by - marzo 19, 2015

2

"Decisiones"



La cabeza me daba vueltas y parecía que me derrumbaría de un momento a otro.

El dolor que había sentido al despertar en el almacén parecía amplificado a la décima potencia y no podía soportar el insufrible dolor.

Sentada ahora sobre una cama individual en el departamento que Dean compartía con su mejor amigo Connor, todo pareció asentarse en mi cabeza y los sentimientos parecían querer asfixiarme. La música ruidosa desde la pequeña sala resonaba en mi cabeza como si sufriera resaca. Escuché las risas femeninas y horas más tarde los gemidos ahogados. Connor y Dean la pasaban bien.

Bajé la cabeza y cerré los ojos con fuerza. La mirada vacía en los ojos de Sophie repentinamente apareció frente a mí. Los abrí rápidamente, sobresaltada. Sollocé y corrí a la ventana del apartamento —agradeciendo que perteneciera al primer piso—, la habitación comenzaba a moverse y sentí que me caía. Me aferré al marco de la ventana hasta que sentí mis manos arder. ¿Cómo podría ver a sus padres a los ojos ahora? Después de que murió frente a mis ojos.

Mi cabeza palpitó dolorosamente cuando llegué a la ventana de la habitación, dispuesta a marcharme, pero mi visión comenzaba a hacerse borrosa nuevamente y todo se desvaneció a mí alrededor.

.

—No voy a cuidarla, la llevaré a su casa— replicó una voz enfurecida—. Eso es todo de mi parte. No prometí nada más. Ya me estoy arrepintiendo de haber aceptado llevarla.

Gruñí a los murmullos alrededor de mí y me senté rápidamente cuando no reconocí las voces ahuyentando mi sueño. Levanté la mirada al par de hombres frente a mí. Un rubio con músculos delgados y rostro varonil, con hermosos ojos grises, me miraba con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre su pecho. A su lado y frente a mí estaba un hombre de cabello oscuro con músculos masivos, quizás pasaba horas en el gimnasio, porque de otro modo jamás lograría la perfección de esos músculos, como lo son ahora. Sus brillantes ojos azules siguieron mis movimientos como si fuese algún animal peligroso mientras el rubio detrás suspiraba con exasperación.

Los miré. Esperando que explicaran lo que hacían en mi habitación. Gritaría a papá por ayuda si no salían en cinco minutos.

Extendí la mano hacia mi mesita de noche en donde guardaba un gas pimienta. Mi mano cayó flácidamente cuando no hubo más que aire.

Mi estómago se revolvió cuando mirando de reojo los estantes gigantes de CD y DVD me llamaron la atención. Las paredes estaban pintadas de un suave color arena y un pequeño refrigerador estaba en una esquina. Un sillón mullido al lado de la ventana grande con vidrios perfectamente limpios. Miré debajo de mí a la grande cama King Size con colchas negras.

Salté fuera de ella retrocediendo hasta que mi espalda chocó contra la pared.

Extendí una mano en advertencia cuando el hombre de cabello oscuro se volvió hacia mí, sus ojos azules eran tan fríos que me hicieron temblar.

—No te acerques— ordené.

Un recuerdo fugaz de él apareció en mi mente y después pareció como si alguien hubiese abierto la puerta a mis recuerdos. Sophie y yo caminando hacia el centro comercial. Los hombres que nos habían atrapado. El almacén abandonado. Me senté en el suelo sin fuerzas cuando la muerte de Sophie se reprodujo en mi cabeza. Miré al hombre frente a mí. Una asesino a sueldo, y yo casi le había rogado para poder ir con él.

Las lágrimas se deslizaron por mi rostro. Golpeé mis puños contra el suelo con fuerza, hasta que comenzaron a sangrar. No podía ser posible, simplemente ella no se podía haber ido. Era la hermana que siempre había necesitado. La que me había ayudado cada vez que me rompía. ¿Cómo podría seguir ahora sin ella?

Dean se acercó y golpeé su torso cuando me tomó en un intento de impedir mis golpes. Pataleé y volviendo el rostro escupí en su cara.

