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Alessa

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5

"Juego de supervivencia"



El estrepito que ocasionó la manguera de gasolina al resbalar de mis manos fue lo que me devolvió a la realidad.

Tragué con fuerza.

—Mientes— odié que mi voz se quebrara, hacía que la credibilidad en mis palabras disminuyera—. Yo lo vi. Fue Dean quien mató a Sophie.

Connor enarcó ambas cejas.

— ¿Realmente lo viste dispararle?

Un chasquido resonó y después un escandaloso disparo ahogó cualquier sonido en el viejo almacén. Sollocé con fuerza cuando el cuerpo sin vida de Sophie cayó en un charco de sangre frente a mí.

No. No lo había visto, yo había asumido que Dean había sido el culpable de la muerte de mi amiga.

Exhalé el aire que contenían mis pulmones y miré a Dean que fumaba con la mirada perdida en la distancia. Sus labios fruncidos en concentración me hicieron preguntarme que era lo que pensaba.

Vacilé, mi resolución comenzaba a debilitarse al pensar detenidamente en lo que Connor decía.

—Dean era el único en el viejo almacén además de Sophie y yo. No pudo haber sido nadie más.

—Allison— Connor pausó y frunció el ceño—, no creo que hayas estado realmente consciente ese día.

Lo miré en silencio, incapaz de refutar eso: era cierto.

Connor examinó mi rostro atentamente, como si se preguntara si estaba preparada o comprendería lo que estaba por decirme.

—Pertenecemos a una Organización contra la mafia llamada Fortress. Normalmente nuestro trabajo consiste en ayudar a las personas que han sido víctimas de ella. Dean no iba precisamente a matarlas ese día.

Esperé.

Esperé que Connor dijera que bromeaba.

Esperé que me asegurara que ellos eran asesinos a sueldo viajando para ganar dinero fácil.

Porque cualquier cosa era mejor que la posibilidad de mi mejor amiga involucrándose con la mafia. Ella no lo haría… no la Sophie dulce y amable que tan bien conocía.

— ¿Estás diciéndome que Sophie hizo algún tipo de trato con la mafia?— inquirí.

Connor asintió con precaución, sus movimientos cautos haciendo parecer como si esperara que yo me desmayara de un momento a otro… o comenzara a gritar.

Contra todo pronóstico: reí.

Una risa histérica e inestable. Algún tipo de risa mitad llanto que parecía incapaz de poder controlar. Vagamente escuché a Dean acercándose y preguntando a Connor lo que sucedía, ni siquiera me molesté en preguntarme la razón de su voz tensa.

Esto era de algún retorcido modo peor que haber visto morir a Sophie, porque pensar en la posibilidad de que nunca la conocí verdaderamente… simplemente era demasiado para procesar. Era como recibir una bofetada que abruptamente te devolverá a la realidad mientras sueñas despierta.

¿Cuántos años de nuestra amistad habían sido reales y cuántos habían sido fingidos? ¿Me había considerado ella su amiga realmente?

Reí. Porque reír era una mejor alternativa que echarme a llorar frente a ellos. Podía parecer una autentica loca en estos momentos, pero no era algo que me importara demasiado ahora. No me derrumbaría. No ahora, al menos.

La mano cálida de Dean sostuvo mi brazo y yo la golpeé lejos.

—No me toques— ciertamente mi voz sonaba demasiado alterada.

Dean levantó ambas manos y retrocedió tres pasos.

—Está bien, Allison. Estará bien.

Su voz baja y reconfortante cerró mi garganta y casi me fue imposible ahogar el sollozo que pugnaba por abandonar mis labios. Claro que noté que era la primera vez que utilizaba mi nombre al hablarme directamente y era realmente jodido que hubiera sido en esta situación.

No. No estaba bien… y no lo estaría.

Tragué con fuerza e hice la pregunta que probablemente terminaría por cambiar todo lo que pensé que conocía.

—Sophie— su nombre pareció dejar algún sabor amargo en mi lengua—, ella… ¿me vendió a la mafia?

La mirada azul de Dean parecía destellar compasión cuando asintió.

—Lo único que hemos podido recopilar como información de nuestros infiltrados es que Sophie hizo un trato con la mafia para conseguir dinero, pero al no poder pagar ella se ofreció a sí misma… y a ti para pagar su deuda.

