 

¿Por qué me hacía esto? 

¡Ella sabe cuánto odio a su hermano! 

¡Dios! Incluso solía ir a quejarme con ella cada vez que Cullen hacía algo estúpido. 

¿Cómo puede hacerme esto y poder dormir por las noches? 

Edward me matará en dos meses, quien sabe lo que me haga, aunque claro, no es que yo me vaya a quedar atrás; tal vez sería divertido molestar a Edward, pero se supone que pasaría las vacaciones con mi guapísimo novio Jacob. ¡Uh! Me había olvidado de Jacob, pero aún tenía tiempo, dijo que él terminaba sus clases dentro de un mes, en un mes podría buscar alguna forma de arrastrar a Alice hasta aquí para que me libere. Es suficiente tiempo, ¿no? 

Acéptalo, estás atrapada, no hay nada que puedas hacer. 

No, me contradije, debe haber alguna forma de liberarme del Señor Soy-Lo-Mejor-Del-Mundo. 

¡Pues, si en verdad quieres liberarte, corre a tu departamento y llama a Alice al celular antes de que se vaya en el avión! Me gritó esa molesta conciencia, aunque tenía razón. 

Me comencé a mover con rapidez a mi departamento, hasta que sentí un tirón de mi mano izquierda, logrando que impactara con el cuerpo de Edward. 

— ¡Auch! —me quejé, había olvidado que estaba esposada. Genial. 

—Muévete —dijo, el idiota insensible, rápidamente empujando mi cuerpo con brusquedad. 

— ¡Eres un estúpido! Debes ayudarme, no aventarme —grité, enojada. 

—Suerte con eso —replicó con sarcasmo, una mirada irónica iluminando sus ojos—, ¿por qué te ayudaría a ti? —dijo, señalándome despectivamente, de una manera casi ofensiva. 

— ¡Eres un jodido egocentrista! No entiendo qué es lo que las idiotas del instituto ven en ti. 

— ¿Celosa? 

— ¿En serio? ¿Piensas que pondré mis ojos sobre alguien que posiblemente logre contagiarme de herpes? —pregunté, viéndolo despectivamente y la ira flameo en su mirada. 

—No te atrevas a hablarme de ese modo. —Sí, se había enojado, al parecer había herido su gran ego, quizás de ese modo podría caber en una habitación. 

— ¿Herí tu ego? —pregunté sonriendo inocentemente—. Pobrecito de ti. 

Gruñó en respuesta y yo tuve que reprimir mi sonrisa de victoria. ¡Ja! ¡Toma esa Cullen! Y los marcadores: 

Swan: 1 Cullen: 0 

—En realidad no heriste mi ego —dijo, sonriendo—, es un alivio saber que te das cuenta que eres muy poca cosa para mí. —¡Ouch! Eso si había sido un golpe bajo, dañaría mi ego de por vida. Estuve por lanzarme encima de él, un golpe a su rostro no le haría mucho daño. ¡Contrólate! ¡Tienes que alcanzar a Alice o vas a tener que aguantarlo dos meses! Gritó mi mente y yo solté un bufido de frustración, algo muy poco femenino. 

Caminé, empujando a Edward por la espalda, pero no logré ni dos pasos cuando él se detuvo. ¡A este ritmo no iba a alcanzar a Alice! ¡Maldición! ¿Qué hice para merecer esto? Lloriqueé en mi mente. 

— ¡Camina! —gruñí, intentando empujarlo, pero no lograba moverlo ni un centímetro. 

— ¿Por qué te haría caso? 

— ¡Porque debemos ir a mi departamento para llamar a Alice y obligarla a que nos libere antes de que se vaya por dos meses! —grité desesperada y él enarco una ceja. 

— ¿Y porque no podemos ir a mí departamento? 

—Porque quiero ir al mío —contesté, sacando mi lado testarudo a flote. 

—Pues yo quiero ir al mío, y vamos a ir —dijo, levantándome y echándome a sus hombros como un saco de papas. 

— ¡Bájame ahora, idiota! 

