Cambiemos Esposas

by - octubre 19, 2012



Bella se removió bajo las sábanas, intranquila, por tercera vez.

Jasper acarició el largo de su brazo una y otra vez, en un vano intento por calmarla.

Sabía que estaba preocupada y deprimida por tener que separarse por tanto tiempo, lo demostraban sus murmullos angustiados que pronunciaba inconscientemente mientras dormía y sus puños cerrados firmemente sobre la camisa de Jasper, sosteniéndolo cerca, como si no quisiese dejarlo ir.

Suspiró y miró el rostro dormido de su esposa.

La amaba.

Joder, la amaba demasiado. Y por lo mismo no permitiría que ella viviera sufriendo hambre, o preocupaciones por no tener el dinero suficiente para solventar los gastos económicos.

Siempre se había burlado de la gente que participaba en esos estúpidos concursos para ganar dinero, y ahora, ellos estaban por hacer lo mismo. La tarde que había sido despedido sintió que todo se venía abajo. Tenían demasiadas cuentas por pagar. Buscó trabajo por periódico, salió a solicitarlo a algunas empresas, llamó a lugares conocidos públicamente…

Nada.

La larga lista de espera de personas que, al igual que él, habían sido desempleados, disminuía considerablemente sus probabilidades de conseguir trabajo, y eso lo estresaba e irritaba demasiado.

Derrotado, había regresado a casa. Mientras conducía, un comercial de la radio había llamado su atención, y en su desesperación le pareció que era una respuesta a sus problemas. “Cambiemos esposas” era un concurso sobre fidelidad y que al parecer, era la primera vez que salía al aire por la TV. Demostrar que le eras fiel a tu pareja mientras vivías con otra persona por tres meses y medio, sería suficiente para ganar los tres millones.

Ganarían.

Estaba seguro.

Bella y él se amaban. Así que el ser fieles como esposos, era pan comido. Tendrían los tres millones en sus manos y podrían saldar las deudas que en ese momento los agobiaban, después podrían vivir de ese dinero por un tiempo hasta que consiguiera trabajo nuevamente.

Sonrió para sí.

Aparcó en el garaje de su casa y después de haber cenado, le planteó a Bella su idea tímidamente, conocía demasiado bien a su esposa y sabía que no tomaría nada bien sus palabras.

Ella se había enfadado con él y le había dejado de hablar toda una semana. Sabía que Bella reaccionaria de ese modo, a él también le dolía la idea de estar separado de ella por tanto tiempo, pero Bella tenía que ver que era la única solución viable en ese momento.

—Bella, es la única solución cariño, debemos hacerlo o todo lo que hemos conseguido hasta ahora se vendrá abajo —le susurró una noche mientras ella lavaba los platos de la cena.

Intentó abrazarla pero ella se corrió bruscamente, sin mirarlo salió de la cocina y lo único que pudo escuchar fue el sonoro portazo desde el segundo piso, indicando que estaba en su cuarto.

Suspiró.

Le había costado demasiado convencer a Bella de participar en el concurso, pero cuando finalmente cedió, el alivio recorrió su cuerpo al saber que pronto todo terminaría y con su esposa volvería a ser tan feliz como antes, no habría más preocupaciones económicas y por lo tanto no más peleas a causa del estrés de esa preocupación.

Todo sería tan fácil y natural como antes.

Salió de sus recuerdos al sentir a Bella acurrucarse más cerca de su cuerpo. Casi podía sentir la necesidad de su hermosa mujer por estar tan cerca de él como era posible antes de que se separaran por tres largos y tortuosos meses. La abrazó contra su pecho con fuerza y con un suspiro miró el reloj sobre la mesita de noche.

5:34 am.

No había logrado dormir en toda la noche, quería estar cerca de su esposa tanto como fuera posible, sabiendo que en solo unas pocas horas los hombres encargados del concurso los recogerían para llevarlos a New York, en donde el concurso se llevaría a cabo.

