Cambiemos Esposas

by - octubre 19, 2012



Alice siempre había presumido tener el mejor esposo.

Hermoso, dulce y apasionado.

Nunca se había reprochado el haberse casado con él a tan temprana edad, pues a pesar de haber sido una decisión prematura, los años de casados habían sido simplemente perfectos.

Pero ahora, viendo al rubio frente a ella, comenzó a cuestionar sus decisiones.

Ella sabía que si lo hubiese conocido antes, no habría dudado al intentar algo con él, pero viéndolo de la mano de su esposa, con la mirada de adoración que le otorgaba a la hermosa castaña tomada de su brazo, la hizo ver que sería imposible tener un poco de su atención.

Cruzó los brazos sobre su pecho enfadada consigo misma por sus pensamientos hacia aquel desconocido, que ni siquiera una mirada le había obsequiado.

Bella miró fijamente a la pelinegra frente a ella que prácticamente babeaba por su esposo.

La enfadó el pensamiento de ella viviendo con su esposo por tres largos meses, ¿qué pasaría si Jasper prefería a la hermosa pelinegra con cuerpo de modelo en lugar de ella? Se estremeció ante el pensamiento de Jasper abandonándola, e inconscientemente apretó más el brazo con el que se sostenía a su marido.

Jasper centró su atención en Bella cuando sintió su pequeña y cálida mano sosteniendo con más fuerza su brazo.

Su rostro estaba contraído en una mueca de preocupación. Algo que siempre había amado de su esposa era la facilidad con la que la podía leer, aún cuando ella se esforzaba por esconder sus pensamientos. Siguió la mirada de Bella, curioso por saber que era lo que la atormentaba.

Se encontró con una par de ojos grises que lo miraban fijamente.

Apartando la mirada con desinterés, comprendió a su esposa y levantando su rostro suavemente se inclinó para depositar un beso dulce en su mandíbula.

Bella sonrió ampliamente, suspiró aliviada ante la sutil y silenciosa promesa de Jasper, no se lo pensó demasiado cuando se lanzó sobre su apasionado esposo y lo besó con fuerza, demostrándoles de ese modo a las personas frente a ella, que él era suyo y siempre lo sería.

Alice hizo una mueca cuando comprendió la clara indirecta de la castaña hacia ella y decidió mantenerse al margen cuando se percató del entusiasmo y adoración con la que su esposo le correspondía. Al parecer, sería más difícil de lo que pensaba.

Edward tensó sus músculos inevitablemente cuando observó la apasionada escena que estaba montando la pareja Whitlock frente a ellos, y una parte de él hirvió en furia que inmediatamente reconoció como celos. Interiormente se justificó a sí mismo al ver a la hermosa morena una vez más, y es que, ¿quién no podría estar celoso con semejante deidad? Se preguntó internamente.

Sus ojos se encontraron momentáneamente con los de Jasper mientras escaneaba a Bella y le fue inevitable notar como profundizaba el beso y la estrechaba más contra su cuerpo, sus ojos ardiendo en una clara advertencia de que se mantuviera alejado.

Jasper terminó el beso con una caricia en las mejillas ruborizadas de su bellísima esposa a causa del apasionado beso, sonrió ampliamente al darse cuenta de que ella era toda suya tanto como él era de ella, y no permitiría que nadie se interpusiera en su matrimonio. Miró de reojo al cobrizo que habían presentado como Edward, esperaba que su indirecta hubiera sido comprendida, porque no estaba dispuesto a dejar ir a su mujer, jamás.

Bella sonrió feliz al notar la mirada ofuscada de Alice, que al parecer, había comprendido con claridad la indirecta y la miraba lanzándole dagas con los ojos. Bella sabía lo perfecto y guapo que era su esposo, había vivido con él tantas cosas que imaginarlo lejos le partía el alma, de modo que estaba dispuesta a arrastrar a Jasper fuera de ese lugar de ser necesario con tal de no perderlo, pero confiaba en Jasper y sabía que jamás le sería infiel, por lo que, con un último beso, se separó de él.

— ¡Wow! —Exclamó el director—. Ustedes son una pareja muy apasionada, deben pasarla muy bien —meneó las cejas sugestivamente.

El sonrojo característico de Bella no se hizo esperar. Edward la miró embobado al notar esa peculiaridad que pocas mujeres a su edad aún poseían, y se sintió un poco más atraído hacia ella. Jasper por su parte cuando notó la mirada de Edward sobre su Bella –una vez más– la acercó a su cuerpo y besó su nuca con dulzura.

—La pasamos excelente, diría yo —respondió Jasper mirando directamente hacia Edward.

