UCSR

by - septiembre 04, 2012



Mis músculos se tensaron, intenté que no fuera tan evidente mi repentina postura, alejé mí mirada rápidamente, manteniéndola fija en el linóleo desigual de la mesa y exhalé el aire que contenían mis pulmones.

Podía sentir los ojos de los cinco clavados en mi espalda. Me estremecí.

¡Pero yo no tenía la culpa! ¿Cómo diablos iba a saber que podían escucharme? ¡Por todos los cielos! Estaban del otro lado de la cafetería y yo solo había susurrado lo suficientemente bajo para que ni siquiera Jessica –que estaba a mi lado-, me escuchara.

Fruncí el ceño.

¿Y después qué? ¿Me dirían que tienen súper poderes? ¿Como en una película de acción barata?

Bufé.

Ciertamente después de lo sucedido hace apenas unos minutos, sí creía en la posibilidad de que algo así pasara. Maldición. Incluso creía en la posibilidad de la existencia de los hombres lobo. Patético.

Intentando confundir a los Cullen miré a las personas en mi mesa, suspirée internamente, armándome de valor para hablar con los desconocidos frente a mí. Tímidamente pregunté si habían visto "Entrevista con el vampiro", alegando que me encantaba y recientemente la había visto. La mesa rápidamente se convirtió en una disputa de opiniones sobre la película y yo me relajé notablemente al percatarme de que la mirada de los Cullen no estaba sobre mí.

Los miré por el rabillo del ojo y noté la contradicción en sus facciones, probablemente preguntándose si habían actuado precipitadamente.

Escuché las palabras de los desconocidos frente a mí en algún rincón de mi mente mientras vagaba por mis pensamientos.

Según el sabio libro que ahora estaba dentro de mi mochila, mi siguiente clase era con Edward Cullen y al final del día él me terminaría repudiando por alguna misteriosa razón. Mi resolución flaqueó y me pregunté si era buena idea ir a esa clase.

Mi lado más cobarde ganó la disputa, y levantándome de la mesa con una disculpa a mis compañeros di media vuelta, dispuesta a caminar fuera de la cafetería, dispuesta a marcharme e inventar una buena excusa para mañana.

Pero en cuanto me di media vuelta, choqué con otro cuerpo, frío como la nieve y duro como el mármol. Me encontré cara a cara con Edward Cullen, el resto de su familia detrás de él, supuse que también estaban por irse y yo haciendo amago de mi torpeza, había chocado con Edward.

Levanté la mirada dispuesta a disculparme con él pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta al encontrarme con la mirada hostil que Edward me lanzaba.

Su cuerpo estaba tenso y casi pude jurar que sus ojos cambiaban de color a un negro oscuro como el carbón, un gruñido casi imperceptible salió de su pecho, sus ojos mostraban una guerra interna que estaba llevando en este momento.

Me estremecí e inevitablemente mi cuerpo se inmovilizó.

De un momento a otro, Jasper tomó un brazo de Edward mientras Emmett lo sostenía del otro lado, cualquier persona mirando desde fuera lo habría tomado como un simple gesto común, por lo sutil de sus movimientos. Pero yo estaba frente a ellos. Presencié como Emmett y Jasper ejercían más fuerza de la normal sobre Edward, y luchando por hacerlo casual, lo sacaban a rastras de la cafetería mientras los negros ojos de Edward se mantenían sobre mí.

Miré a mí alrededor, aturdida por el extraño y repentino suceso, pero todos se mantenían ajenos a lo recién ocurrido.

Suspiré temblorosamente y corrí al estacionamiento dispuesta a salir de ese lugar.

Me dejé caer sobre el sofá de la sala de estar, lanzando mi mochila a mi lado.

La miré unos minutos hasta que finalmente la tomé entre mis manos de nuevo y la abrí, causando que el sonido metálico de la cremallera inundara el silencioso espacio.

Hurgué en mi mochila hasta que finalmente encontré el grueso libro negro con la portada decorada con una par de manos, sosteniendo una manzana roja. Crepúsculo. Lo miré vacilante por unos momentos.

¿Realmente estaba haciendo bien al intentar cambiar mi futuro?

Una ráfaga de viento frío hizo que mi piel se erizara, mirando hacia ambos lados noté la ventana de la sala abierta, me levanté rápidamente y la cerré con fuerza, después tomé el libro y subí a mi habitación con él.

Me dejé caer en mi cama, rebotando ligeramente.