— ¡Pueden joderte Dean Sutton!

Me alejé de él tanto como pude cuando sus brazos me dejaron caer al suelo, levantándome con rapidez y tomando tanta distancia como me era posible. Me miró con furia contenida mientras limpiaba su rostro. Sus ojos brillaron.

—Yo no te pedí que vinieras conmigo, rubia. Si acepté traerte es porque mirarte rogarme me pareció realmente patético. Sentí la suficiente lástima para traerte. No me obligues a echarte.

Me acerqué y le propiné una bofetada. Simplemente no permitiría que me hablara de ese modo, aunque fuera cierto. Yo ni siquiera alcanzaba a comprender porque había actuado de esa manera y él no tenía derecho a hablarme así. Sus ojos ardieron en llamas y Connor me tomó desde atrás para alejarme de él. Dean tiró una lámpara de apariencia costosa, lanzándola hacia la pared del otro lado de la habitación.

— ¡Te quiero fuera de mi departamento, ahora!

—No tienes que pedirlo dos veces— aseguré.

Golpeé a Connor con mi codo justo en su estómago cuando se negó a soltarme. Se dobló, sosteniéndose y aspirando aire con fuerza.

Bajé corriendo los escasos escalones en el pórtico y corrí hasta un parque cercano. No sabía qué había ocurrido conmigo el día anterior para lanzarme contra Dean como perra en celo, e ignorar que había matado a Sophie… los recuerdos eran tan borrosos que parecían más un sueño retorcido a algo que realmente había sucedido.

Me acurruqué en una banca y lloré por lo que parecieron horas.

Sophie había sido asesinada, nos habían traído a Londres y ni siquiera sabía por qué. Lloré con más fuerza cuando pensé en mi mamá, papá y hermano. No sabrían qué había ocurrido conmigo y probablemente nunca me encontrarían. Solíamos pasar días sin comer, no tendrían el suficiente recurso económico para encontrarme.

Anhelé poder haberme despedido de ellos antes, porque lo más seguro es que nunca los vería de nuevo.

Miré el parque mientras sentada en esa banca pensaba en lo que haría a partir de ese momento. No tenía dinero en mis bolsillos. No había manera en que consiguiera comida o ropa, además del suéter azul oscuro ajustado y deslavado —no ajustado de manera moderna, los agujeros en él eran prueba de ello—, las botas viejas y mis jeans sucios, no había otra cosa que pudiera ocupar. El ocaso comenzó su descenso y me froté los brazos con fuerza cuando un viento frío sopló.

Los pasos detrás de mí me alertaron e inmediatamente estuve de pie, hojeando las diferentes técnicas de defensa que mi padre me había obligado a aprender.

Connor levantó ambas manos y se sentó en la banca mirándome detenidamente, como si esperase que me lanzara contra él. Miré hacia abajo —hacia la banca en la que estaba sentado— y tomé otro paso hacia atrás.

— ¿Qué haces aquí?— mi voz era ronca a causa de mi garganta seca, pero él pareció captar el tono irritado.

Se apartó un poco de mí y casi sonreí, pero el rostro de Sophie se interpuso. El ceño en mi rostro volvió a fruncirse.

—Quiero ayudarte, Allison.

Lo miré.

—No veo cómo puedes hacerlo, pero gracias por la preocupación— contesté, ondeando la mano en una invitación para que se fuera.

—Sé que Dean es un idiota la mayoría de las veces…—enarqué las cejas, no conocía a Dean bien, pero podría decir que eso era mentira. Él sonrió—, muy bien, siempre lo es. Pero si él te prometió que te llevaría a casa, lo hará.

Negué y apoyé mi peso en mi pierna izquierda.

—Bueno, yo no quiero su ayuda.

Connor levantó las manos con exasperación y yo salté hacia atrás, tomando una pose defensiva inmediatamente.

—Calma, pequeña— su voz subió varias octavas por el desconcierto, continuando cuando notó que no abandonaría mi posición de defensa—. Sólo digo que no hay otra manera en que logres regresar a América.

Me erguí nuevamente y lo miré fijamente, esperando que se riera y afirmara que bromeaba, no había razón alguna para que intentara ayudarme.

