by - septiembre 12, 2014



Edward POV



Aro le sonrió a Bella, que esperaba expectante algún movimiento.

—¿Sabes querida? Todo esto es innecesario, lo único que debes hacer es aceptar venir con nosotros —murmuró Aro tranquilizadoramente.

Bella gruñó y sus dientes perlados refulgieron a la luz de la luna.

El rostro de Aro se crispó y negó con fingido pesar.

—Elegiste mal, Bella —murmuró con su voz repentinamente endurecida y sus ojos inyectados de furia.

Las tropas de vampiros se lanzaron sobre Bella, ella sonrió con malicia y sus ojos cambiaron a un extraño plateado rojizo.

Deténganse. —Ordenó.

Su voz era mucho más suave y musical, casi hipnotizante. Inmediatamente los vampiros se inmovilizaron obedeciendo sus órdenes.

Bella arqueó las cejas mirando a Aro que le devolvía la mirada con la codicia brillando en sus pupilas.

—¿Quién te habló de mí? —exigió Bella con voz fría.

Aro sonrió y miró algún punto entre los árboles. Unos segundos después Jonh estaba a su lado mirando fijamente a Bella.

—Un gusto verte de nuevo, cielo.

Las facciones del rostro de Bella se endurecieron.

—Jonh —gruñó entre dientes.

Aro sonrió con socarronería y miró fijamente a Bella unos minutos, midiéndola mientras ella mantenía su rostro inmune a la intimidante mirada que Aro le otorgaba.

—Jane —susurró Aro con los ojos fijos en Bella.

Sentí el dolor antes de preverlo.

Casi pude sentir que por mis venas corría fuego, la sensación de estar quemándome por dentro empeoró con el hecho de que me era imposible moverme. Quise cerrar los ojos y alejarme un momento del dolor que embargaba cada rincón de mi cuerpo, pero me era imposible hacerlo.

Sentí mis músculos tensarse en una silenciosa queja al alto incentivo de dolor que estaba recibiendo.

—¡Déjalo en paz! —Escuché un grito que parecía demasiado lejano.

Unos segundos más tarde el dolor había desparecido, pareciendo casi una invención de mi mente.

Jadeé en busca de aire como un acto reflejo.

Pude notar que la anestesia había desaparecido de mi cuerpo cuando caí sobre la tierra húmeda y toda mi familia se arremolinó a mi alrededor con sus ojos brillando de preocupación.

—Así que… ellos son tu punto débil. —Sonrió Aro juguetonamente, como un niño siendo pillado al hacer una travesura.

Supe que Bella iba a negar cuando su postura volvió a la indiferencia de hace tan sólo unos minutos. Pero antes de que tuviera la oportunidad de pronunciar una palabra escuché el grito desgarrador que emitió Carlisle antes de caer al suelo sin motivo aparente.

Los ojos de Bella se cristalizaron y se llenaron de dolor al ver a su padre de ese modo.

—¡No! Por favor, ¡no les hagan daño! —gimió adolorida mirándonos a todos con tristeza.

La sonrisa de Aro se extendió y con un movimiento de cabeza le ordenó a Jane que terminara con la tortura de Carlisle.

—Mi querida Bella, tu sabes que no queremos dañar a nadie —dijo Aro ofendido.

Bella gruñó y cerró sus manos en puños, estaba seguro de que se estaba conteniendo a lanzarse sobre Aro en ese momento.

—Por supuesto que no —contestó Bella con un ligero tinte de sarcasmo escondido en sus palabras que sólo pudo captar mi familia que al igual que yo la conocíamos demasiado bien.

De reojo miré la ligera sonrisa orgullosa de Carlisle al ver a su hija manejar tan bien la situación, inevitablemente sonreí un poco también y sentí mi pecho llenarse de orgullo.

—Nos estamos entendiendo mejor Bella —murmuró Aro con entusiasmo.

Bella asintió obedientemente en respuesta y Aro suspiró satisfecho.

