by - marzo 19, 2015

4

"Revelaciones"



Los días pasaron con demasiada rapidez entre viajes en motocicleta por la carretera, sin darme cuenta ya había estado una semana con ellos y cada vez nos acercábamos más a Hereford, en dónde nos detendríamos unos cuantos días para que Dean lograra terminar su encargo en ese lugar.

Ajusté la blusa negra de licra deportiva que Connor me había comprado en un centro comercial en Oxford. Él había insistido en que necesitaba tener variedad de ropa como toda chica normal, lo que nos había llevado a detenernos en el centro comercial y ahora tenía mi propia mochila con ropa propia. No creo ni siquiera que él entendiera lo importante que era el que me comprara ropa o lo mucho que significaba para mí, más allá de lo material.

Miré a la distancia las luces lejanas de los pueblos perdidos.

Los chicos acostumbraban quedarse en algún hotel o posada en el estado más cercano diariamente con el fin de que pudieran asistir diariamente al gimnasio, por lo que nunca estábamos en algún lugar fuera de la civilización. Incluso yo terminé uniéndome a ellos ya que se negaban a dejarme en la habitación de hotel sola y mi estómago parecía cada día un poco más firme, era una agradable y bienvenida diferencia.

Por otro lado, mi relación con Connor era cada vez más estrecha, era como el mejor amigo hombre que siempre quise. Hablar con él era cómodo. En cambio Dean… parecía que acercarme a él era imposible y además de los viajes en motocicleta, me aseguraba de mantener mi distancia con él tanto como podía, agregando el hecho de que parecía que disfrutaba de molestarme cada vez que tenía la oportunidad.

Pero sentir los músculos del abdomen de Dean debajo de mis dedos cada día hacía mi estómago tensarse.

El calor de la excitación corría por mi cuerpo, mezclándose con el miedo de tenerlo cerca cuando se removía accidentalmente —o al menos eso quiero creer— entre mis piernas y su trasero perfecto rozaba mi pelvis.

Era una locura la forma en que mi cuerpo respondía a su cercanía. Tal parecía que sentir su cuerpo contra el mío despertaba mis más bajos instintos primitivos y la lucha continua —al querer alejarme de Dean tanto como es posible y al mismo tiempo querer saltar sobre él—, me tenía agotada. Que lograra afectarme de esa forma no estaba bien. Y que me gustara la manera en que se sentían sus músculos flexionándose cada vez que maniobraba para manejar la harley debajo de mis manos lo hacía todo aún más incorrecto.

Aparentemente la razón para odiarlo que mi mente se encargaba de recordarme, mi cuerpo no lograba comprenderla, o no le importaba.

Internamente me preguntaba si Dean podía notar el cambio en mi cuerpo, esperaba que no.

Y finalmente la muerte de Sophie parecía ser cada vez más fácil de sobrellevar. Tal y como Connor había dicho, ahora había entrado en la fase de aceptación, recordarla no parecía ser tan doloroso, pero las pesadillas nocturnas permanecían y me era imposible mantener más de un par de horas de sueño. Cada día mientras viajaba con Dean en la harley parecía que era el único momento en que mi cuerpo aceptaba dormir, varias veces me quedé dormida por mucho que luchaba por mantener los ojos abiertos. Temí que un día me rompiera la cabeza mientras dormía en el viaje.

No encontraba una explicación para ello, tal vez que en el día parecía que las pesadillas no podían alcanzarme, no estaba realmente segura.

Aumenté la velocidad de la máquina para correr y eché una ojeada al gimnasio, actualmente estábamos en Gloucester, hospedándonos en un hotel ridículamente costoso, pero que Connor y Dean habían estado de acuerdo con pagar porque tenía pase libre al gimnasio incluido. Alrededor de veinte mujeres estaban aquí, la mayoría pavoneándose frente a los chicos sudorosos con músculos trabajados, con la finalidad de conseguir sexo de una noche o si tenían suerte, una relación más duradera. El resto de ellas en verdad estaban trabajando en terminar su ejercicio del día.

Reí cuando miré a Connor alejándose de una pelirroja en ropas de deporte que parecían querer vomitar sus pechos de lo escotada que era su blusa y se inclinaba en lo que seguramente era vista completa para un irritado Connor. No comprendí como es que no entendió que no la quería cerca.

No pude encontrar a Dean alrededor, pero la última vez estaba con una morena demasiado entusiasmada, apuesto a que estaban perdiendo el tiempo en alguna bodega cercana.

Jadeando por aire detuve la máquina para correr y limpié el sudor en mi frente.

— ¿Buscándome?— la voz profunda en mi oído me sobresaltó.

Retrocedí hasta que mi cadera chocó con la máquina para correr.

—No lo hacía— mentí.

Dean mostró su sonrisa ladeada que probablemente haría caer a millones de mujeres a sus pies y tomó un paso más cerca de mí.