—No confío en Dean— tragué con fuerza cuando los ojos opacos de Sophie me atormentaron—. Mató a mi mejor amiga frente a mí, yo… no puedo mirarlo.

Connor asintió imperturbable, como si el afirmar que Dean había matado a alguien fuera cosa de todos los días, lo que, considerando su trabajo… probablemente era cierto. Esa nueva epifanía sólo logró reafirmar mi decisión. Su mirada se llenó de comprensión.

—No permitas que eso te impida regresar a tu hogar. Sophie murió. Tú sigues con vida. Y creo que de haber estado ella en tú lugar habrías querido que regresara a casa a salvo sin importar quién la ayudase.

Sorbí mi nariz cuando pensé en lo que ella me diría y asentí en acuerdo.

Si los papeles se habrían invertido yo habría estado feliz de saber que Sophie regresa sana y salva a casa sin importar con quién; no me habría importado si era mi asesino o un rico empresario mientras ella estuviera bien. Y sé que ella pensaría igual. Mis ojos se llenaron de lágrimas y me dejé caer en el mojado pasto verde del parque. Connor se levantó y yo lo miré con desconfianza cuando caminó hacia mí. Él retrocedió y se sentó en el pasto a unos cuantos metros de distancia.

—Es que… ella era la persona que siempre estaba allí para mí— hipé y arranqué el pasto verde compulsivamente—, era… mi mejor amiga, mi hermana; la manera en que siempre me apoyaba y podíamos hablar de cualquier cosa…

Una lágrima cayó sobre mi mano.

Connor me ofreció una pequeña sonrisa.

—Va a estar bien Allison— prometió—. En algún momento lo superarás, y ella va a estar feliz porque podrás recordarla nuevamente sin dolor.

Asentí y sorbí mi nariz una vez más. Bajé la mirada a mis palmas.

— ¿Por qué… por qué no puedo recordar con claridad lo que pasó ayer?— pregunté, con furia corriendo por mis venas cuando recordé mis pensamientos hacia Dean.

Me cortaría un brazo antes de admitir en voz alta que él era atractivo de alguna manera. El hombre lo era, es cierto, pero no sería la que aumentaría su ego más recordándoselo; tampoco podía ir por el mundo matando gente… ¿es que sus padres no le enseñaron nada?

Levanté la mirada para ver a Connor haciendo una mueca. Esperé pacientemente por su respuesta.

—Cuando las trajeron a Londres debieron suministrarles demasiada escopolamina. Quizás les administraban periódicamente en el avión para evitar que despertasen— sacudió la cabeza con exasperación—. Eso es sumamente peligroso. No puedo imaginar qué tanta droga habrán metido en tu cuerpo para que todavía hasta hace unas horas te siguiera afectando.

Sentí mi cara enrojecer y furia corrió por mis venas, bajé la mirada una vez más, escondiendo mi rostro detrás de mis largos mechones rubio platino que mi mamá tanto amaba. Esperé que Dean no haya hablado con Connor sobre como prácticamente babeaba sobre él ayer. No tenía control en mis acciones, no era mi culpa. Sentí mi sangre caliente conforme mi enojo aumentaba. No dudaba que casi me intoxicaran con drogas… no estaban muy felices conmigo cuando había salido corriendo a pesar de sus advertencias.

—Así que… ¿sólo vine con Dean porque estaba demasiado drogada para controlar mis acciones?— confirmé.

Miré a Connor entre mi cabello, él me estudiaba con curiosidad, quizás preguntándose por qué mi necesidad de profundizar tanto en el tema.

Asintió lentamente, como si esperase que de ese modo lo comprendiera completamente.

Suspiré y él rió al ver mi cara de alivió.

—Lo siento. Comenzaba a sentirme como una pésima amiga traicionera— expliqué.

Connor sonrió con comprensión y negó con la cabeza firmemente.

—Estabas tan drogada que dudo que recuerdes claramente lo que sucedió.

Él tenía razón.