Bella se sonrojó aún más con la respuesta de Jasper y le fue inevitable esconder su rostro en el pecho de este, una punzada de envidia recorrió a Edward cuando miró la acción de Bella y Jasper sonrió con ternura, su Bella era tan única.

—Es bueno que la pasen tan bien, porque no podrán disfrutar de ello por un tiempo —la sequedad en el tono de Alice hizo a Jasper volver el rostro hacia ella.

Se enfadó de sobremanera al mirar su postura de superioridad y la forma en que lo escaneaba, comprendió las reacciones de su Bella, pero no le daría el placer de prestarle atención por lo que simplemente apartó la mirada con desinterés y se dedicó a acariciar el suave brazo pálido de Bella, haciéndola estremecer.

Bella sonrió ampliamente al ver la reacción de Jasper al comentario de esa bruja pelinegra que intentaba romper su matrimonio, fue en ese momento que estuvo segura que podrían lograrlo.

La tensión entre los cuatro podía sentirse en el aire.

Retándose mutuamente con la mirada, provocándose y soltando comentarios con indirectas. Fue cuando finalmente tuvieron que separarse para ser trasladados hacia sus nuevos hogares temporales, que salieron de su pelea absurda e infantil y las lágrimas con promesas balbuceadas dificultosamente hicieron acto de presencia.

El corazón de Jasper se apretó cuando se encontró con los profundos ojos chocolate de Bella llenos de tristeza y momentáneamente vaciló en su decisión, al saberse lejos de ella por tanto tiempo.

—Podemos irnos si así lo quieres, cariño. Sabes que por ti haría lo que sea, después buscaríamos una manera de conseguir el dinero —prometió Jasper mientras acariciaba la mejilla de Bella y limpiaba las lágrimas que manchaban su piel blanquecina.

Bella miró sus ojos fijamente y supo que hablaba sinceramente, ella sabía lo que su Jasper era capaz de hacer por ella, pues muchas veces lo había demostrado; así que quiso solo por una vez, ser ella la que se sacrificara por él y tragándose sus miedos junto con la extraña sensación de despedida negó su petición.

—No es necesario, Jasper, lo lograremos. Ya estamos aquí y llegaremos hasta el final —respondió con voz temblorosa.

Jasper besó su frente con veneración. Él sabía la razón por la que Bella estaba aceptando este reto y era por eso que tanto amaba a su mujer, siempre había admirado la capacidad que tenía para dejar su persona en segundo lugar con tal de complacer a las personas que amaba.

Negó con una pequeña sonrisa.

—No lo haremos si no es lo que quieres realmente —murmuró sobre la suave y tersa piel de su frente.

Bella sonrió, la conocía demasiado bien.

—Lo haremos si no quieres que patee tu trasero —contestó sonriendo.

Jasper rió y decidió complacer a su terca mujer.

—Te amo, estaremos juntos de nuevo muy pronto y formaremos esa familia con la que tanto hemos soñado —prometió.

Los ojos de Bella brillaron cuando en su mente la escena se dibujó inmediatamente. Un hermoso niño con el cabello rubio dorado y ojos de un hermoso celeste como los de su padre, corría por el jardín mientras ellos se abrazaban y Jasper acariciaba su prominente vientre. Suspiró con la esperanza de algún día poder lograrlo junto con Jasper; y sabía que lo lograría.

—Pronto… te amo, Jasper —contestó con una dulce sonrisa en sus labios.

Alice se lanzó inmediatamente a besar los labios de Edward apasionadamente. Sabía que no estarían juntos por mucho tiempo e inevitablemente lo extrañaría, cuando sintió que Edward le correspondía con igual intensidad sus hormonas se dispararon; pero antes de que tuviera la oportunidad de profundizar más el beso. Edward que ya había sentido en su esposa más entusiasmo del debido, la separó suavemente para después depositar un beso casto sobre sus labios.

Alice bufó y Edward rió pensando lo mucho que extrañaría a su mujer.

—Estaremos juntos más pronto de lo que imaginas —prometió.

Alice sonrió ante la promesa de Edward.

—Mucho antes de lo que imaginas —murmuró solo para que Edward la escuchara.

Él esbozó una sonrisa traviesa en respuesta y asintió.

—Suerte —deseó mirando a Jasper y Bella que se despedían un poco más lejos.

Alice siguió su mirada y sonrió con presunción, Edward no tardó en responder a su sonrisa con una más deslumbrante, adivinando los pensamientos de su esposa.

Unos minutos más tarde, el director –que sería el que se encargaría de todo– hizo acto de presencia con una sonrisa mirando a las parejas.

—Bella, ¿podrías por favor acercarte a Edward? —preguntó con amabilidad.