Mis piernas repentinamente parecían no poder sostenerme y sentí mi cuerpo caer. Connor me sostuvo antes de que golpeara el suelo frío.

¿Cómo podía hacer frente a eso? ¿Cómo poder aceptar que una de las personas que más quieres en el mundo te ha traicionado de esa manera?

Sentí una lágrima resbalar por mi mejilla.

Inesperadamente Dean extendió su brazo y suavemente la limpió con el dorso de su mano, creí sentir su mano deteniéndose más tiempo del necesario.

Me miró.

La indecisión se dibujó en su mirada antes de que alejara la mano bruscamente.

—Debemos continuar.

Asentí.

De nuevo, las acciones y las palabras de Dean eran una completa contradicción. El hombre era un misterio andante, pero en este momento no tenía tiempo para interesarme en los acertijos de su mente.

Connor me soltó y ofreció una última pequeña sonrisa, pero sus ojos contenían un sentimiento de culpa escondido que pude reconocer. Tendría que hablar con él después, no había sido su culpa que Sophie hubiera actuado de ese modo y el habérmelo dicho simplemente me había abierto los ojos a lo inevitable.

Dean se trepó a la harley y el motor ronroneó a la vida.

Subí detrás de él y me sostuve de su torso, sentí sus músculos tensarse debajo de mi palmas. De algún modo algo se sentía diferente ahora que sabía que Dean no había sido el culpable de la muerte de Sophie y después de saber a lo que en realidad se ocupaban.

A lo que todavía no podía acostumbrarme era a la idea de Sophie haciendo un trato con la mafia… e involucrándome a mí.

¿Cómo saber que Dean y Connor no mentían?

Recordé a Connor ayudándome la primera noche y cómo desde entonces había sido tan amable conmigo, pero eso no garantizaba que no me estuviera mintiendo…

Fruncí los labios y miré el cuerpo de Dean pegado al mío.

— ¿Por qué nunca me dijiste que tú no habías matado a Sophie?— elevé mi voz lo suficiente para que Dean me escuchara.

Volvió el rostro hacia mí ligeramente.

— ¿Me habrías creído?

Suspiré. Él tenía un buen punto.

—Lo siento— al fin, el sentimiento de culpa comenzaba a florecer dentro de mí, revoloteando con el resto de sentimientos que parecían querer ahogarme—. No debí haber asumido algo sin antes preguntar, o tener pruebas.

Sentí a Dean encogerse de hombros.

Un incómodo silencio se hizo en ese momento.

Abrí la boca y la cerré de nuevo. Vacilé. No conocía a Dean lo suficiente para saber si lo que le preguntaría era demasiado personal. Me armé de valor y cerré mis manos en puños.

— ¿Entonces, no te importa matar… personas? Ya sabes, aun cuando son mafiosos, sigues quitándole la vida a alguien. Una vida es— me detuve y consideré mis siguientes palabras—, lo más importante que una persona alguna vez podrá tener.

Permanecí en silencio mientras Dean mantenía la mirada firmemente al frente. Transcurrió tanto tiempo en silencio que por un momento pensé que no contestaría.

— ¿Qué es la vida realmente?— apretó la mandíbula y sus nudillos se pusieron blancos a causa de la fuerza que utilizaba para cerrar sus manos alrededor de los manubrios de la motocicleta—. Nada más que un juego. Un juego de supervivencia. El fuerte es el que gana, el débil siempre será el perdedor.

Enarqué ambas cejas.

—Eso es mentira. La vida no es un juego, es lo mejor que alguien puede tener.

Dean rió, su risa carente de alegría y demasiado dura para ser un sonido reconfortante.

— ¿Realmente lo es? En el instituto, los más fuertes siempre ganan sobre los más débiles; en la sociedad los más influyentes siempre ganarán sobre los más desprestigiados… en la vida las personas de dinero gobernarán sobre los más pobres— una sonrisa burlona se dibujó en sus labios—. Ahora, dime que la vida no es un juego de supervivencia.

Medité sus palabras y permanecí en silencio.

Ha sido tu culpa, Allison. Su muerte fue tu culpa, nunca lo olvides.

Inhalé y exhalé suavemente, no era momento para recordar mi pasado.

Unos minutos más tarde el cuerpo de Dean repentinamente se tensó y miró hacia atrás fugazmente antes de devolver la mirada hacia el frente. Volví la mirada hacia atrás en donde la carretera vacía solo era ocupada por Connor y nosotros. Dean buscó en sus bolsillos y sacó su celular.