El estúpido me ignoró y siguió caminando. Pero claro, yo no me iba a quedar así, de modo que cuando pasamos a un lado de un poste me aferré a él e inmediatamente Edward detuvo sus pasos al darse cuenta de que no podía seguir. Se volvió confundido y me observó agarrada al poste, enarcó una ceja. 

— ¿Qué crees que haces? 

—No me vas a mover a tu antojo Cullen —contesté, sin soltarme. 

—Muévete, no estoy para juegos. 

—Y yo tampoco, vamos a ir a mí departamento. 

—Vamos a ir al mío, supéralo y camina. 

—No —dije, testarudamente. 

—Pues yo digo que sí —sentí que me jalaba para separarme del poste y yo me aferré con más fuerza. 

— ¡Suéltalo, ya! —gritó, enojado. 

—No importa lo que hagas, no me soltaré hasta estar segura de me vamos a ir a mi departamento —dije con firmeza y él volvió a intentar separarme usando todas sus fuerzas, pero yo seguía pegada al poste sin la mínima intención de ceder. 

*Una hora más tarde* 

— ¡Está bien! Vamos a ir a tu departamento —dijo con frustración, no estaba acostumbrado a perder. 

— ¿Cómo sé que no estás mintiendo? —pregunté con cautela. 

— ¡Jodidamente! Si no te mueves voy a hacer lo que sea necesario para separarte de ese poste —dijo con voz amenazante y yo me estremecí. 

—Está bien, pero vamos a ir a mi departamento —dije señalándolo con mi dedo índice y él levantó las manos en señal de rendición, algo raro en él, bueno, tal vez se había cansado de luchar conmigo. 

Me separé del poste e inmediatamente sentí como me tomaba en brazos para lanzarme a sus hombros como lo hizo hace más de una hora, pero ahora alejándose todo lo posible de cualquier cosa de la que me pudiera sostener. Bufé. Había caído. 

Swan: 1 Cullen: 1 

Pero esto no se va a quedar así dijo mi maléfica conciencia y yo asentí con una sonrisa maligna dándole la razón. 

Después de lo que me parecieron horas me bajó de su espalda sin ninguna delicadeza, provocando que terminara en el suelo, pero al parecer el estúpido no recordaba que seguíamos esposados porque mi mano jaló la suya y cayó a mi lado. Idiota. Me levanté del suelo con dificultad. 

— ¡Levántate! ¡Ya perdimos mucho tiempo! ¡No puedo pasar dos meses contigo! Lo juro, Cullen, patearé tu jodido trasero tan malditamente si no logramos salir de esto. 

—Sí, como si yo lo estuviera festejando —replicó con sarcasmo, pero se levantó del suelo con un movimiento rápido y ágil que me hizo querer tumbarlo de nuevo. Presumido. 

Corrí a su teléfono y marqué el conocido número de mi traidora amiga, sonó dos veces y una voz conocida contesto. 

— ¿Diga? 

— ¡En que pensabas cuando me esposaste con tu hermano! —grité enfurecida. 

— ¡Ah! Bella, te tardaste mucho en llamar —murmuró, pensativa. Casi pude imaginarla acariciando su barbilla en concentración. 

— ¡Alice! ¡No me puedes dejar esposada a tu hermano por dos meses! —grité, pero ella me ignoró. 

— ¡Bella! ¡No sabes lo feliz que estoy! Voy a estar dos meses con Jazz en Hawái —chilló emocionada, su aguda voz casi rompiendo mis tímpanos. 

— ¡No me estas escuchando! —grité, sentía mis fosas nasales ampliarse con mi rápida respiración—. ¡Quiero que vengas y nos quites estas malditas esposas, ahora! 

—Me tengo que ir, ¡te quiero! —dijo rápidamente y cortó la llamada. 

Me quedé observando el teléfono, fulminándolo con la mirada, ¡me había ignorado! Y después había cortado la llamada ignorándome por completo en todo momento además, tendría que estar con el estúpido, egocéntrico y niño mimado de Edward Cullen. Era definitivo, Alice Cullen, acabas de firmar tu sentencia de muerte. 

Maldije bajo mi aliento. Mis manos hormigueaban por golpear algo. 