Miré su pecho desnudo con las líneas casi hipnotizantes enredándose en sus bíceps y torso, el tatuaje cubría sólo el lado derecho de su cuerpo mientras que el izquierdo permanecía libre de tatuajes, jamás me habían gustado los tatuajes, pero en él había algo que lo hacía demasiado seductor. Su cuerpo brillante por el sudor era casi una imagen erótica para las mujeres en el gimnasio.

— ¿No lo hacías? Porque eso era lo que parecía— se acercó más mientras yo retrocedía y agregó en voz baja—: Es comprensible. Soy demasiado irresistible, no es tu culpa.

Contuve el aliento cuando cerró el espacio entre nosotros y se inclinó hacia mí; con su rostro a centímetros y su cálido aliento chocando contra mis labios. Sentí mi cuerpo tensarse con su cercanía.

—No lo eres, no produces nada en mí que no sean nauseas— contesté.

Sentí la mano de Dean en mi cadera y su pecho mojado presionado contra mi costado, pero por mucho que yo quería golpearlo hasta que comprendiera que no debía acercarse a mí, mi cuerpo traicionero respondía a su cercanía.

Dean sonrió cuando mi respiración se entrecortó y sus labios rozaron mi oreja mientras murmuraba—: No está nada bien mentir, rubia.

Me estremecí al contacto de sus labios en mi oreja y sus dedos presionando suavemente en mi cadera, manteniéndome en mi lugar. Levanté la mirada y su intensa mirada azul me dejó atrapada, contuve la respiración cuando inhaló.

—No miento. Eso es demasiado egocéntrico de tu parte. Tal vez yo estaba buscando a algún hombre que me haya gustado— internamente agradecí que mi voz sonara firme.

Se ojos se oscurecieron antes de que bajara la cabeza y nuestros rostros estuvieran a centímetros de distancia, exhaló suavemente y su aliento mentolado y fresco aturdió mis pensamientos.

—Eso es imposible conmigo cerca.

Enarqué las cejas.

—Ahora vez que no.

La mirada de Dean comenzó a perder intensidad mientras examinaba mi rostro lentamente, finalmente otra sonrisa ladeada apareció y mi cuerpo nuevamente gozaba de su espacio personal cuando se apartó. No sabía si sentirme aliviada o decepcionada, a pesar de que sabía que aliviada era la respuesta correcta.

—Sigue convenciéndote de eso.

Guiñó un ojo y vagamente escuché los suspiros femeninos a mí alrededor antes de que saliera del gimnasio, probablemente rumbo a nuestra habitación de hotel.

Dean era el hombre más idiota, egocéntrico, peligroso… y sexy que había conocido en mi vida.

.

Terminé de llenar mi mochila con la ropa deportiva recién lavada y seca gracias al buen servicio del hotel, el sonido de la cremallera inundó la habitación mientras me levantaba y me echaba la mochila al hombro. Dean y Connor me esperaban en la puerta de la habitación.

—Así que… ¿está vez iremos directo a Hereford?

Connor aseguró las mochilas en el compartimiento de su harley y asintió mientras sus labios se fruncían en concentración.

— ¿Te da miedo llegar, rubia?

Me volví hacia Dean y crucé los brazos frente a mis pechos.

—No, sólo quería calcular que tanto tardaríamos aún hasta que me regreses a Detroit.

Me sorprendió que mi mentira sonara tan creíble, sinceramente el pensar en llegar a Hereford me tenía temblando de terror. No creía ser capaz de poder ver a Dean matando a alguien cuando finalmente comenzaba a acostumbrarme a su presencia.

Dean montó la harley negra y me miró de reojo.

—Viajaremos por todo el país, quizá nos tomara un par de meses hasta que podamos regresarte.

Suspiré con decepción y monté detrás de él.

Con renuencia —después de lo que había sucedido en el gimnasio hace unas horas—, me sostuve de la cintura de Dean mientras él aceleraba la harley.

Tener a Dean tan cerca esta tarde había sido algo completamente nuevo… e inesperado. Jamás en la semana que tenía viajando con ellos Dean se había acercado demasiado y todavía podía sentir el hormigueo en donde sus manos habían estado. Simplemente parecía que la atracción que sentía por él se negaba a desaparecer por mucho que luchara contra ella. Mi único consuelo era que sabía que ceder a ella era imposible, no mientras mi conciencia se negará a detener sus pensamientos de culpa por sentirme de ese modo después de lo que había pasado con Sophie.

Cerré los ojos y disfruté del viento despeinando mi cabello.

Aun si Dean no hubiera matado a mi mejor amiga tener una relación con él era imposible, no creo que él sepa el significado de relación a juzgar por sus múltiples conquistas solo de esta semana, probablemente lo único que obtendría de estar con él sería una ETS.

Me concentré en lo que sucedía a mí alrededor cuando la harley bajó la velocidad y el viento en mi rostro comenzó a disminuir.