Pequeñas piezas fragmentadas aparecían. Las más importantes, supuse. Cómo la muerte de Sophie, nuestro secuestro antes de llegar al centro comercial y el treparme en la motocicleta con Dean. Lo demás eran recuerdos borrosos.

Las palabras de Dean regresaron a mi mente fugazmente:

“Yo no te pedí que vinieras conmigo, rubia. Si acepté traerte es porque mirarte rogarme me pareció realmente patético. Sentí la suficiente lástima para traerte. No me obligues a echarte.”

Quise abofetearme y luego abofetear a los que me intoxicaron con drogas por hacerme esto. No podía saber si realmente le había rogado a Dean para ir con él y preguntarle a Connor era demasiado vergonzoso. Me convencí de que Dean exageraba la situación, la opción de que fuera cierto era simplemente demasiado para mí.

—Entonces, ¿aceptarás permitir que Dean te lleve de regreso a Detroit?

Lo miré con desconfianza y el ceño fruncido en mi rostro.

—Si él iba a llevarme a casa, ¿por qué estaba dormida en su apartamento? ¿No tendríamos que estar viajando a Detroit en este momento?

Connor suspiró y asintió en acuerdo. Abracé mis piernas contra mi pecho y lo miré, a la espera de una detallada y realista explicación.

—Estaban en el departamento porque Dean tiene que terminar con algunos encargos pendientes— me miró atentamente y continuó con cuidado—, tú sabes, con su trabajo… ciertamente no tiene muchos días de descanso, él va a iniciar un viaje por la mañana a algunos lugares de Europa; el plan era que te llevaría a Detroit después de ello— pausó unos segundos—, además de que estuviste desmayada por un día a causa de tu sobre dosis de drogas.

Mi estómago se revolvió y creí que vomitaría en ese momento. Encargos. Por supuesto que Dean estaría lleno de trabajo, matar era un trabajo sucio e imaginé que la mayoría pagaría a alguien más para que se encargase de ello.

Hice una mueca de horror cuando comprendí que si Dean planeaba llevarme a Detroit y él tenía que viajar por su trabajo, obviamente me llevaría con él.

— ¿Él planeaba llevarme? ¿Nunca se le ocurrió pensar que tal vez yo no soportaría ver a gente morir frente a mí?— pregunté acusadoramente a Connor.

Me miró avergonzado.

—Era la única forma en que podría llevarte de regreso.

Negué firmemente con la cabeza al saber los detalles de aceptar viajar con Dean. Además de que mató a mi mejor amiga, ¿tendría que ver como mata a más personas?

—No hay manera en que acepte que me llevé.

Connor frunció los labios como si pensara en ello un momento.

—Está bien. Puedes quedarte en el hotel en que se estén hospedando mientras Dean sale a terminar con lo que tiene que hacer. Regresas a casa y todo termina bien.

—De ninguna manera— rebatí.

Connor dejó escapar un profundo suspiro.

—Tienes la oportunidad de regresar a casa, Allison. Probablemente la única oportunidad que vas a tener— su voz descendió hasta parecer un ruego—. No la desaproveches. Piensa en tu familia, en cómo deben de estarse sintiendo, preguntándose por ti, esperándote.

Lo miré detenidamente cuando sus ojos se opacaron y supe que detrás de su discurso había algo más personal, ¿qué había ocurrido con Connor para que sintiera que tenía el deber de apoyarme? Mordí mi labio inferior y consideré preguntárselo, pero decidí que parecía ser algo demasiado personal para él —demasiado doloroso— cómo para exigirle que me lo explicara, después de todo, sólo me conocía de unas cuantas horas y debería estar agradecida por el hecho de que quiere ayudarme. Sería una historia para otro día.

Me tomé unos minutos para sospesar todo lo que habíamos hablado en lo que parecían ser horas.

Podía regresar, no tendría que sufrir por la pérdida de mi familia también, sé que ellos estarían preocupados y probablemente considerando organizar un funeral en mi honor, les ahorraría el dolor de nunca haber sabido qué pasó conmigo, por qué nunca más regresé a casa, regresaría a ellos… pero tendría que viajar con Dean: el asesino de mi mejor amiga. ¿Podía realmente hacerle esto a ella?