Cerró los ojos dejándose llevar, esperando poder alargar un poco más las pocas horas que les quedaban juntos mientras abrazaba su delicado cuerpo contra él.

***

Edward despertó cuando los rayos del sol estaban saliendo y proporcionando luz a su habitación.

Se volvió mirando a su esposa.

Sonrió.

Inclinándose comenzó a depositar besos en sus hombros y a lo largo de su espalda, corrió un poco su largo cabello azabache y besó su cuello, sonriendo más ampliamente cuando la escuchó suspirar entre sueños.

—Alice, ya es hora, amor —murmuró sobre su piel.

Ella se removió debajo de su cuerpo y frunció un poco el ceño.

—Aún no, cariño —se quejó.

Rió por el comportamiento de su esposa y se inclinó besando finalmente sus labios, sonriendo entre su beso al notar como ella le contestaba, finalmente despierta.

Alice se dio la vuelta quedando frente a él sin romper el beso. Las pequeñas manos avariciosas de su esposa se colaron debajo del pantalón de su pijama y él jadeo inevitablemente con el contacto, cerrando los ojos por el deseo que de un momento a otro encendió su cuerpo.

El concurso. El concurso. El concurso.

Se repitió como mantra mentalmente para tener la fuerza de detener a su esposa.

Con un suspiró se separó de ella y besó sus labios suavemente. Alice frunció el ceño descontenta y enredó sus brazos detrás de su cuello, intentando acercarlo más a ella.

Edward tuvo que usar todo su auto control para no ceder.

—Amor, tenemos que llegar para el concurso.

Alice suspiró deshaciendo el agarre.

—Es cierto —murmuró—. Supongo que aún deben darnos algunas indicaciones.

Se levantó de la cama perezosamente, dejando ver sus largas y níveas piernas que la camisa de Edward no lograba cubrir. De un momento a otro se volvió y se lanzó a los brazos de Edward besándolo apasionadamente.

Edward colocó una mano en su cintura mientras que la otra se deslizaba por la suave y torneada pierna de Alice.

—Te extrañaré —susurró Alice sobre sus labios antes de separarse definitivamente y entrar al baño con su ropa y neceser en mano.

Edward suspiró con satisfacción y cerrando los ojos, pensó lo fácil que sería terminar con ese concurso. Pronto estaría con Alice nuevamente.

***

Cuando los escasos rayos del sol se filtraron por la ventana, impactando contra el rostro de Bella, ella gimió enfadada y enterró la cabeza en el cuerpo de Jasper.

Inhaló la dulce esencia de su esposo y depositó un beso en su pecho desnudo.

Levantó la mirada observando a su esposo dormido por unos minutos.

Aún no podía creer que había aceptado llevar a cabo la idea de su esposo. Pero si era un concurso de fidelidad, Bella pensó que sería algo fácil. Ella jamás le sería infiel a su esposo, mucho menos con un desconocido, así que estaba casi segura de que tenían la victoria asegurada.

Podrían regresar a los planes que anteriormente tenían.

Formarían una familia, tendrían muchos hijos, mientras ellos estuvieran en la escuela Jasper iría al trabajo y Bella se encargaría de los quehaceres de la casa, después él los recogería y comerían juntos antes de ir al parque y comprarle a sus hijos un helado, cumpliendo sus caprichos como los padres consentidores que serían.

Sonrió ampliamente ante la escena que se reproducía en su mente como una película.

Sintió un beso en su hombro que la regresó a la realidad.

Al levantar la mirada se encontró con los hipnotizantes ojos azul-celeste de su esposo, que la miraba con dulzura. No lo pensó demasiado cuando se arrojó sobre sus labios, besándolo apasionadamente, todavía entusiasmada por la imagen del futuro que construirían en su mente.

Jasper le contestó con igual intensidad y sus manos comenzaron a deslizarse por las delicadas curvas del cuerpo de su mujer.

