Ya ha pasado tiempo de mi transformación, no me cuesta trabajo estar entre humanos porque aunque siento su olor sorprendentemente más exacto que los demás vampiros no me causa absolutamente nada, ni repulsión, ni hambre. Es tan fácil que me sorprende.
Decidí irme de Forks luego de cuatro aburridos milenios ahí.
Probé suerte en Londres pero no pareció un buen lugar; en mi última noche quise ir a cazar.
Y en medio del bosque me encontré con otro vampiro con ojos dorados al igual que yo y eso me emocionó, creí que nunca encontraría a alguien como yo.
Así que me tomé la libertad de examinarlo a fondo.
Su cabello era rubio, su rostro demostraba que lo transformaron tal vez cuando tenía treinta años o menos, su tez pálida y tan perfecto como todo vampiro. Me acerqué a él con cautela, pero por supuesto escuchó mi llegada y volteó hacia mí.
—Hola —murmuré tímidamente.
—Hola —respondió la suave voz del hombre.
Su mirada era cautelosa, como si esperara que lo atacara.
Pero al ver mis ojos y estudiarme un rato pude sentir su emoción.
—Tú también —murmuró mientras sonreía.
—Sí, toda mi… existencia me he alimentado de sangre animal, no tengo ni una gota de sangre humana en mi cuerpo —contesté con orgullo y su sonrisa se amplió.
—Me agrada encontrar a alguien que comparte mis pensamientos. Por cierto mi nombre es Carlisle —dijo extendiendo su mano.
—El mío es Bella —contesté estrechando su mano.
—Lindo nombre —respondió y yo muriendo de la curiosidad—claro no literalmente—entré en sus pensamientos.
"Esta chica me agrada. Es… como una hija."
Escuché que pensaba y yo sonreí ampliamente ante eso al darme cuenta que no tenía pensamientos malos sobre mí.
—Bueno Bella supongo que estas aquí para cazar —inquirió Carlisle.
—Sí.
—Pues vamos, también estoy aquí para eso, estaba a punto de comenzar antes de que llegaras. —Pasó su mano por mis hombros para juntos comenzar a cazar.
"Espero que no me malinterprete, quiero a esta niña como una hija aunque es raro ya que la conozco de unos cuantos minutos" pensó para después comenzar a divagar de el por qué de esto y atormentarse en sus pensamientos, traté de mandarle un poco de calma controlando sus emociones y busqué en su futuro.
…Carlisle abrazado con una mujer que aparentemente era de su edad o menos, ambos sonreían, sus ojos dorados como los rayos del sol brillaban de felicidad y sus labios brindaban unas brillantes sonrisas…
La visión terminó rápidamente y no busqué nada más, porque no quería que se diera cuenta de que había algo raro en mí.
Además, con saber que este hombre con tan puros sentimientos sería feliz para mí era suficiente.
Cazamos un par de ciervos y una manada de pumas ya que los dos teníamos bastante tiempo sin alimentarnos.
Al regresar noté a Carlisle algo nervioso, pero no me gustaba inmiscuirme demasiado en la vida —o existencia— de las personas así que lo dejé pensar sin molestarlo, por fin pareció decidirse a lo que sea que estaba indeciso.
—¿Bella? —murmuró, vacilante.
—Dime —contesté.
Detuve mi caminata para poder hablar con él más cómoda.
—¿Tienes en dónde vivir?
—Realmente pensaba irme, al parecer Londres no es para mí. —Pareció que mi respuesta lo decepcionó.
Y ahora más por preocupación que curiosidad entré a sus pensamientos.
"Esta niña es especial, sólo unas horas de conocerla y me encariñé con ella. La extrañaré mucho."
Luego di una breve checada a sus sentimientos llegándome una oleada de dolor, tristeza y decepción.
Sinceramente yo también lo quería mucho, pero resultaba extraño dado que nos conocíamos de horas.
Pero decidí acompañarlo, después de todo los dos estábamos solos y nos haría bien un poco de compañía.
—¿Tal vez te gustaría acompañarme? —pregunté tímidamente y completamente concentrada en sus emociones, no quería incomodarlo.
—Por supuesto. —Sonrío—. He estado solo y es muy deprimente, busco a alguien que esté conmigo pero que comparta mi… dieta y creo que tu eres la indicada.
—Gracias Carlisle.
—¿Bella te puedo preguntar algo?
—Claro.
—¿Qué eres? —Parpadeé confundida.
Gracias al contexto de su mente lo comprendí.
—Un vampiro.
—¿Y por qué eres más pálida, suave, fría, grácil y hermosa sin agregar todas las otras cosas que haces mejor que todos nosotros?
—No lo sé —contesté encogiéndome de hombros.
Yo sabía el porqué de todas esas cosas que había mencionado, por supuesto.
Desde mi transformación lo supe y es difícil de explicar porque simplemente lo sé, como si desde pequeña me lo hubieran dicho y lo supiera de toda mi vida.
