by - septiembre 12, 2014



Edward POV




Intenté separar a Tanya una vez más, me pregunté de dónde sacaba tanta fuerza, me era imposible desprenderme de ella sin lastimarla o llamar la atención de los demás.

Parecía que en cualquier momento Bella se lanzaría sobre Tanya, que se colgaba de mi cuello en un vano intento por alcanzar mis labios.

Cerró sus manos en puños con fuerza y resopló con enojo, sus ojos ardían en furia contenida, pero cuando estaba por lanzarse contra Tanya pareció que la parte racional de su mente hizo acto de presencia, ya que le lanzó una rápida mirada a Carlisle y después negó suavemente con la cabeza, frunciendo el ceño con frustración.

Después una inesperada sonrisa maliciosa apareció en su rostro.

—Cariño, creo que no nos has presentado —murmuró Bella apartando a Tanya y lanzándose a mis brazos.

La recibí instantáneamente sosteniendo su cuerpo como un acto reflejo y sonreí al sentir el calor que desprendía contra mí, tuve que contener un suspiro de alivio al darme cuenta de que no estaba enfadada conmigo. Pero algo en su mirada me hacía saber que las cosas no estaban completamente bien.

Después me besó con insistencia ante la mirada estupefacta de todos los presentes y olvidé todas mis dudas. Es cierto que la familia sabía de nuestra relación… pero nunca dábamos muestras cariñosas públicamente, a Bella nunca le había gustado, pero al parecer hoy tenía otros pensamientos.

Cuando se separó miró directamente hacia Tanya. Cuando se percató de su mirada de asombro y su boca abierta, esbozó una pequeña sonrisa, conforme con el resultado.

—Ellos son la familia Denali: Tanya, Kate, Irina, Carmen y Eleazar —murmuré intentando recomponerme, para después agregar un escueto—: Bienvenidos.

Bella los miró unos momentos, estudiándolos con la mirada y después forzó una sonrisa al mirar a Tanya.

—Un gusto familia Denali —dijo con un educado asentimiento de cabeza mirando a cada uno de los recién llegados—. Soy Bella… Swan —Carlisle frunció el ceño en desacuerdo al escuchar su apellido y Bella fingió no notarlo—, me disculpan un momento.

Se zafó de mi agarre y se perdió entre los árboles unos segundos más tarde, corriendo rápidamente sin mirar atrás.

Sentí la mirada de mis hermanos sobre mí y la intensa mirada de Carlisle que me exigía una explicación para lo que acababa de pasar. Me encogí de hombros, incapaz de entender el comportamiento de Bella y por qué había huido hacia el bosque tan precipitadamente.

Ignoré a la familia Denali y sin pronunciar palabra salí corriendo en la dirección por la que Bella había desaparecido entre los árboles, el suave y dulce olor de su esencia aún permanecía flotando en el aire, mentalmente suspiré agradecido porque no hubiera utilizado uno de sus dones para evitar que la siguiera, de ese modo me habría sido imposible encontrarla por mucho que lo intentara.

Después de buscarla a través de su esencia pude encontrarla en el límite que nos marcaba el tratado, mirando el mar mientras se abrazaba a sí misma.

—Bella… —Suspiré aliviado.

Me ignoró mientras escrutaba detenidamente las olas del mar que se rompían sonoramente contra las rocas de la playa. Su rostro estaba triste y yo quería entender que era lo que sucedía.

—Bella… Tanya y yo no… —Intenté explicarle.

—Lo sé. —Suspiró, interrumpiendo mi monólogo.

Fruncí el ceño y casi con timidez me acerqué a ella, si estaba enfadada lo menos que quería era empeorar las cosas, así que con cautela me senté a su lado y observé su rostro detenidamente, sus labios se doblaban en un puchero inconsciente, producto de su misteriosa tristeza.

—¿Qué pasa?

Negó con la cabeza rápidamente, evitando mirarme.

—Bella… —advertí.

Me ignoró y mordió su labio inferior con nerviosismo, ese gesto me distrajo unos minutos.

—Has pensado… —Tomó una bocanada de aire, parecía que le costaba pronunciar las palabras—. Has pensado que tal vez ella… Tanya… ¿sea lo mejor para ti?

Sus palabras me descolocaron.

No era algo que me esperaba que dijera y el shock que me causaron sus palabras me dejó sin habla. Sabía que no estaba bromeando, de otro modo no le habría costado tanto trabajo decirlo… pero me era imposible terminar de sospesar sus palabras, simplemente no podía terminar de comprender cómo era posible que ella dijera eso… ¿es que acaso ya no me amaba?, ¿se había cansado de mí?, ¿finalmente se había dado cuenta de lo mucho que ella valía?

—¿Tú… lo crees de ese modo? —pregunté con voz entrecortada, temiendo su respuesta.

Me miró unos minutos y después desvió la mirada, escondió el rostro entre sus pequeñas manos, en un intento por evitar mi escrutinio. Con suavidad dirigí mis manos hacia las suyas y las aparté con delicadeza, obligándola a mirarme. Esperando impaciente su respuesta.

Me estudió unos segundos. Y después con tristeza digirió su mano a mi mejilla, pero se detuvo antes de tocarme, indecisa.

—No lo sé —contestó finalmente en un bajo susurro y dejó caer su mano que aún se extendía frente a mi rostro.

Sentí que algo se rompía dentro de mí con sus palabras y acciones. Que ella dudara de nosotros… no podía hacerlo, no después de todo lo que había pasado para tenerla conmigo, repentinamente ansié el toque que ella prefirió no otorgarme.

