by - septiembre 05, 2014



—Papi, por favor, tranquilízate. —Pedí.

—Bella cariño, ¿cómo me pides que me tranquilice?, ¡mi pequeñita mantiene una relación con un humano! —dijo—, cariño, no quiero que salgas lastimada. —Suspiró—. Tú sabes que esa relación no puede durar más de unos cuantos años; recuerda que nos vamos dentro de cinco años ya que para ese entonces cumpliremos siete años de estar aquí en Rusia —murmuró intentando razonar conmigo, casi rogándome.

—Lo sé —contesté—, pero… lo quiero.

En cuanto terminé de decir aquellas palabras bajé la cabeza y mi papá se quedó callado.

Al levantar los ojos descubrí que en su rostro había una mueca de preocupación, él no quería que yo terminara lastimada, pero al parecer no era eso lo único que le preocupaba…

—Entonces… piensas… ¿transformarlo? —preguntó.

Mentalmente rogaba porque mi respuesta fuera un no, hice un enorme esfuerzo por no sonreír.

—No, papi. —Aseguré.

—¿Entonces, mi niña?, ¿a dónde llegara esta relación? —Cuestionó confundido.

Fruncí el ceño ante esa pregunta pues ni yo estaba segura de saber la respuesta.

—Supongo que sólo estoy dejándome llevar, tú lo dijiste papá, soy sólo una adolescente. —Rebatí.

Una sonrisa se formó en mis labios.

—Sí, supongo que sí.

—¿Entonces, lo conocerás? —pregunté emocionada.

—Sí —susurró.

Suspiró, resignado.

—Gracias —chillé feliz—, gracias, gracias, gracias. —Repetí una y otra vez mientras repartía besos por todo su rostro.

—Muy bien cariño, ¿cuándo vendrá? —En el momento que preguntó eso me paralicé—. ¿Ahora qué pasa pequeña?

—Pues… yo… umm… —tartamudeé.

Mi padre enarcó una ceja.

—Déjame adivinar, no le has dicho que tienes pensado traerlo —murmuró divertido.

Bufé.

—No. —respondí—. Sabía que te pondrías paranoico con la noticia y prefería no exponerlo.

Mi padre frunció el ceño.

—No reaccioné tan mal —contestó.

Me eché a reír.

—¿Hablas en serio? A puesto a que si aún fueras humano habrías tenido un ataque cardiaco o te habrías desmayado —comente entre risas y al parecer a mi papá le pareció divertido porque aunque trató de parecer enojado no pudo contener una sonrisa—. ¡Vamos! Hasta tu sabes que fue gracioso.

—Sí, tienes razón —dijo con una pequeña y corta risa.

—Bueno, bueno —dije cuando normalicé mi respiración, aunque fuera innecesario—, volviendo al tema, le diré a Jonh y lo traeré el sábado, estoy segura que no se opondrá. —Aseguré—. Aunque a puesto a que se va a poner nervioso cuando le diga o le dará un ataque de pánico, no todos los días conoces al padre vampiro de tu novia.

—¿Y cómo haremos para que parezca humano? Yo no tengo tu don —murmuró—. Notará algo extraño en mí.

—No te preocupes. —Lo tranquilicé—. Te lo compartiré.

—¿Me lo compartirás?

—Bueno… algo así —contesté— ambos lo tendremos, te lo puedo prestar por el tiempo que quiera, así que cuando acabe su visita lo desactivaré, pero si prefieres puedo prestártelo por unos cuantos años, después de todo tengo la capacidad de prestárselo a mas de 300 vampiros por el tiempo que quiera y no me afecta, con este don activado no importa si estamos al sol ya que por los efectos somos como humanos, pero con fuerza, velocidad, belleza y todas las cosas características de un vampiro —expliqué.

—Nunca me habías dicho eso —dijo.

No había tono de reproche o enojo en su voz sólo curiosidad y fascinación.

—No pensé que fuera importante. —Me encogí de hombros.

—Bueno, eso ya no importa cariño. —Aseguró.

—Gracias papi —contesté regalándole una sonrisa.

En verdad se lo agradecía profundamente.

Que mi papá me tuviera tanta paciencia y no me obligara a contarle sobre mí, ¡no sabía nada de mí! Ni siquiera mi edad o el lugar en donde vivía en mi vida humana, ni el nombre de mis padres biológicos, absolutamente nada, tampoco mis dones, él piensa que mi único don es el de la ilusión y es mejor que siga pensando eso, ya después hablaré con él y le diré todo de mí.

