by - marzo 19, 2015

3

"Viaje en motocicleta"



Me moví por sexta vez en la cama.

Volviendo mi cuerpo en posición fetal ahuequé mi rostro entre mis manos y miré la luna plateada a través de la ventana. Había logrado conciliar alrededor de dos horas de sueño en toda la noche después de que Connor me dejara en la habitación de invitados y tomara un largo baño caliente que sólo sirvió para que más recuerdos me atormentaran. Cada vez que mi mente se adormecía y entraba en el mundo de los sueños, el rostro pálido y ojos opacos de Sophie aparecían con su cuerpo frío en medio de un charco de sangre espesa.

Parecía que el recuerdo me perseguiría y no me dejaría olvidarlo nunca. Quise vomitar y quemar cada uno de mis recuerdos para no tener que mirarla detrás de mis parpados cada vez que cerrara los ojos, parecía que los recuerdos buenos que había conservado de ella habían sido eliminados de mi memoria, porque no podía más que verla muerta.

Había escuchado el ruidoso regresar de Dean alrededor de las 4:30am. y desde entonces dormir me había sido aún más imposible de lograr.

Moví mi cuerpo y me recosté sobre mi espalda suspirando cuando el reloj de mesa marcó las 8:26am. Era imposible, no había manera en que lograra dormirme ahora, además de que nuestro viaje comenzaría pronto.

Me levanté de la cama y arrastre los pies hasta el baño.

Un par de ojos azul grisáceo me regresaron la mirada desde el espejo, mi piel bronceada estaba marcada con moretones y cortes; eché hacia atrás mi cabello rubio platino y me incliné más cerca del espejo. Había dos circulares marcas rojizas en mi frente y sien derecha, como también un par de cortes superficiales en mi mejilla y labio inferior.

Para mi mala suerte, mi piel es de las que se marcan fácilmente y son difíciles de sanar. Probablemente las magulladuras en mi rostro tardarían semanas en desaparecer.

Mojé mi rostro e ignoré mis ojos rojos y las ojeras debajo de ellos; consecuencia de mi noche de insomnio.

Bostecé mientras entraba a la cocina y frotaba mis ojos en un intento por despertar completamente, porque aunque no había dormido realmente, mi mente parecía ligeramente aturdida.

Me detuve en seco cuando vi a Dean sentado en la pequeña mesa con una taza de café. Mi mirada cayó sobre su pecho desnudo, los músculos se marcaban como si cada uno hubiese sido moldeado para la perfección. Sus bíceps se contrajeron cuando levanto su grueso brazo hasta llevar la taza a sus labios.

Retrocedí ocasionando un estruendo al chocar con el sillón de la sala y provocar que el control remoto cayera al suelo. Dean levantó la mirada y sus ojos azules fríos me recordaron la razón por la que lo odiaba cuando en su lugar los ojos vacíos de Sophie los reemplazaron.

Me di la vuelta y la voz baja de Dean me detuvo.

—Realmente no tienes que correr cada vez que me ves. No muerdo, rubia.

Lo miré de reojo y me estremecí cuando su mirada me estudio de arriba abajo. Me molestó que él lograra verse tan bien con sólo unas horas de sueño, cuando yo me veía como un muerto viviente. Su oscuro cabello desordenado era sexy, hacían mis manos picar por pasar los dedos por sus mechones.

—No. Tu matas—repliqué con voz dura.

Quise abofetearme, porque aunque era la amarga verdad, incluso yo sabía que esta vez había ido demasiado lejos. Sin embargo, su mirada permanecía fija en mi ropa, mientras sus ojos se oscurecían de manera aterradora. El fugaz pensamiento de correr a la protección de la calle principal me aturdió.

Le temía a Dean y el descubrirlo erizo los vellos de mi piel.

— ¿Es la ropa de Connor?— preguntó con un movimiento de su barbilla.

Miré la camiseta blanca con estampado del escudo de la Universidad de Cambridge, que fácilmente podría ser unas cinco tallas más grande y los shorts que tuve que amarrar en los bordes para evitar que se me cayeran.