—Nos están siguiendo.

Miré a Connor al teléfono echando un rápido vistazo hacia atrás antes de contestar apresuradamente.

— ¡No hay tiempo para esconderla!— la voz de Dean subió varias octavas.

No había rastro del tono arrogante e incluso coqueto que siempre parecía residir en su voz. En cambio ahora parecía dura y ligeramente inquieta, era un lado de Dean completamente nuevo para mí.

Escuché el motor de la harley de Connor rugir cuando forzó la moto a acelerar hasta ponerse a la per de nosotros. Su mirada parecía preocupada y alarmada.

— ¡Acelera! Podemos desviarnos o…

Dean lo cortó negando fieramente con la cabeza.

—Nos perseguirán, Connor. Creo que ambos sabemos con qué tipo de personas tratamos. Si intentamos huir sólo lograremos un accidente y probablemente morir.

Connor me miró y frunció los labios.

Yo para este punto no lograba seguirlos en la conversación, no lograba comprender qué era lo que sucedía.

Dean suspiró profundamente y ordenó:

—Nos detendremos y sobre cualquier cosa quiero que la protejas, Connor. ¿Comprendes?

El mandato de Dean me tomó completamente por sorpresa, porque a pesar de que no sabía cuál era el problema, era evidente que hablaban de mí. Lo miré, quizás buscando alguna respuesta a las repentinas preguntas que me asaltaban, pero él mantuvo la mirada firmemente fija al frente.

Connor exhaló y asintió.

Un par de metros más adelante ambos se detuvieron. Me bajé tan rápido como podía mientras que, de nuestra motocicleta, Dean abría el asiento y sacaba dos armas, rápidamente lanzándole una a Connor, que atrapó sin problemas.

Sentí que la sangre se drenaba de mi rostro.

— ¿Qué ocurre?

Dean me tomó del brazo y me llevó hasta Connor, posicionándome detrás de él.

—Escucha, rubia. No hay tiempo para explicaciones, pero mantente cerca de Connor, no te alejes de él e intenta mantener la boca cerrada.

Tragué.

—Pero…

Una camioneta negra, similar a la que había visto antes de que nos secuestraran en Detroit —o probablemente la misma— se detuvo casi sobre nosotros, retrocedí un poco más detrás de Connor cuando tres hombre bajaron portando lentes de sol —a pesar de que hacía tiempo el sol se había escondido— y trajes negros.

Dean se adelantó y sonrió con malicia.

— ¡Me siento honrado! ¿Visitando la clase baja?

El hombre más alto de ellos —por su postura, yo supuse que era el líder— lo miró con desdén antes de tomar un arma de debajo de su saco de apariencia costosa.

—No tengo tiempo para juegos, niño— su voz era neutral—. Será fácil esto. Nos entregas a la chica— me señaló con un movimiento de su barbilla— y nos iremos sin problemas.

Temblé.

¿Me quieren a mí?

Dean rió mientras cruzaba los brazos sobre su pecho despreocupadamente.

—Lo siento, no está a la venta— hizo un gesto pensativo—. Pero pueden irse y ninguno de ustedes saldrá herido… o muerto.

El líder lo apunto con su arma mientras su cara comenzaba a distorsionarse por la ira.

—Así que tenemos un niño egocéntrico aquí. No me sorprende.

Dean tomó el arma de sus vaqueros y apuntó hacia él también.

—Y un hombre menopaúsico con complejos de superioridad, nada nuevo— sonrió.

Los ojos del hombre lanzaron fuego y sus fosas nasales se dilataron con su repentina rápida respiración. Pude ver su dedo preparándose para tirar del gatillo. Pero inesperadamente Dean disparó en su mano que sostenía el arma antes.

Él hombre gritó cuando la bala perforó su mano y el arma cayó al suelo con un ruido sordo. Mi boca se abrió.

—No. Mala jugada, ¿no entendiste las reglas del juego?— preguntó con falsa decepción—, te ibas y todo saldría bien, no era tan difícil de comprender.

Sentí mi estómago revolverse mientras veía la sangre salir a borbotones.

Connor se movió y miré al hombre que se acercaba a nosotros —y no había notado por ver lo que sucedía con Dean—. Él también apunto con el arma a Connor al tiempo que él tomaba el arma escondida debajo de su chaqueta. La mirada de sorpresa en el hombre desapareció rápidamente mientras cambiaba de dirección hacia mí.