Sé que probablemente Sophie me diría algo parecido a: “No seas boba Ally, lo más importante es que estés bien.”

Pero iba más allá de eso… había matado a Sophie y haciendo de lado mis lazos fraternales con ella, la simple acción era suficiente para pensar lo peor de él, aún si hubiera sido una persona que no conocía no era correcto. Sin embargo mi familia estaría tan devastada…

Levanté la mirada y Connor esperó con paciencia mi respuesta.

—No confío en Dean, no me ha dado ninguna razón para hacerlo— lo miré detenidamente—. De modo que si acepto viajar con él, quiero que tú vengas con nosotros. No iré a ningún lugar si tú no vienes.

La mirada sorprendida en el rostro de Connor fue suficiente para hacerme saber que él no esperaba aquello.

Es cierto, Dean no era de mi confianza… pero Connor no había hecho más que preocuparse por mí y no había dado ninguna razón para pensar que no es digno de confianza. Si era mi única opción para salir de Londres, la única manera en que la tomaría era si Connor nos acompañaba. No pensaba viajar con Dean a solas.

Connor asintió finalmente.

—Tenemos un trato. Ahora regresemos al departamento, la noche comienza a enfriar.

Me eché hacia atrás cuando Connor me ofreció su mano para poder levantarme.

—Realmente apreciaría que mantuvieras la distancia— dije, mirando su mano extendida como si me ofreciera droga.

Dejó caer su mano y asintió, dando un paso hacia atrás y esperando que me levantara.

Caminé a su lado con unos cuantos centímetros de distancia, cuidando no tocarlo. Era cierto, no me había dado una razón para desconfiar en él, pero eso no significaba que me lanzaría en sus brazos como había hecho con Dean mientras estaba drogada.

Mientras miraba el enorme edificio de departamentos recordé una pregunta de suma importancia que no había hecho.

— ¿Tú sabes por qué estábamos Sophie y yo retenidas? ¿Por qué nos trajeron hasta Londres o por qué ordenaron a Dean que nos mataran? ¿Y por qué no me mató a mí?

Connor me miró de reojo antes de abrir la puerta del apartamento.

—No creo que sea correcto que yo te responda ésas preguntas. Eso le concierne a Dean, si quieres saberlo, deberías preguntárselo a él.

Fruncí los labios. Tendría suerte si lo saludaba por las mañanas, por supuesto que no le preguntaría.

—Pero…

Las palabras de protesta murieron en mi garganta cuando vi a Dean doblar la esquina con llaves en su mano derecha mientras que en la izquierda sostenía una chaqueta negra de cuero. Me detuve detrás de Connor. Tuve que abstenerme de fulminarlo con la mirada, viviría con él por las próximas semanas. Lo odiaba. Lo odiaba tanto por lo que había hecho. Tal vez ni siquiera los saludos cordiales serían necesarios. No creía poder ser capaz de verlo a la cara.

—Creí que no volverías a mi apartamento— se burló, mientras encendía un cigarrillo.

Apreté los puños para evitar abofetearlo otra vez.

—No tenía otra opción. Y si estoy aquí es sólo por Connor, no te tomes atribuciones que no te pertenecen.

Dean sonrió. La pequeña sonrisa maliciosa en sus carnosos labios masculinos me hizo querer golpearlo a muerte.

Connor se adelantó rápidamente.

— ¿Vas a salir, Dean?

La mirada de Dean estuvo fija sobre él inmediatamente, cortando lo que sea que iba a decir y que probablemente habría dado paso a otra pelea. Enarcó una ceja y exhaló lentamente el humo.

—Regreso en unas horas.

Me miró una última vez, sus ojos fríos e indiferentes casi parecían querer echarme a patadas en ese momento. Le sostuve la mirada. No dejaría que me intimidara, era él quien debía sentirse mal aquí, no yo.

Una sonrisa ladina se dibujó en sus labios —una que prometía peligro—, antes de que apartara la mirada y saliera por la puerta con un portazo ruidoso.

Sería un viaje interesante.

You May Also Like

0 comentarios