Me acerqué a ella dispuesto a sentir el calor de su piel bajo las yemas de mis dedos, como un bálsamo para mis heridas y cuando ella retrocedió sentí que lo poco que quedaba vivo dentro de mí se rompía en mil pedazos.

Miré su rostro en busca de una explicación, me sorprendí al ver sus labios formando una mueca de tristeza —posiblemente igual a la mía— y sus ojos inundados en lágrimas doradas que caían por sus mejillas.

—Lo siento, así es como deben ser las cosas —susurró con voz rota.

No pude contestar y rebatir sus palabras, ya que un movimiento entre los arboles distrajo mi atención.

Un gran lobo con pelaje rojizo salió en dirección a Bella que lo miraba atentamente. Podía tener el tamaño de un caballo con facilidad, pero sus ojos mostraban una inteligencia poco común en un animal… fue cuando me pasó de largo para llegar hasta Bella y su aroma impactó en mi rostro que comprendí que era un licántropo.

Fruncí el ceño.

¿Qué hacía un licántropo aquí?

—Jake —murmuró Bella con una pequeña sonrisa, las lágrimas aún bajaban por sus mejillas.

El licántropo terminó su camino hasta ella, agachándose para poder mirar su rostro y después su hocico se abrió mostrando su lengua en una sonrisa juguetona.

Bella sonrió más ampliamente y negó.

—¡Ni se te ocurra hombre! —exclamó alejándose de él.

Se acercó los pasos que Bella se había alejado, y deslizó su lengua por su rostro, desde el nacimiento del cabello hasta su mentón, repitiendo el proceso en ambos lados de su rostro, limpiando de ese modo las lagrimas doradas que manchaban su piel pálida.

Bella hizo una mueca de asco en desacuerdo y el licántropo profirió un aullido agudo, más parecido a una risa.

Bella cruzó los brazos sobre su pecho con fingida indignación y el licántropo sonrió una vez más, le lanzó una mirada y desapareció entre los árboles. Miré a Bella en busca de una explicación, ella me devolvió la mirada, podía ver la tristeza —por tener que separarnos— escondida en ellos. No pude formular una frase, porque Jake regresó, ahora en forma humana, era demasiado alto y fornido, por un momento me recordó a Emmett, su piel era rojiza y su cabello negro azabache.

Se dirigió directamente hacia Bella, su mirada era casi de… adoración, como si no existiera nadie en este mundo más que ella.

Luché contra el gruñido que luchaba por escapar de mi boca.

—Vamos Bells, fue divertido —dijo mirándola con una gran sonrisa en su rostro.

Bella fingió estar enfadada con los brazos cruzados sobre su pecho, mirando hacia otro lado y evitando su rostro. Sentí que mi cuerpo hervía de furia cuando escuché la devoción que mostraba en su voz al hablarle a mi chica, cerré mis manos en puños luchando con la fuerza que me exigía reclamar lo que era mío.

El chico se acercó a Bella y tomó su mentón entre sus manos, levantando su rostro hacia él y esbozando una gran sonrisa cuando sus ojos se encontraron.

—Te extrañé —murmuró mirándola fijamente.

—Yo también Jake —susurró Bella lanzándose a sus brazos.

Sentí que era demasiado para mí.

No podía soportarlo, tal vez después de todo Bella no me amaba tanto como yo creía, tanto como la amaba a ella, y la prueba estaba frente a mí. Mi cuerpo se tensó y mis manos picaron por su contacto, deseando desesperadamente que ella me amara o que al menos en algún momento me haya amado… pero eso era algo que nunca sabría.

Con rapidez y sigilo me alejé de ellos, incapaz de ver algo más.

Mientras me dirigía a casa intenté componer mi expresión, no quería que nadie se enfadara con ella por lo que había sucedido, Bella no tenía la culpa de no haber llegado a amarme.

Mis pensamientos se disiparon cuando sentí mis músculos tensarse e inmovilizarse. Frente a mí estaba mi familia inmóvil, con la guardia Vulturi vigilándolos. Aro soltó una alegre carcajada al verme y levantó las manos con regocijo.

—¡Edward! Un gusto que nos acompañes —exclamó con una ancha sonrisa.

Estaba seguro que de haber podido habría fruncido el ceño.

Jamás había visto a Aro, es decir, yo sabía quién era, porque todo vampiro con más de una década de existencia lo sabía, pero él no me conocía, no tenía por qué.

—No te preocupes mi querido Edward, te conozco mejor de lo que crees —aseguró al ver mi mirada de desconcierto.

Un estremecimiento me recorrió el cuerpo cuando su mirada pecaminosa se posó sobre mí, para mi mala suerte, mi repentino congelamiento me impedía apartar la vista. Hasta que Aro sonrió complacido y miró algo —o alguien— detrás de mí.

Su sonrisa se amplió mostrando una hilera de dientes blancos.

Las palabras mentales de mis hermanos, Esme y Carlisle me atacaron repentinamente.

¡Vete de aquí Bella!

¡Puedes huir, nosotros estaremos bien!

¡Aléjate antes de que te lastimen!

¿Qué es lo que haces?, ¡vete de aquí!


Los pensamientos de cada uno concentrados en la preocupación que sentían por Bella, en la mente de cada uno de ellos pude ver el rostro de Bella más pálido de lo normal mientras examinaba la cantidad de vampiros que esperaban por ella y nos miraba con tristeza.

No permitiré que nada les suceda, lo prometo.

La voz de Bella resonó en mi mente y supe que mi familia también la había escuchado cuando sus ojos se dilataron de sorpresa.

La guerra comenzaba.

You May Also Like

0 comentarios