El tercer hombre apuntó a Connor.

Me sostuve de su brazo.

Por favor. Que no suceda nada malo.

Un disparo nos sobresaltó al tiempo que Dean se lanzaba sobre el líder e intentaba tomar su arma, el enredo de manos y piernas entre ellos no me permitía ver quién era el que había sido herido con el disparo.

Connor aprovechó el momento de distracción para disparar al hombre que me apuntaba en el brazo y al que le apuntaba a él en la pierna. La rapidez y precisión de sus movimientos me sorprendieron. En ese momento Dean logró arrancar el arma de las manos del líder y lanzársela a Connor, él se movió hacia adelante para atraparla.

Repentinamente los ojos de Dean se agrandaron antes de que —de algún modo— se deshiciera del cuerpo sobre él, corriera rápidamente hacia mí y su cuerpo impactara contra el mío en la tierra seca. Su cuerpo sobre el mío me cubría completamente. Apenas unos segundos más tarde el sonido de un disparo resonó y apreté su brazo cuando lo escuche gruñir bajo su aliento y sentí sus músculos tensarse. Empujé su cuerpo y busqué el lugar dañado, rezando porque no hubiera sido grave. Dean se mantuvo firme y negó hacia mí con la cabeza.

—Aun no.

Su brazo sangraba demasiado y comencé a preguntarme si debía ir a un hospital.

Él se estiró y tomó el arma a unos metros de distancia.

Connor luchaba con el hombre que había sido disparado en el brazo mientras que el otro continuaba sosteniendo su pierna sangrante. Dean disparó al líder que corría hacia nosotros directamente en el corazón. Cerré mis manos en puños con fuerza alrededor de su chaqueta cuando el cuerpo cayó flácidamente en el suelo.

Connor disparó en el estómago al último y después en la sien.

Busqué con la mirada al tercero con la pierna herida, no estaba. Pude verlo alejándose a unos cuantos metros de distancia.

Mi mirada parecía no poder alejarse de los cuerpos sin vida tan cerca de nosotros.

¿Estaba mal que me sintiera aliviada al verlos muertos? ¿Qué ni siquiera me había importado ver a Connor y Dean matarlos a sangre fría frente a mí? ¿Había algo mal conmigo por sentirme feliz por eso?

¿Qué era lo que había pasado? ¿Ellos estaban buscándome? ¿La mafia sabía que no había muerto y ahora me buscaban?

Solté el aire bruscamente cuando el pánico comenzó a hacer mella en mí.

Sentí la mano cálida y —de algún modo— familiar de Dean tomar mi barbilla suavemente entre su dedo índice y pulgar, hasta levantar mi rostro y nivelar nuestros rostros. Su cuerpo y rostro presionaban contra el mío tan cerca que me sentía protegida por él.

Sus ojos parecían brillar.

—Soy un hombre de palabra, rubia. Y no puedo prometerte muchas cosas— respiró—. Pero puedo prometerme que cuando estés conmigo nunca, nunca voy a permitir que nada te ocurra— su dedo se movió ligeramente sobre mi barbilla en círculos—. Nadie te va a lastimar mientras estés conmigo e incluso les arrancaré las entrañas si se atreven a mirarte de manera incorrecta.

La luz en sus ojos parecía casi etérea, como si algún tipo de brillo interior los iluminara y, de no conocerlo, pensaría que sus ojos no eran reales.

Y su promesa de algún modo, logró calmar mi inquietud.

Presionó su cuerpo contra el mío y su aliento mentolado impactó contra mis labios. Me mantuve inmóvil. Después, la mirada de Dean cambió, un sentimiento fugaz, casi de dolor —si es que no me equivocaba— iluminó sus ojos desapareciendo tan rápido como había aparecido, antes de que se apartara.

— Esperemos que no nos metas en más problemas.

Se levantó y caminó hacia su harley a unos metros de distancia, sin mirar atrás.
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Outtake

Dean

"Azul grisáceo"




Querer follar a alguien que te odia es mierda.

Vivir con ella y que sea sexy hasta la muerte es que el karma quiere joderte.

Bueno, el karma quería joderme.

O quizá era un poco de ambas.