Bella asintió y con una última mirada a Jasper siguió las indicaciones plantándose al lado de Edward, que sonrió al sentirla tan cerca y notar los evidentes celos de Jasper.

—Alice, acércate a Jasper, por favor —inquirió una vez más mirando a la aludida.

Tomó sus maletas y se posicionó al lado del rubio que la miró con el ceño fruncido, ya que, desde que había hecho su comentario sarcástico, ella no estaba en su lista de personas agradables.

—Muy bien, tienen que comenzar a mentalizarse que no estarán con sus parejas por tres meses y medio, los que ahora están a su lado, son las personas con las que convivirán —dijo el hombre mirándolos a los cuatro.

Asintieron con desgana a sus palabras.

—Alice y Jasper, acompañen a Demetri, por favor. Edward y Bella acompañen a Alec. Suerte, chicos —dijo con una sonrisa antes de marcharse.

“Llegó la hora”, pensaron los cuatro al unísono.

Bella se maravilló cuando bajó de la lujosa camioneta y se percató de que sería en esa hermosa casa de campo frente a ella, en la que estaría viviendo temporalmente.

Se alzaba imponente frente a ella. La inmensa casa de campo –mansión, la llamaría ella– color beige, le daba un aire de elegancia que le gustaba, podía divisar una piscina en el patio trasero, un poco a la izquierda un establo, y a la derecha un amplio viñedo en el que le parecía que solo entrar la haría perderse.

Frente a la casa, unos pilares de cemento sostenían la terraza del segundo piso que estaba equipada con un jacuzzi y sombrillas, junto con una pequeña mesa con sillas.

Bella suspiró atontada con la casa frente a ella.

—Hermosa, ¿cierto? —preguntó Edward a su lado.

Desde que habían llegado escrutaba su rostro detenidamente, y no había pasado desapercibido para él la forma en que Bella miraba la casa embelesada. Le agradó su reacción.

Bella se sobresaltó un poco al sentirlo a su lado pero simplemente asintió dándole la razón, la casa era absolutamente hermosa, el sueño de cualquier pareja que quisiese formar una familia en un futuro cercano. Imaginó lo maravilloso que sería que esa casa les perteneciese a ella y a Jasper, sus hijos podrían disfrutar de los placeres de la naturaleza que a ambos tanto les apasionaba. La idea le sacó una sonrisa.

No tardaron demasiado en desempacar sus maletas y acomodarla en su habitación.

Bella se sintió un poco mejor al saber que su habitación era la que estaba al lado de la terraza –eso la aliviaba un poco– por lo que inmediatamente al terminar de organizar sus objetos personales, salió a ver la puesta de sol que se apreciaba perfectamente en aquel lugar tan… natural.

La fresca brisa que comenzaba a enfriarse al llegar la noche impactó contra su rostro con suavidad, podía escuchar suavemente a lo lejos el relinchar de los caballos, el suave roce de las ramas de los árboles al ser mecidos por el aire, el agua del jacuzzi a su lado que chocaba sutilmente, algo que solo ella podía escuchar al estar tan concentrada en ello.

— ¿Bella? —Se volvió extrañada porque alguien la llamase de ese modo, nadie la llamaba de esa manera además de Jasper—. Lo siento —murmuró Edward al ver el desconcierto en su mirada—, yo… si te molesta que te llame de ese modo…

—Está bien —interrumpió Bella sonriendo—. Es solo que no estoy acostumbrada.

—Quería saber si querías algo de cenar.

Bella negó con la cabeza inmediatamente, sentía el estomago revuelto al no acostumbrarse aún a la idea de que estaría lejos del que ella consideraba el amor de su vida, por tanto tiempo, y comer no entraba precisamente en su lista de prioridades en ese momento.

—Te esperaré dentro —la voz de Edward adquirió repentinamente un toque sensual que hizo tensar a Bella su cuerpo.

Se lamentó al no saber en lo que se estaba metiendo al haber aceptado venir.

La noticia de que dormiría en la misma habitación y la misma cama que Edward en todo ese tiempo la desconcertó en demasía, más cuando intuyó que la razón por la que el director no se los había dicho antes en Nueva York era porque sabía que inmediatamente ambos –Jasper y Bella– se negarían a prestarse a semejante juego.

Bella se prometió internamente no caer en las redes de Edward, pues después del tono que había utilizado hace apenas unos minutos dudaba que le pusiera las cosas fáciles, pero ella no se dejaría llevar, lo haría por Jasper y la familia que pronto formarían, se prometió.

Y con esos últimos pensamientos, Bella se adentró a la habitación que sería testigo de todo lo que ocurriría en ese tiempo.

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