Así como mis docenas de poderes; cada que nace un vampiro con un don, también se me es agregado a mí, la forma en que lo sé es porque cada vez que se me agrega un don llegan flashes a mi mente del vampiro nacido, lo extraño es que aunque el don es nuevo yo lo conozco a la perfección; sé cómo utilizarlo, sus ventajas y todo lo que puedo hacer con él para hacerlo más perfecto, eficiente, fuerte y poderoso.
Lo bueno es que ya he aprendido a ignorar los flashes, ya que si cada vez que es convertido un vampiro en todo el mundo lo voy a ver, nunca voy a estar consciente de nada, ahora al tener mi mente suficiente espacio para pensar en varias cosas a la vez, los flashes están de lado permitiéndome llevar una existencia normal.
Por suerte Carlisle no insistió y me aceptó tal cual, se lo diría, pero no ahora, tengo miedo de que al saberlo no me quiera por cómo soy y me quiera por lo que soy.
Decidimos mudarnos a otro lugar y pensamos en algo que nos gustara o al menos nos pareciera cómodo a ambos, al final nos rendimos ya que no encontramos nada y terminamos yendo a Pensilvania.
Carlisle consiguió trabajo en un hospital y yo me matriculé en la escuela, se hace pasar por mi hermano mayor porque es raro en estos tiempos que él solo esté a cargo de mí. Por esa razón no se puede hacer pasar por mi padre. Aunque se comportaba de ese modo. Me llamaba hija o mi niña cosa que me gustaba pues yo antes no pasaba mucho tiempo con Charlie así que técnicamente nunca tuve un padre.
Pero con Carlisle todo era diferente, platicábamos constantemente, se preocupaba por mí y me consentía muchísimo. Todavía recuerdo que en mi último cumpleaños me regaló un auto y montones y montones de ropa y zapatos.
Volví al presente para darme cuenta que Carlisle todavía seguía sentado frente a mi checando unos papeles del hospital mientras yo tenía un libro entre mis manos; cerré cuidadosamente el libro y me levanté para subir a mi habitación, era hora de ir a la escuela, por alguna razón Carlisle venía detrás de mí pero ignoré ese hecho.
Cuando abrí la puerta lo primero que vi fue mi cama, bueno, sabía que era mi cama pero estaba absolutamente cubierta con ropa de diferentes colores; además toda tenía puesta la etiqueta del precio lo que indicaba que era nueva, aunque Carlisle borró de alguna forma la parte del precio sin arrancar la etiqueta, supongo que para evitar que me diera un ataque. No fue suficiente.
—¿Qué es esto? —pregunté en shock.
¿Es que no bastaba con todo lo que me había regalado en mi cumpleaños? Al parecer para él no era suficiente.
—¿Te gusta? —me respondió con otra pregunta.
—Es hermoso —murmuré—, pero es demasiado, mi cuarto esta casi cubierto por ropa y zapatos ¡y de los más costosos!
—Bueno, es que tú para mi eres como una hija —hizo una pausa para explicarse—, tu sabes, estoy solo… o lo estaba, tú me has acompañado y aún cuando eres más grande que yo técnicamente —lo miré sorprendida, ¿cuándo le dije mi edad?—…soy muy observador hija, y tú no te comportas como un vampiro de unos cuantos siglos. —Rió—. Aun así tú sigues siendo una adolescente y siempre lo serás. Eso me hace sentirte como mi hija, después de todo eres lo único que tengo. —Sus palabras me provocaron diferentes sentimientos.
Es decir yo sabía que Charlie y Reneé me querían pero nunca me lo dijeron.
Y ahora con Carlisle era distinto, parecía que sólo se concentraba en mí, yo era su prioridad, todo lo demás para él era secundario, cosa que con mis padres biológicos era distinto, me querían mucho pero siempre se ocupaban en otras cosas pasando muy poco tiempo conmigo.
Carlisle era un papá para mí, uno como el que siempre deseé y ahora tenía, estaba feliz, me sentía importante para alguien por primera vez, era un sentimiento asombroso.
—Te quiero mucho papá —solté.
Cuando me di cuenta de lo que había dicho me quede inmóvil, ni siquiera lo había pensado, lo que en verdad sentía salió de mis labios sin darme cuenta. Ahora debía ver la reacción de mi nuevo padre.
Levanté mi rostro y Carlisle estaba inmóvil y respiraba agitadamente, me preocupé y me conecté a sus sentimientos.
Cuando entré en ellos una ola de felicidad y emoción me embargó, era tan fuerte que me aturdió, junto con sus pensamientos incoherentes. En verdad le había gustado que le dijera de ese modo pero al parecer le era imposible controlarse.
Decidí ayudarle y mandé un poco de calma a su cuerpo. Parpadeó varias veces, como volviendo al presente.
—También te quiero, gracias hija —murmuró y me sonrió—, bueno mi niña es hora de que te arregles para la escuela. —Me besó en la mejilla y salió de mi habitación.
0 comentarios