Levanté la mirada a sus manos en puños y asentí con precaución.

—Sí. Lo es.

La puerta al final del pasillo se cerró y Connor apareció con una toalla anudada en sus caderas y el cabello rubio mojado. Miré sus músculos delgados. Connor era guapo, pero no se comparaba con Dean en sus pantalones de pijama, lo que era realmente una lástima, porque su actitud le quitaba muchos puntos, aunque probablemente incluso eso no importaría si él no hubiera matado a Sophie. O si no temiera estar a solas con él.

—Buenos días— dijo Connor.

La mirada aterrorizante de Dean estuvo sobre él en segundos y por momentos creí que correría a buscar su arma donde sea que la escondía y le dispararía directo al corazón. Connor se detuvo en seco y lo miró desconcertado.

—Buenos días, Connor— contesté cuando el silencio pareció demasiado denso.

Connor me miró y sonrió ligeramente antes de caminar dentro de la cocina lentamente, mirando a Dean fijamente. Decidí que prefería quedarme en donde estaba mientras miraba a Dean lanzar dagas con los ojos a Connor.

Carraspeé y ambos me miraron inmediatamente. Me encogí bajo sus miradas y retrocedí.

—Uh… yo… creo que iré a vestirme para que podamos iniciar el viaje.

Corrí fuera de la habitación antes de que pudieran contestar.

Cerré la puerta de la habitación detrás de mí y coloqué el pestillo cuando un estruendo resonó entre las delgadas paredes del apartamento, seguido de las voces bajas y furiosas de Connor y Dean entremezclándose. Decidida a ignorar los problemas que tuviera —y que no eran de mi incumbencia—, tomé mi ropa y me la puse otra vez.

Hice una mueca cuando la vi sucia y llena de sangre seca.

Esperé pacientemente para salir cuando los murmullos enojados se detuvieron y un portazo fue indicio de que alguno de los dos había abandonado la cocina. Seriamente pensé en la probabilidad de no salir hasta que tuviéramos que iniciar el viaje, no sabía quién estaba en la cocina y encontrarme con Dean nuevamente me aterraba, pero mi estómago comenzaba a gruñir, tendría quizá unos cuatro días sin comer y el olor de tocino flotaba en el aire, rompiendo mi resolución.

Me prometí internamente que si era Dean el que estaba en la cocina regresaría a mi habitación y esperaría hasta marcharnos.

Caminé por el pasillo, casi hipnotizada por el delicioso aroma del grasoso tocino flotando en el aire. Connor me miró cuando asomé la cabeza.

—Estabas tardando, pensé que no vendrías a desayunar.

Miré el plato con huevos y tocino que depositó en la mesa. Luego levanté la mirada a Connor y examiné detenidamente su rostro, después el resto de la habitación donde todo parecía estar en su lugar. Me pregunté de dónde había venido el estruendo de hace unos minutos.

—Gracias— me senté y tomé el tenedor. Saboreando el crujiente tocino, tragué y tomé un poco del vaso de jugo que Connor había depositado frente a mí—. ¿Está todo bien?

Connor sonrió.

—Dean está teniendo un problema con aceptarlo. Pero eventualmente lo hará.
Fruncí el ceño y mordisqueé el pan en el borde, pensando detenidamente en sus palabras sin sentido.

Miré a Dean dejar caer una mochila enfrente de la puerta principal y dejarse caer en el sillón perezosamente, moví mi silla un poco más lejos disimuladamente, pero supe que había fallado cuando la mirada de Dean estuvo sobre mí.

—Suerte con eso.

La sonrisa de Connor se amplió antes de volverse y limpiar su plato de los residuos de comida para meterlo después en el lavavajillas.

—Deberías encender la harley, Dean. Hacer esperar a Allison no te dará puntos con ella.
Dejé caer el tenedor en el plato y miré a Connor acusadoramente.

— ¿Voy a viajar en la harley de Dean?— pregunté furiosa, sin ni siquiera darle oportunidad a Dean del comentario sarcástico que seguro iba a hacer.

Una palabra de su parte y enterraría el tenedor en sus ojos, no podía viajar con Dean. Connor me miró con una mueca y bajó la mirada a sus manos mientras contestaba.