Casi salté fuera de la harley como si estuviera en llamas cuando Dean estacionó en una gasolinera solitaria en medio de la carretera, el sol comenzaba a bajar y pronto comenzaría a caer la noche. Dean enarcó ambas cejas pero se abstuvo de comentar algo con respecto a mi reacción —supongo que comenzaba a acostumbrarse— y comenzó a llenar el depósito de gasolina de la harley.

Minutos más tarde Connor estacionó detrás.

—Estás manejando más lento que de costumbre— le dijo a Dean mientras bajaba de la harley roja, Dean lo miró de reojo con los labios apretados—. Hombre, a este ritmo tardaremos demasiado en llegar a Hereford.

Los ojos de Dean se estrecharon y cruzó los brazos sobre su pecho.

—Llegaremos a tiempo— se limitó a contestar.

Connor suspiró y tomó la manguera para llenar su harley. Si algo había llegado a aprender en el poco tiempo que había convivido con Dean era que presionarlo sólo lograba despertar su ira. Él era realmente un chico problema, un chico por el que todas las chicas estarían dispuestas a aceptar los problemas que vienen con él.

Dean me miró y la sonrisa mitad burlona, mitad arrogante apareció. Mentalmente me preparé para lo que diría.

— ¿Crees que puedas manejar el no dormirte sobre mí el resto del camino, rubia? Me gustaría mantener mi espalda libre de babeos hasta llegar a la cuidad más cercana.

Apreté los dientes y cerré mis manos en puños, convenciéndome a mí misma de que lo mejor era ignorarlo. Si algo no había cambiado, eran mis ganas de golpear a Dean hasta borrar esa sonrisa de su cara.

Sus ojos brillaron mientras esperaba mi respuesta.

Sacó un cigarro de la bolsa en su chaqueta de cuero y lo sostuvo entre sus labios mientras lo encendía. Hice una mueca.

—Tus pulmones se caerán algún día si sigues fumando de ese modo.

Dean rodó los ojos.

—Tendría cáncer, rubia. No se caerían mis pulmones. Y tampoco es como si fumara demasiado.

Suspiré con exasperación al saber que su respuesta sólo era para enfadarme más.

—No lo decía tan literalmente, sabes a lo que me refiero. Y sí fumas demasiado— miré a Connor—. ¿Podrías decirle que fuma tanto que será un caso excepcional en el que ni siquiera le alcanzara a dar cáncer antes de que se caigan sus pulmones y muera por falta de oxígeno?

Connor sonrío a mi exageración y asintió solemnemente.

—Exactamente así será— me apoyó.

Sonreí con presunción y me acerqué a Connor para ayudarlo a llenar el tanque de su harley. Tomé la manguera de sus manos y presioné, forzando a la gasolina a apresurarse fuera.

Levanté la mirada a tiempo para ver la mirada de Dean cambiando de su color brillante a una sombra opaca casi haciendo sus ojos azul oscuro, como el cielo antes de una tormenta, de la misma manera en que sucedió por la mañana en el gimnasio.

—Como sea— murmuró, antes de volverse y caminar hasta una máquina expendedora fuera de los baños públicos a unos metros de distancia.

—Gilipollas— dije, lo suficientemente fuerte para estar segura de que me escuchó. A pesar de que siguió caminando.

Los cambios de ánimo repentinos de Dean eran agotadores y todavía lo odiaba lo suficiente para que no me importara retractarme de mis palabras, se merecía todas y cada una de ellas. Si no fuera tan idiota todo el tiempo tal vez me arrepentiría un poco, pero su actitud no ayudaba para que dejara de comportarme como una perra a su alrededor.

Salté hacia atrás cuando la mano de Connor estuvo sobre mi espalda, podía ser muy buen amigo, pero tocarme era un límite que nadie podía cruzar, sin importar lo buenos que fueran, ni siquiera Sophie había logrado abrazarme después de años de amistad. El pensamiento fugaz de Dean tocándome en el gimnasio por la mañana apareció, pero rápidamente me convencí de que no había tenido opción, porque Dean me había acorralado y estaba con la guardia baja.

—No deberías de ser tan dura con Dean, es un buen chico.

Fruncí el ceño cuando los ojos de Connor parecían casi tristes, el sentimiento de culpa que no había logrado sentir apareció mágicamente.

—No lo es.

Connor miró a la distancia y en sus ojos se manifestó la batalla interna que tenía en ese momento, después su mirada se trasladó hasta Dean y suspiró profundamente.

—Sí, lo es, Allison— sus labios se fruncieron—. El no haría nada para dañar a nadie.

Inhalé lentamente, porque esa era probablemente la mentira más grande que había escuchado.

—Eres un buen amigo Connor y está bien que pienses eso de Dean. Pero no es verdad. Las personas buenas no matan gente por dinero, además de que eso daña a mucha gente, empezando por sus familias.

Connor me miró y vaciló, sus ojos parecían querer transmitirme un mensaje, minutos más tarde la determinación iluminó su mirada y cuadró sus hombros.

Después, la revelación más impactante abandonó sus labios.

—No quería decirlo de esta manera Allison, pero… Dean no fue quien mató a Sophie.

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