Me senté en la cama y cerré mis manos en puños tratando de mitigar mi enojo, podía intentar convencer a Edward de viajar a Hawái y buscar a Alice, pero eso era casi imposible, nunca aceptaría hacerlo, ¿por qué? Simple, porque yo se lo pediría. 

Parecía que el idiota todavía no se daba cuenta de la magnitud del problema. Mis pensamientos inmediatamente fueron justificados por Edward, que permanecía a mi lado con el teléfono celular firmemente presionado contra su oído. 

—No, cariño… no… —su expresión se ilumino con lujuria y casi devolví mi almuerzo—. ¿Así que estás enferma?... uh, ¿y en dónde te duele? —gimió— …estaré ahí para cuidar de ti… ¿Cómo puedes pensar eso? Está bien… sí… estaré ahí —dijo al teléfono. 

No era difícil deducir que estaba hablando con una de sus putas, ¿Con quién más si no? ¡Por Dios! Era Edward Cullen, el hombre más idiota que se creía la gran cosa y en verdad era una auténtica mierda, sonreí a mis pensamientos. 

Después de esperar alrededor de treinta y cinco minutos cortó la llamada y me dirigió una mirada rara, ahora en que mierda me había metido ese idiota. 

—Bella, cariño —comenzó, con voz empalagosamente dulce. 

Hice un gesto de asco, sentí las arcadas comenzar. 

—Ahórrate los cumplidos Cullen y dime qué quieres —le dije enojada, interrumpiéndolo. 

—Nos vamos a un antro —me estudió con el ceño fruncido—. Cámbiate. Y hazlo rápido, no tengo tiempo para esto —ordenó con un movimiento de mano hacia mí. 

Lo mire incrédula, ¿en verdad creía que me iba a ordenar y yo iba a obedecer como todas sus zorras? 

— ¿Y qué te hace pensar que me voy a mover de este lugar? —inquirí. 

—Bueno, es una deducción —contestó con tono casual—. A menos que quieras que repita el viaje que tuvimos para llegar hasta aquí. 

—Ni se te ocurra o te joderé por el resto de mi vida —le amenacé señalándolo con mi dedo índice. 

—Eso depende de ti, linda —me miró lascivamente y sonrió—. Podría considerar darte una oportunidad. 

Puse los ojos en blanco e hice otra mueca al escucharlo llamarme de ese modo, ¡asco! Ya imagino a cuantas crédulas les habrá dicho eso. 

Decidí hacerle todo más difícil y me negué a moverme de mi lugar, soltó un suspiro y me tomo en brazos para cargarme del mismo modo en que había hecho para traerme hasta aquí, no se imaginaba lo que le costaría esto. 

Caminó hasta el elevador y estaba un chico muy guapo dentro, era rubio, de ojos azul brillante y una sonrisa coqueta, sonreí. 

— ¡Ayuda! —grité—. ¡Me secuestran! ¡Por favor! ¡Ayuda! ¡Alguien que me ayude! —decidí darle una oportunidad a las clases de teatro que Reneé me había obligado a tomar, fingiendo derramar lágrimas y casi desmallarme en los brazos de Edward. 

Muy bien, tal vez le puse demasiada crema a mis tacos. 

—Cállate —masculló Edward—. ¿Qué diablos haces? 

—La venganza es dulce —susurré en su oído. 

Me di cuenta que el chico rubio ya caminaba hasta nosotros sin que Edward se percatara de ello, me sonrió cuando paso a mi lado y se detuvo frente a Edward. 

—Suéltala —dijo con voz fría. 

Sus ojos preocupados fijos en mí, casi me hicieron arrepentirme. Edward se sorprendió y enojó por el tono de voz con el que le habló el chico guapo. 

— ¿La conoces? Dame una buena razón por la que deba hacerlo —espetó. 

El chico apretó los puños y se volvió a verme, lo mire suplicante y con los labios articulé un "ayúdame". Se volvió enojado hacia Edward y le soltó un golpe en la cara que definitivamente no esperaba, pero unos segundos más tarde el chico rubio tenía un golpe en el ojo. 

Edward aprovechó eso y me arrastro hasta el elevador, me preocupé por el chico momentáneamente pero cuando me volví a mirar a Edward y lo vi sobando su cara no pude evitar estallar en una sonora carcajada, eso lo enseñaría a no meterse conmigo. 