—Sabes que lo único que queremos es que nos acompañes —dijo Aro con ligereza—, todo saldrá bien mientras cumplas ese pequeño requisito.

Pude notar a Bella dudar, mirándonos con sus grandes y expresivos ojos —ahora celeste violeta— entristecidos. Sacudió la cabeza un poco y se volvió hacia Aro, sonriendo repentinamente.

—Nunca —declaró.

Los ojos pecaminosos del viejo Vulturi se abrieron por la sorpresa cuando los licántropos entraron en escena.

Sus pelajes lustrosos brillaban con la escasa luz que proporcionaba la luna y sus dientes afilados destacaban entre la oscuridad del prado. Reconocí a Jake cuando se posicionó al lado de Bella y sonrió ampliamente.

Los licántropos se lanzaron sobre las tropas de vampiros que habían vuelto a la vida después de que Bella se los permitiera.

Ella se acercó a Aro y levantando un poco el vestido rojo que llevaba deslizó una estaca que se sostenía con una cinta negra a una de sus piernas. La levantó en lo alto y se la mostró a Aro con una sonrisa casi diabólica, él abrió los ojos con terror en respuesta y retrocedió un poco cuando Bella se acercó un paso.

—¿Has oído de mi leyenda, no Aro? —preguntó Bella mientras se miraba las uñas con fingido desinterés.

Aro asintió rápidamente y tragó en seco.

—Y supongo que sabrás que esta estaca es especial para matar a todo aquel que sea una amenaza para mí —murmuró mirándolo fijamente.

La respiración de Aro se aceleró y una extraña sensación de gratificación me inundó al verlo de ese modo. Lo merecía por intentar dañarnos e intentar matar a Bella.

—Si ustedes se van todo será sencillo y no habrá ningún problema —propuso Bella con una sonrisa dulce que sólo le daba un toque más terrorífico a la escena—, todo saldrá bien mientras cumplas ese pequeño requisito —murmuró agregando las palabras que él había pronunciado hace apenas unos cuantos minutos.

Aro levantó las manos y suspirando asintió.

—Está bien… acepto —murmuró con voz entrecortada.

Bella bajó la estaca, su ceño estaba fruncido con desconfianza y esperó a que Aro caminara en dirección al bosque, con la mirada fija en él, hasta que sentí que un par de brazos me presionaban desde atrás, inmovilizándome completamente.

Al mirar a mi alrededor pude ver que mi familia y los Denali estaban en la misma situación que yo, siendo sostenidos por un miembro de la guardia de los Vulturi.

Bella gruñó y Jake inmediatamente se posicionó a su lado con el resto de la manada flanqueándolos.

Se lanzaron contra los Vulturi y cuando un lobo de pelaje chocolate estaba por arrancarle un miembro del cuerpo a uno de ellos sentí que tiraban de mi cabeza con fuerza. Me fue inevitable gritar, por un momento creí que la desprenderían de mi cuerpo y sería mi fin… hasta que Bella lo escuchó y ordenó a los licántropos que se detuvieran, justo en ese momento sentí que las manos que tironeaban de mi cabeza se detenían.

Suspiré aliviado y preocupado… al parecer no teníamos salida.

Jake estaba dispuesto a lanzarse sobre Aro sin importar las consecuencias, hasta que su mirada se encontró con una chica extraña que abrazaba sus piernas y temblaba ligeramente. Noté que su corazón latía con rapidez, su piel era blanca y tersa, sus ojos de color café avellana y su cabello negro caía alrededor de su rostro.

Aro sonrió complacido al ver la reacción de Jake.

Examiné la mente del licántropo en busca de una explicación y un jadeo de sorpresa se escapó de mis labios cuando la historia de ambos se coló en mi mente. Al parecer Jake y la chica, Lizauli, se conocían desde que eran niños, pero extrañamente ella había desaparecido de la noche a la mañana sin dejar rastro alguno, dándola por muerta.