Me mordí el labio inferior con nerviosismo mientras sospesaba mis opciones, mirando fijamente el libro desde distintos ángulos. No sé que es lo que esperaba encontrar, puesto que era simplemente un libro. Un importante y sabio libro.

Gruñí.

Ignoré mi lucha interna y abrí el libro en el segundo capítulo, comenzando a leer antes de arrepentirme de ello.

Segundo capítulo: Libro abierto.

Agradecí ser una lectora activa. Ya que leer ese capítulo me tomó al menos solo unos cuantos minutos. Mi mente navegaba en un mar de inquietantes preguntas sin respuesta. Aun me costaba aceptar todo lo que estaba sucediendo.

Suspiré.

Deposité el libro a mi lado en la cama.

Recapitulemos.

Hoy me daría cuenta de que aparentemente Charlie no es capaz de cocinar, puse los ojos en blanco, eso sonaba muy… Charlie. Mañana Edward Cullen desaparecería de la escuela y según las suposiciones de mi yo del libro, era por mi culpa, dudé si eso pasaría dado que hoy había saltado la parte de la clase de biología. Mamá me escribiría varios mails exagerando en su preocupación hacia mí, eso era absolutamente predecible.

Al parecer el resto de mi semana en Forks era prácticamente fácil sin Edward Cullen, al menos hasta el lunes cuando aparentemente él regresaba de su misterioso y repentino viaje, y después yo hacía el ridículo frente a él en la clase de biología además de hablarle sobre mi patética vida.

Gemí avergonzada.

Una parte de mí se negaba a aceptarlo.

Después de lo sucedido esta mañana en la cafetería, dudaba que Edward se acercara a mí, además de que tal vez eso alteraría el futuro lo suficiente para que todo en la semana sucediera de forma diferente. Por otro lado, si las cosas seguían su curso, me era casi imposible concebir la idea de Edward Cullen dirigiéndome la palabra.

Imposible que Edward Cullen se interesara un poco en mí, sin importar la intensidad de ese sentimiento.

Enterré mi rostro en la almohada, intentando detener los borbotones de pensamientos que inundaban mi mente y me impedían pensar con claridad.

Finalmente, después de varios minutos de lucha interna, decidí que si ya había comenzado a leer sobre mi futuro y aparentemente también a cambiarlo, debía seguir hasta terminar de leer el resto de los libros y cambiar solo lo que yo considerara menos intrascendente en mi vida.

Me arrastré perezosamente por mi cama para llegar hasta el libro.

No tardé demasiado en perderme en las palabras –como cada vez que comenzaba a leer algún libro-, casi parecía que desaparecían rápidamente siendo sustituidas por unas nuevas. Las imágenes se aglomeraban en mi mente conforme leía los capítulos como un tumulto de escenas de alguna película.

Me detuve un minuto, cuando terminé el tercer capítulo.

¿Super fuerza? ¿Los vampiros tienen super fuerza?

Repasé mentalmente las que –yo creía-, eran las características de los vampiros. Pálidos, apariencia humana a excepción de lo anterior, con debilidad hacia al ajo, cruces, agua bendita y sol, bebedores de sangre y con un par de grandes colmillos adornando sus rostros.

Evoqué la imagen de los Cullen frunciendo el ceño.

Pálidos, asentí para mí, el problema era que el resto de las características peculiares de los vampiros no cuadraban con lo que había visto hasta ahora. En la cafetería pude jurar que los ojos de Edward cambiaban de color, no había rastro de enormes colmillos, al menos que en verdad fueran buenos escondiéndolos, no parecían tan tentados a hacer una masacre en la cafetería… tal vez algo reacios al contacto humano, pero no demasiado, y definitivamente su apariencia no era para nada humana.

Bufé.

¿Qué clase de vampiros eran los Cullen? ¿Una versión mejorada?

Suspirando derrotada al no conseguir una respuesta a mis curiosas preguntas, me dispuse a seguir leyendo el libro con la esperanza de entender un poco más sobre esa extraña familia.

Gemí internamente mientras leía el siguiente capítulo, preguntándome qué tenían en la cabeza Mike, Tyler y Eric al no notar mi evidente irritación a sus propuestas. Por otro lado una inevitable sonrisa se dibujó en mi rostro al leer la propuesta de Edward para viajar a Seattle juntos, y mi corazón latió deprisa con la expectativa de que se hiciera realidad.