Swan: 2 Cullen: 1 

Edward me miró lanzándome dagas con los ojos, me habría matado si hubiera podido, estoy segura, pero se lo merecía, nunca debió de haberme tratado de ese modo. 

—Eso te enseñará a no meterte conmigo, Cullen —dije con una mirada furiosa—, yo no soy el juguete de nadie. 

Y con eso me silencié, ignorándolo lo mejor que pude. 

Nos subimos a su Volvo plateado, pero… nos fue imposible ir en él, ya que Edward no podía manejar estando esposado conmigo. Terminamos en un taxi. Bufé. ¿Es que algo peor podría pasar? El tipo del taxi me lanzaba miradas lascivas, era asqueroso, ¡podría ser mi padre! Cuando aparcó frente al antro salí del auto arrastrando a Edward. 

Observé el antro frente a mí, la pasaría bien hoy, estaba segura de eso, creo que estar aquí nos traería diversión. Conocía el lugar a la perfección, aquí veníamos Alice y yo cada semana y éramos conocidas por todos, no sería difícil entrar. 

Me encaminé hacia la entrada, cuando sentí una presión en mi mano izquierda, al parecer nunca me iba a acostumbraría a estar esposada. Gruñí. 

Me volví a ver a Edward enarcando una ceja. 

— ¿No piensas entrar? 

—Espero a alguien —respondió con indiferencia. 

Suspiré, tendría que buscar alguien con quien entrar para poder divertirme, ya que si Edward tenía pareja, yo no me podría divertir molestándolo. Divisé un guapo chico rubio de ojos color gris que estaba buenísimo. Me miró y le sonreí sensualmente. 

Se acercó a mi lado sonriendo. Bien, ya tenía con quien pasar la noche; recé porque no fuera uno de los chicos que les gustara follar en la pista de baile. 

—Hola linda —me saludó, besando mi mejilla. Su lengua haciendo contacto ligeramente con mi piel. Excitante. 

—Hola —saludé sonriendo. 

— ¿Estás sola? Tal vez me podrías hacer el honor de acompañarme esta noche. 

Mi sonrisa se amplió. 

— ¿No te importa que sea una cita doble? Vengo con… un amigo. 

Su marida se dirigió a Edward que estaba a mi lado, después regresó en un minucioso escaneo que envió por mi cuerpo temblores de placer. Sonrió y guiñó un ojo. 

—Para nada. 

Comenzamos a hablar de idioteces sin sentido mientras esperábamos a la chica que estaría con Cullen esta noche, era un hombre divertido y sin duda, muy atractivo. Después de quince minutos se acercó una chica rubia con una blusa ajustada que parecía querer vomitar sus tetas y se lanzó a besar a Edward. 

—Ella es Tanya —nos presentó Edward, acariciando la piel expuesta de la rubia. 

—Soy Bella —la saludé con un movimiento de cabeza. 

—Alex, mucho gusto —dijo Alex a mi lado, mirándola solo unos segundos antes de regresar su atención de a mí. 

Sonreí más ampliamente por eso. 

Entramos al antro juntos. Alex mantenía un brazo rodeando mi cintura y Tanya se colgaba del cuello de Edward, lamentablemente tendríamos que estar los cuatro juntos porque las tontas esposas nos obligaban a que fuera de ese modo. Edward nos ignoraba y se dedicaba a besar a Tanya, bueno, por mí mejor. 

Para mi gran vergüenza Alex me preguntó por qué estábamos esposados Edward y yo, tuve que contarle toda la historia, cómo mi traicionera amiga me había hecho esto, por alguna razón el me daba confianza, se rió cuando escuchó la historia. 

Platicamos mucho tiempo, definitivamente este chico me agradaba, si algún día terminaba con Jacob lo buscaría a él, la química sexual entre nosotros no hacía falta, casi parecía vibrar mi cuerpo con su cercanía. Tomé demasiado whisky y después del octavo vaso sentí que mi cuerpo se movía por sí solo, así que solo me dejé llevar, esperaba no hacer ninguna tontería.

You May Also Like

0 comentarios