Allison bajó de la motocicleta rápidamente, como si pudiera contagiarle herpes sólo con tocarla. Miré la manera en que sus jeans ajustados acunaban su trasero respingón, mi mano picó por tocarlo y casi sonreí al pensar en la reacción que ella tendría. Probablemente obtendría un buen moretón si lo intentara.

Una de las cosas que me agradaba de ella era su actitud. Allison era demasiado frágil —vagamente recordé el episodio que sufrió la primer mañana, cuando supo que tendría que viajar conmigo y se desvaneció frente a mí—, pero a la vez demasiado fuerte —como cuando se había recuperado de su intoxicación por drogas y había corrido lejos, incluso ahora ella no me hablaba más de lo estrictamente necesario—.

Ajena a mi mirada levantó el rostro hacia el cielo y cerró los ojos con una sonrisa tirando de la comisura de sus labios carnosos.

Pensé que portarme bien sería más fácil si ella no fuera tan condenadamente atractiva con ese cabello rubio platino que me hacía querer enredar mis dedos en él o su piel dorada que fácilmente podría pensar que es producto de horas de bronceado. De no ser porque sabía que ella no tenía el dinero suficiente para permitírselo. Lo que nos llevaba a la razón por la que estábamos en el centro comercial de Oxford.

Me enfadé al recordar la mirada brillante en los ojos de Allison cuando Connor propuso que nos desviáramos a un centro comercial para comprar ropa para ella, como si pensara que él era la persona más impresionante en el maldito mundo. No quise pensar demasiado en el porqué de mi sentimiento. Quería ayudarla. Así que había hablado con Connor para que la convenciera y de ese modo Allison nunca supiera que ese había sido un regalo de mi parte; pero eso no importaba, ya que Allison nunca lo sabría, nunca aceptaría algo de mi parte y dado que todos los gastos de su día de compras habían corrido por mi cuenta… aparentemente sería otro secreto que se mantendría, con tal de que los aceptara.

Después de haber estado a su alrededor por varios días había algo en ella que me fascinaba.

Era como el canto de una sirena atrayendo al marinero para hundirlo en su red.

Sabía que en cuanto pudiera mantener una conversación real con ella estaría completamente perdido, me hundiría sin la oportunidad de poder salir, pero la posibilidad de acercarme a ella parecía tan lejana como un sueño.

La distancia que mantenía conmigo era como un muro de ladrillos levantado a su alrededor.

No estaba enamorado de Allison, no la conocía lo suficiente para amarla… pero sabía que no tardaría demasiado en estar dolorosamente enamorado y perdido por ella. Pensaba que lo justo era que al menos ella me correspondiera una milésima parte a la loca atracción que sentía por ella, pero, si no me permitía acercarme, no había manera en que sucediera.

¿Cómo explicarle que yo no era quien ella creía?

Recordé aquella mañana en que la había visto por primera vez y cómo había sabido que nada sería igual de nuevo.

Marqué el número en mi celular y esperé.

—Tardaré un poco más de lo previsto en llegar a Hereford— anuncié sin saludar.

Connor suspiró.

— ¿Otro encargo de último minuto? Deberíamos exigir a Reidar unos cuantos días de antelación.

Aceleré la harley cuando el almacén abandonado apareció en mi campo de visión.

—Esta vez es distinto. Son dos chicas: Allison Stevenson y Sophie Crowley, de Detroit. Y han enviado a matar a ambas; además, nuestro infiltrado sólo pudo avisarnos con horas de antelación, todo fue demasiado precipitado. Algo hay detrás de esto.

Recordé la información rápida que nos habían proporcionado de cada una. Allison Stevenson: rubia, vivía en uno de los barrios más pobres de Detroit. Sophie Crowley: pelirroja, al igual que la primera, sus fondos económicos eran prácticamente inexistentes. Supuse que de no ser tan importante otorgar alguna descripción física de ellas —con el fin de poder reconocerlas—, sólo nos habrían dado sus nombres, a juzgar por la situación.

La línea permaneció en silencio unos segundos.

— ¿Las dos? ¿Sólo fue anunciado con horas de antelación? Esto es nuevo.

—Connor, la Organización está aquí, nos vemos en mi departamento en Londres.

Corté la llamada y entré a la par de la Organización Fortress. Sólo éramos tres personas —supuse que se debía a que no nos habían llamado con tiempo suficiente y la mayoría de los miembros estaban distribuidos a lo largo de todo el continente— cuando la mayoría de las veces éramos un grupo mayor a treinta miembros.