—No hay otra manera. Mi harley fue acondicionada para que el asiento fuera reducido y un pequeño compartimiento pudiera llevar un poco de equipaje.

Sentí mi estómago revolverse cuando pensé que tendría que viajar con Dean por semanas a cada estado que tuviéramos que llegar y repentinamente el aroma del tocino con huevos me asqueó. No podía hacerlo. No podía hacerle eso a Sophie.

Aparté el plato.

— ¿Por qué no lleva Dean tu harley?

—Nadie maneja mi harley además de mí, rubia— intervino Dean.

Miré a Connor desesperadamente desde mi lugar en la mesa, verdaderamente pensé que sufriría otro de mis ataques de pánico frente a ellos. Había logrado sobrellevarlos por años. Pero ahora parecía que no tenía control sobre ello. Mi temor hacia Dean parecía cernirse sobre mí y atosigarme.

Connor se acercó y Dean me miró intensamente desde su lugar en el sillón.

Jadeé y levanté mis manos, impidiendo que se acercara.

—Por favor. Por favor, no te acerques.

Connor me miró con preocupación y Dean se levantó bruscamente de su lugar, saliendo del apartamento con pisadas furiosas.

— ¿Estás bien?— la voz de Connor parecía demasiado lejana.

Me sostuve con fuerza del borde de la mesa, clavando mis uñas profundamente en ella. La oscuridad estaba consumiéndome. Parecía querer tragarme dentro de ella y hundirme. Inhalé profundamente cuando el aire en mis pulmones comenzó a faltar.

Estoy cayendo.

—Allison— Connor me llamó con alarma.

Clavé las uñas en mis manos y respiré profundamente.

Mi visión se aclaró lentamente y agradecí haber logrado salir de mi episodio antes de enloquecer. No tendría como explicarle a Dean o Connor mi ataque de pánico. Suspiré profundamente y miré a Connor que se inclinaba sobre mí.

Me alejé rápidamente.

—Estoy bien.

Hizo un gesto de incredulidad y finalmente asintió.

—Escucha, Allison. Realmente lo lamento, si no quieres viajar con Dean… yo, puedo encontrar una manera…

Negué y le sonreí vacilante.

Sabía que no había otra manera de viajar y Connor ya había hecho mucho por mí, no quería darle más problemas.

—Puedo hacerlo— prometí.

Dean entró y nos miró detenidamente.

—Es hora de irnos— anunció.

Los seguí a ambos fuera del departamento.

Dean subió a la hermosa harley negra, que hacia juego con su chaqueta de cuero negra y lo hacía ver como un chico peligro. Connor caminó hacia la harley roja, que tenía un pequeño maletero para motos con dos mochilas probablemente llena de sus pertenencias y las de Dean.

Los miré, parada a unos cuantos metros de distancia.

Dean me miró y una sonrisa burlona se dibujó en sus labios, una a la que comenzaba a acostumbrarme.

—No seas tímida, rubia.

Caminé hacia él con precaución, como si esperara que sacara su arma y me apuntara con ella. Me trepé detrás de él y mi pulso se aceleró contra mi voluntad —probablemente de miedo— cuando mi cuerpo quedó pegado a su espalda musculosa, dispuesta a no tocarlo aferré mis manos detrás de mí al asiento.

Dean volvió el rostro ligeramente y pude detallar su perfil varonil. Enarcó las cejas.

—Te caerás si no te sostienes de mí.

Me encogí de hombros con terquedad y tensé mi agarre en el asiento.

Dean sonrió ampliamente y sin previo aviso aceleró la harley. Vagamente noté que Connor nos seguía detrás en la harley roja. Sentí mi cuerpo caer hacia atrás por el impacto a pesar de que mis manos apretaban firmemente el agarre del asiento e instintivamente enredé mis brazos apretadamente alrededor de la cintura de Dean con fuerza para evitar caerme.

Su risa profunda y baja llegó a mis oídos segundos después.

—Así está mejor. Ahora sí podemos iniciar nuestro viaje.

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