by - septiembre 09, 2014



Los Cullen y mi padre intentaban calmarme.

Caminé en círculos por la sala de la casa Cullen, estaba demasiado alterada.

Para mi suerte los Cullen me volvían a tratar como siempre, después de haberse disculpado un centenar de veces diciendo que los había tomado desprevenidos.

Ahora eso era lo menos importante, el gran problema era que Jonh regresaba.

¡Maldita sea!, ¿por qué justo ahora decidía aparecer? Eso es lo que me pasa por desconectar mis dones tanto tiempo, si nunca los hubiera desconectado, esto no me habría tomado por sorpresa, porque habría sabido que Jonh fue convertido.

¡Pero no!, ¡debía de tener un momento de depresión! Ahora me arrepentía.

—¡Bella! —dijo mi papá tomándome de los hombros para detener mi caminata.

—¡Volvió papá!, ¡volvió! —grité alterada.

—Cariño, siéntate y tranquilízate —musitó con cautela.

Lo bueno de mi papá era que me conocía demasiado bien y sabía que si estaba alterada, que me gritaran sólo empeoraba las cosas.

Me guió hacia uno de los sofás al lado de Edward, que sonrió y cuando me senté a su lado deslizó su mano alrededor de mi cintura y comenzó a acariciar mi cabello.

—Todo estará bien —susurró suavemente.

Suspiré, inhalé y exhalé varias veces.

—Ahora princesita, dime qué viste en la visión —dijo mi papá con voz dulce, frente a mí.

Me tensé inmediatamente y Edward apretó su agarre.

—Tranquila, necesitamos que te tranquilices —susurró en mi oído.

Me costó varios minutos pero logré tranquilizarme, le sonreí a Edward, agradeciéndole silenciosamente.

—Primero vi a un hombre corriendo —susurré—. Fue algo muy extraño —fruncí el ceño al pensar en eso—, él corría por el bosque, pero repentinamente se detuvo y se volvió sonriendo, parecía saber que lo veía, su sonrisa era algo así como… macabra, después siguió su camino.

Todos fruncieron el ceño al escuchar mis palabras, mi papá parecía enojado.

—¿Bella? —Me llamó Emmett.

Lo miré curiosa.

—¿Quién es Jonh? —preguntó con el ceño fruncido.

Edward me miró fijamente, expectante y a la espera de mi respuesta.

Me removí incómoda y aparté la mirada.

—Umm… pues… Jonh… él es… —balbuceé incoherentemente.

—Su ex novio —dijo mi papá.

Lo fulminé con la mirada y me miró extrañado, no entendía por qué no podía decirles.

Me volví hacia Edward con cuidado, me apretó más contra su pecho, su mirada se endureció y comenzó a respirar agitadamente.

¡Diablos!

—¿Por qué está aquí? —preguntó, sus manos cerradas en puños.

Tragué saliva.

Me incorporé y me situé frente a todos, que estaban sentados en los sillones con expresiones de confusión.

—¿Qué es lo que busca? —preguntó ahora mi papá enojado.

Él ya imaginaba qué era lo que Jonh buscaba, pero quería que se lo confirmara, bajé la mirada.

—A mí —susurré, mi voz casi inaudible, casi.

Un repentino estruendo me hizo saltar y levantar la vista.

La mesa de centro que estaba frente a los sillones de la sala estaba rota por la mitad y Edward parado frente a ella con expresión furiosa.

—¿Edward? —pregunté asustada.

Me miró y su expresión se suavizó, después vio las expresiones de su familia, igual de asustados que yo, a excepción de mi papá que parecía estar a punto de hacer lo mismo que Edward.

—Lo siento —masculló y salió rápidamente por la puerta principal.

Todos se quedaron mirando fijamente la puerta por la que había salido Edward, extrañados por su reacción, a excepción de Alice que sonreía.

Miré a Alice, ¿sabía algo que yo no?

Cuando notó mi mirada sobre ella rápidamente cambió su expresión.

Fruncí el ceño, esto era muy raro.

—Creo que iré a ver qué le pasa —mascullé antes de salir.

Me interné en el corazón del bosque y la oscuridad de la noche me envolvió. Seguí la esencia de Edward.

Lo encontré en el prado. En donde habíamos estado juntos viendo el ocaso, el gorgoteo del río emanaba tranquilidad. Edward parecía triste y casi torturado. Me destrozó verlo así.

Me acerqué y me senté a su lado. Con cuidado me incliné y deposité un pequeño beso en su mejilla, lo que sea que lo perturbara, quería que supiera que podía contar conmigo.

Su expresión se suavizó, me tomó entre sus brazos sentándome en su regazo y abrazándome casi con urgencia. Descansé mi mejilla en su hombro y suspiré, mientras él continuaba abrazándome y dibujando figuras desiguales con sus dedos en mi espalda.

—¿Te vas a ir con él verdad? —preguntó después de unos minutos de silencio.

Fruncí el ceño, confundida.

—¿Qué?