Fruncí el ceño y sonreí, casi alternándolo, al leer mi extraña pero fascinante conversación con Edward en la cafetería del instituto. Me alegró que quisiese mi compañía, pero nuestra conversación no fue muy ilustrativa para mí. Me sonrojé furiosamente y mi estómago se revolvió con el pensamiento de Edward ayudándome a causa de mi fobia a la sangre, pero me alegré al saber que me había sacado de la tortura de estar con Mike. Suspiré aliviada cuando al final no vomité sobre él. Me enfadé un poco por su insistencia a traerme a casa, pero me animé más al tener mayor información de él; hasta que me informó que no asistiría al instituto a causa de una excursión que tendría con Emmett, en Goat Rocks, al sur del monte Rainier.

La historia de Jake junto con la información que necesitaba, mi sospecha sobre los Cullen, el viaje a Port Angeles, la repentina sinceridad de Edward, mi aceptación a su condición, el extraño comportamiento mutuo de Billy y Edward, las continuas visitas de Jacob, el viaje al prado… Las sinceras y deliciosamente dulces palabras de Edward hacia mí, sus sentimientos y pensamientos incrustados en cada palabra dicha.

Nuestra extraña estrecha relación después de nuestras declaraciones en ese mágico lugar, mi proposición para que Edward se quedase conmigo esa noche, mi sorpresa cuando acepto mi petición. Su entusiasmo porque conociese a su familia a la mañana siguiente, la calidez que demostró la familia Cullen hacia mí –con algunas excepciones, por supuesto-, la preciosa nana que Edward escribió para mí, la impactante historia de Carlisle, la propuesta de Alice y Jasper para ir a jugar Béisbol…

Eran solo algunas de las imágenes que bailaban en mi mente como la perfecta vida que algún día tendría, el pánico me asaltó cuando imaginé que un solo cambio modificaría mi historia. No podía permitir que eso sucediese. El sentimiento de anhelo inundó mi cuerpo. Anhelaba la calidez de Alice hacia mí, el amor que Edward me proporcionaba. Anhelaba mi futuro.

Me pregunté por qué habrían de haberme enviado los libros, mi vida futura es perfecta, ¿por qué habría de querer cambiarla?

El sonido de la puerta principal me sobresaltó, logrando sacarme de la maraña que eran mis pensamientos.

Miré el libro que aun seguía abierto entre mis manos, esperando que siguiese leyendo mi futuro cercano, eché un vistazo al título del siguiente capítulo "El partido", supuse que no habría mucho problema en esperar para leerlo, Charlie me esperaba abajo para cenar, suspiré al recordar que hoy descubriría la inhabilidad de Charlie para cocinar, lo que significaba… huevos y tocino.

Marqué la página y cerré el libro, depositándolo cuidadosamente debajo de mi almohada, asegurándome de que no estuviera a la vista, no quería ni imaginar lo que pasaría si Charlie lo encontrara.

Me estremecí, un pensamiento aterrador.

Me acerqué a la ventana cuando la luz de la luna se filtró a través del cristal transparente, toque el frío vidrio sonriendo ligeramente al recordar que Edward había mencionado algo sobre colarse a mi habitación por las noches, suspiré temblorosamente, extrañándolo.

Las comisuras de mis labios decayeron y mi buen humor se esfumó cuando recordé que según el libro, Edward desaparecería toda la semana.

Esperé fervientemente haber cambiado eso, ya que, después de lo que había leído, la sensación de querer tenerlo cerca y el amor incondicional que sentía hacia él, me provocaban un hueco en mi pecho al saber que tendría que esperar un poco más para vivirlo, mientras tanto, simplemente esperaba poder verlo mañana.

¿Cómo podría verlo a la cara sin sonreír como tonta después de saber lo que viviría a su lado? Ese era un dilema que resolvería después, por el momento me conformaba con saber que estaría cerca.

Bajé las escaleras sonriendo.

Tenía la esperanza de poder apurar un poco el proceso y estar con Edward antes de lo que debería, hasta ahora nuestra historia estaba bien, no encontraba algo que quisiese cambiar, y en verdad dudaba que encontrase algo que no me gustara en nuestra relación.

Suspiré atontada.

Como extrañaba a mi Edward Cullen en este momento, mi sonrisa se amplió después de mi pensamiento, definitivamente era mi Edward.

Como amaba a ese estúpido vampiro propietario de un flamante Volvo…

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2 comentarios

  1. Hola! Espero que continúes este fic! Parece muy interesante ñ.ñ :D

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  2. muy bueno, terminalo xD

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