Pero ahora es todo tan perfecto que me da miedo que al final se destroce, así que como una silenciosa muestra de agradecimiento me acerqué a abrazarlo.

—Te quiero, lo sabes, ¿verdad? —Asintió y suspiró—. Sólo dame tiempo —dije casi inaudiblemente hasta para un vampiro.

—Toda la eternidad si tú quieres. —Aseguró besando mi frente.

Sonreí.

—Me tengo que ir —susurré y besé su mejilla.

—Vuelve pronto, cariño —contestó en tono autoritario, como todo padre.

—Sí, papá —bufé.

Era en estos momentos en los que en verdad me sentía como una adolescente, pensé enfurruñada y a lo lejos escuché la risa de mi papá.

Me encontraba caminando con calma y lentitud por las calles mientras pensaba en cómo diablos le iba a explicar a Jonh que debía conocer a mi papá.

Además de que eran las diez de la noche y debía apresurarme si quería alcanzarlo en el restaurante, porque definitivamente no iría a su casa, eso sería muy penoso.

De repente escuché los gritos de una mujer provenientes de un oscuro callejón y sin dudarlo me dirigí hacia aquel lugar.

Cuando llegué hasta el callejón sin salida pude ver que en el fondo, que estaba oculto por las sombras, se encontraba un hombre que trataba de abusar de una mujer de unos veinticuatro años de edad mientras una pequeñita de aproximadamente unos dos años de edad gritaba desesperada; con sigilo me situé detrás del hombre y a base de señas le pedí a la pequeña que guardara silencio.

—Aléjate de ella —dije con tono amenazante provocando que el hombre retrocediera asustado soltando a la mujer y ella cayó inconsciente en ese momento.

La pequeña corrió rápidamente hacia ella sollozando y yo no podía perder el tiempo con el tipo frente a mí así que usando mis dones lo obligué a perder todo conocimiento de lo que sucedía a su alrededor, una vez hice esto me dirigí a la niña con cautela, pues en estos momentos estaba muy alterada.

—Cariño. —Le hablé y levantó la vista—. Todo estará bien, llevaremos a tu mami a un hospital.

Inesperadamente corrió a mis brazos y empezó a sollozar, la abracé con mucho cuidado y ella empezó a calmarse sin necesidad de mi don.

—Gatias —murmuró con alivio.

Me sorprendí, es decir, sólo tenía dos años y me agradecía por salvar a su madre.

—Por nada pequeña —dije acariciando su cabello— y dime cariño, ¿cómo te llamas?

—Elitabeth —dijo levantando su vista.

Mostrándome sus hermosos ojos verde esmeralda, parecía que había estado practicando el decir su nombre porque lo dijo bien, bueno, casi bien. Sonreí.

—Bueno, Ellie, ¿te puedo llamar así? —Asintió—. Ellie, tengo que ir al hospital para que alguien venga por tu mami, vuelvo enseguida. —Besé su mejilla y la dejé al lado de su mamá.

Mientras me alejaba apenas había dado tres pasos, sentí unos bracitos envolver mi pierna.

—No me lejet —murmuró con lágrimas bajando por sus pequeñas mejillas.

—No te dejaré —dije agachándome para tomarla en mis brazos—, bueno, iremos juntas a buscar a alguien que nos ayude mientras esperamos aquí. —Propuse.

En respuesta sólo me abrazó más fuerte apoyando su cabeza en mi hombro.

Comencé mi caminata nuevamente con Ellie en mis brazos, en la calle un señor caminaba y de inmediato le pedí su ayuda.

Regresamos al callejón a esperar, me empezaba a preocupar pues la madre de Ellie aún no había despertado, pero no mostraría mi angustia ya que ahora había una pequeña abrazándose a mí, depositando toda su confianza en mí y yo no le fallaría.

Ellie se quedó dormida en mis brazos y yo la acuné mientras observaba su rostro, era una pequeña hermosa, su cabello era de un extraño tono cobrizo y sus rasgos eran finos y delicados, si a eso le sumabas sus preciosos ojos verdes podías apreciar su belleza a la perfección, apuesto a que sus hijos serán muy guapos, pensé y sonreí para mí por mi pequeña broma.

You May Also Like

0 comentarios