—Con él, con tu ex novio, te vas a ir, ¿verdad? —preguntó triste.

Cuando comprendí la razón de su tristeza sonreí y me lancé a sus brazos provocando que cayéramos acostados en el pasto.

—No me voy a ir con él. —Le prometí.

Sonrió y su rostro se iluminó.

—¿De verdad? —preguntó esperanzado.

—De verdad, ustedes son mi familia, jamás abandonaría a mi familia.

Frunció el ceño.

—¿Pasa algo malo? —pregunté preocupada.

Inspiró una gran bocanada de aire y me miró fijamente a los ojos con determinación.

—Sí. Bella yo…

—¡Edward!, ¿por qué te fuiste de ese modo?, ¿estás bien? —preguntó Esme corriendo hacia Edward.

Los Cullen venían detrás de ella, Alice tenía una expresión de decepción en su rostro, miró a Edward por unos momentos, parecía culpable.

Edward suspiró y le asintió.

Después ambos se percataron de mi mirada y la apartaron rápidamente, simulando normalidad.

—Estoy bien mamá —contestó Edward.

Forzó una sonrisa y Esme pareció creerle.

Un dolor punzante me tomó desprevenida, solté un grito.

Una visión.

Jonh llegó a Forks. Sonrió complacido al ver que lo estábamos esperando. Estábamos en un lugar abierto en medio del bosque, había sol, demasiado sol y todos brillábamos como diamantes recién pulidos…

Jadeé y volví a la realidad.

Frente a mí todos los Cullen me miraban preocupados. Mi papá me ayudó a levantarme del suelo, ¿por qué estaba en el suelo?

—¿Estás bien? —preguntó.

—Sí, ¿por qué no lo estaría? —pregunté confundida.

—Gritaste, parecía que alguien te estaba torturando y después te desmayaste, estuviste alrededor de cinco minutos inconsciente —explicó.

Eso sólo se podía significar algo… habrá problemas.

—Tuve una visión, de Jonh —susurré—, jamás me había pasado esto con una visión —dije, fingiendo no saber porqué—. Jonh llega mañana por la mañana, habrá sol y estará en una especie de prado en medio del bosque, voy a estar ahí esperándolo.

Mi papá suspiró audiblemente.

—Te acompaño.

—Voy con ustedes —dijo Edward rápidamente.

—Creo que iremos todos —concluyó Esme.

Las horas pasaron con extrema rapidez, ¿qué era lo que pasaba con el tiempo?, ¿por qué siempre que quieres que tarde es cuando más rápido pasa? Bufé disgustada.

Todos los Cullen y yo estábamos caminando de un lado a otro por la casa, intentábamos distraernos pero nos era imposible. Mi papá parecía que iba a dejar un hoyo en el suelo si no dejaba de caminar en círculos y yo no podía dejar de moverme.

Finalmente la hora llegó.

Todos nos dirigimos al lugar que había visto en la visión, Jonh no debía tardar en llegar, intenté buscar en su futuro, pero me era imposible, cambiaba de opinión con tal rapidez que sólo veía borrones, parecía que sabía cómo bloquearme y había practicado mucho, sólo una rapidez extrema para cambiar de opiniones podía bloquearme.

Me dolió la cabeza de tanto intentarlo así que me rendí.

Pero activé todos y cada uno de mis dones, los físicos y mentales, por si algo malo sucedía. Los pensamientos y sentimientos de todos me llegaron como baldes de agua.

Si se atreve a acercarse a mi princesita yo mismo lo mataré, pensó mi papá enojado.

—No hagas ninguna tontería. —Le regañé.

Me miró sorprendido y después sonrió.

—¿También lees mentes? —preguntó Emmett.

Asentí y bufó.

—¡Vaya! Menos privacidad todavía —exclamó dramáticamente levantando las manos al cielo.

Sonreí negando con la cabeza.

—¿Alguna vez me vas a enseñar tus poderes? —preguntó como un niño pequeño.

—Sí, lo prometo —dije.

—¡Yupi! —dijo emocionado.

Era raro ver a un grandulón como Emmett, saltando emocionado por una pequeñez como esa.

Escuchamos ruidos, alguien se acercaba, reconocí la esencia inmediatamente, no había cambiado demasiado.

De entre los arboles apareció Jonh.

Era tal vez unos tres años más grande que cuando lo conocí, calculé que tenía alrededor de veintiún años. Su cabello seguía siendo de un impresionante e intenso negro, que resaltaba su pálida piel y ojos borgoña. Su mirada se posó en mí y una sonrisa se extendió en su rostro.

—Tanto tiempo sin vernos, cariño —dijo con jovialidad y total naturalidad.

Se acercó más a nosotros, sólo estábamos separados por unos tres metros de distancia, la familia gruñó en advertencia, él lo ignoró y permaneció con su sonrisa inmutable, su piel centellando.

Y lo siguiente no lo preví.

Se acercó rápidamente a mi lado y me besó... los gruñidos aumentaron...

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