El agudo e insistente sonido de la alarma los devolvió a la realidad, ambos con un suspiro y un último beso se separaron y comenzaron a alistarse para tomar el vuelo que los llevaría a New York.

***

Mientras Edward y Alice manejaban camino al edificio en donde recibirían indicaciones sobre el concurso, Jasper y Bella aterrizaban en el aeropuerto de New York con los hombres que los llevarían hasta su destino final en la transitada ciudad.

— ¿Todo claro? ¿Edward? ¿Alice? —preguntó el hombre frente a ellos después de terminar con las explicaciones.

Ambos asintieron firmemente, lo lograrían.

— ¡Jasper! ¡Bella! —gritó el hombre extasiado, mirando detrás de ellos con una sonrisa.

Alice y Edward, se volvieron inmediatamente a mirarlos.

Algo dentro de ambos se removió al verlos. Las manos de Jasper y Bella estaban firmemente unidas mientras que ambos sostenían una maleta en su otra mano.

Jasper los miró y se tensó al percatarse de la forma en que el cobrizo miraba a su esposa. Repentinamente sus instintos más carnales se apoderaron de él y posesivamente deslizó su brazo alrededor de la cintura de Bella, acercándola a su cuerpo en una clara advertencia para él.

—Un gusto conocerlos finalmente —sonrió el hombre extendiendo su mano y estrechando la de ambos a modo de saludo.

Bella asintió cortésmente al igual que Jasper, que aún no despegaba la mirada del cobrizo.

—Ambos saben que este es un concurso de fidelidad —los miró buscando algún indicio de vacilación, al no encontrarlo prosiguió con su explicación—, por lo tanto las reglas son básicas: no deben mantener un contacto físico romántico, vivirán en diferentes casas, en cada parte de la casa y fuera de ella habrá cámaras grabando —al ver su mirada de estupefacción se explicó—. Solo queremos asegurarnos que las reglas no sean rotas.

Bella carraspeó nerviosa.

¿Cámaras? ¿En cada habitación de la casa y fuera de ella?

Joder, era una locura.

El hombre prosiguió con su explicación al percatarse del estado de shock de la pareja frente a él, esperando que en cuanto les explicara todo les fuera más fácil digerirlo, mientras que Edward y Alice, al ya haber recibido las indicaciones se mantenían imperturbables observando atentamente la reacción de la pareja recién llegada.

—No tienen permitido salir de la casa en la que vivirán, todo lo necesario está en ella, la hemos acondicionado para que no les falte nada en estos tres meses y medio —Bella se sostuvo más firmemente de Jasper, ahora la idea no le parecía tan buena—. Los cuatro podrán reunirse cada semana y ese será el único momento en que podrán salir al exterior —los miró fijamente—. Si en ese tiempo ustedes logran mantener las reglas y no ser infieles… cada pareja tendrá tres millones al final del concurso.

Bella soltó un suspiró y miró a Jasper.

Él miraba a la nada con el ceño fruncido y los labios apretados firmemente en una fina línea, Bella lo conocía lo suficientemente bien para saber que estaba pensando en las opciones.

Depositó un dulce beso en su mandíbula sacándolo de su ensoñación y logrando tener su completa atención.

Se miraron fijamente a los ojos por unos minutos, era uno de esos momentos que para ambos eran muy comunes, se conocían lo suficientemente bien para saber lo que pensaban y muchas veces solo mirarse a los ojos bastaba para decidir algo.

Edward se removió incomodo al ver la interacción entre Jasper y Bella.

La forma en que se miraban le parecía casi irreal. Y un sentimiento recorrió su cuerpo al ver la mano de Jasper alrededor de Bella, sosteniéndola como si fuese su mundo entero y separarse de ella lo dejase vacío.

Bella levantó la mirada después de unos minutos y miró a las tres personas frente a ella que esperaban expectantes, volvió a mirar a Jasper unos segundos y después con un suspiro asintió.

—Aceptamos —susurró.

Y el juego comenzaba.


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