Me removí incómodo cuando los pensamientos de Jacob hacia ella se tornaron protectores, tan intensos como los míos hacia Bella.

No tardé demasiado en caer en la cuenta de que Jacob se había imprimado de Lizauli… y él tampoco.

Buscó con la mirada a Bella que inmediatamente le devolvió una mirada intensa y asintió casi imperceptiblemente.

Fruncí el ceño confundido… que no Bella y Jacob… sacudí la cabeza impidiéndome terminar el pensamiento, porque sólo imaginar a Bella con alguien más hacía mi cuerpo arder en celos y mi corazón romperse en mil pedazos.

Pude escuchar la lucha interior que Jacob estaba llevando a cabo en ese momento. Sus pensamientos eran un caos total.

Por una parte estaba decidido a ayudar a Bella y terminar lo que había comenzado… pero por otro lado su preocupación y protección hacia Lizauli era tal que pensar en que algo le sucediera se le erizaba la piel.

Una vez más me sentí identificado con sus pensamientos.

Sacudí el sopor de mi mente intentando aclarar mis pensamientos, ¿qué diablos estaba pasando aquí?

Finalmente el lado más fuerte de Jacob tomó el control de la situación y su decisión fue tomada. Inclinando la cabeza hacia abajo frente a Bella con aflicción, casi como si estuviera pidiéndole perdón, se dio por vencido retirándose de una pelea en la que… de todos modos perderíamos.

Bella le sonrió cariñosamente y acarició su lomo café rojizo con la palma de su mano lentamente, tuve la extraña sensación de que Bella sabía que ocurriría esto… pero inmediatamente deseché el pensamiento.

Bella no lo sabía… ¿cierto?

Dudé cuando miré a Bella suspirar profundamente y lanzarnos una mirada de añoranza. Retazos de algunas palabras que Bella había dicho antes se colaron en mi mente y todo tuvo sentido repentinamente. Su misteriosa tristeza… su insinuación de que tal vez Tanya sería mejor… nuestra repentina ruptura… todo encajó como piezas de un puzzle.

Ella sabía que esto pasaría.

—Haz lo que tengas que hacer Aro —murmuró con voz derrotada.

—¡No! —grité antes de procesarlo.

Bella me miró y en sus ojos pude ver el dolor que la estaba deshaciendo por dentro.

¡No puedes dejarme princesita, no otra vez, no me abandones otra vez!, gritó Carlisle mentalmente.

Unos segundos más tarde explotaron diversos pensamientos afligidos que le imploraban a Bella que no se marchara.

Ella negó con una sonrisa triste y suspiró pesadamente.

Sus ojos cambiaron a color naranja grisáceo y las lágrimas no tardaron demasiado en caer por sus mejillas. Una opresión en mi pecho me hizo casi imposible respirar y sentí que de haber podido ahora sería un mar de lágrimas.

—Bella… mi ángel… —suplicó Carlisle con el ceño fruncido y las comisuras de su boca caídas.

Bella cerró los ojos con fuerza y murmuró suavemente—: Te quiero, papá.

Intenté zafarme de los brazos que me aprisionaban pero parecía que repentinamente la fuerza se había esfumado de mi cuerpo y sólo pude ver como los Vulturi se alejaban con Bella a su lado.

—¡No lo hagas! —gemí adolorido y los sollozos que estaban aprisionados en mi pecho por fin hicieron acto de presencia.

Te amo Edward, por siempre, escuché su promesa mental.

Unos minutos más tarde pude ver como Bella y los Vulturi desaparecían a través de los árboles y sentí mi pecho oprimirse con fuerza cuando el último pensamiento de Bella dirigido a todos nosotros resonó en mi mente.

Son mi familia, los amo y los amaré por siempre.

Me dejé caer cuando sentí que finalmente me soltaban. Se la habían llevado. Mi razón de existir, mi alma, mi corazón… mi todo.

Ahora… ahora ya no me quedaba nada.

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