Fortress es una Organización que se encarga de frustrar los planes de la mafia. Tenemos infiltrados dentro de la mafia que se encargan de notificar sobre cada movimiento que hacen, con el fin de poder detenerlos o —en casos como este— impedir la muerte de alguien. La Organización Fortress está formada mayoritariamente por personas que han sido salvadas de la mafia, la mayoría buscando venganza y esperando deshacerse de ella. Yo era uno de ellos.

Corrí con los otros dos miembros detrás cuando el estrepitoso sonido de un disparo resonó por todo el lugar.

Me detuve unos segundos, absorbiendo la escena frente a mí.

La chica pelirroja —Sophie—, estaba muerta y la sangre carmesí comenzaba a crear un charco debajo de su cuerpo. El hombre de la mafia que sostenía el arma contra la frente de la rubia con la ropa sucia y llena de sangre nos miró cuando entramos con las armas extendidas frente a nosotros, apuntando directamente hacia él.

Se hizo un breve silencio antes de que caminara hacia él con los otros dos hombres que me acompañaban flanqueándome. Finalmente él dejó caer su mano, aun sosteniendo el arma con fuerza. Me detuve entre su cuerpo y el de la chica como protección, para evitar cualquier posible problema, sostuve el arma hacia abajo —para evitar asustar a la chica— pero cuidando cada movimiento del hombre frente e mí. Los chicos de Fortress hábilmente tomaron su arma y lo llevaron fuera. Me volví y miré a la chica que había bajado la cabeza y limpiaba las lágrimas de su rostro, ni siquiera creía que ella había sido consciente de lo que había sucedido. Y pude confirmarlo cuando levantó la mirada y sus ojos azul grisáceo me miraron con odio. Las pupilas demasiado dilatadas y su mirada perdida fueron confirmación del exceso de droga que le habían suministrado.

Sin duda, ella no había sido consciente de lo que había ocurrido. Eso explicaba porque su mirada siempre se había mantenido fija en su captor y nunca nos había mirado para pedir ayuda —lo que habría sido lo normal por hacer—. La droga que tenía definitivamente no la dejaba ser consciente más que de una cosa, sus sentidos parecían estar dormidos.

Y ahora, ella pensaba que yo había matado a la pelirroja a su lado. Magnifico.

Su cuerpo temblaba ligeramente y temí que sufriera de una intoxicación de drogas que la enviara al hospital. Sin embargo, a pesar de todo, sus ojos eran los más bonitos que había tenido la oportunidad de ver. Ella era pequeña y demasiado hermosa. Me enfadó que me pareciera atractiva, no era el momento de tener una erección.

—Este no es un lugar para niñas— solté con irritación por mis pensamientos.

Ella tembló con más fuerza al escuchar mi voz fría. Apreté mis manos en puños.

—No es como si me hubieran dado alguna elección— su voz era suave, pero se las arregló para sonar irónica y acusadora.

Su mirada desenfocada permaneció fija en la lejanía, como si estuviera perdida en algún lejano recuerdo. La estudié por unos minutos, su cabello rubio platino estaba revuelto, pero de algún modo seguía viéndose como alguna estrella porno con sus curvas exuberantes y llamativas. Suspiré cuando las fantasías comenzaron a hilarse en mi mente e intenté concentrarme en cualquier otra cosa. Pero parecía imposible de lograr.

Caminé hacia la puerta, porque sabía que permanecer ahí con ella no era una opción. Allison ni siquiera pareció consciente de mi retirada.

—Sal de aquí y regresa a casa, rubia— le ordené, mirándola sobre mi hombro.

Escuché sus pasos ligeros detrás de mí y unos cuantos golpes —probablemente la cantidad de veces que estuvo a punto de caerse—. Continué mi camino, porque no había manera en que estuviera cerca de ella viéndose de ese modo. Los pasos detrás de mí cesaron.

— ¿Sabes en dónde estamos?— gritó su voz dulce detrás de mí.

Me detuve y la miré sin volverme, gruñí con rabia cuando al verla las escenas comenzaron a volar por mi imaginación nuevamente. Ella no debía estar cerca de mí.

 —Londres, Inglaterra.

Miré como su piel dorada cambiaba rápidamente a un color pálido casi enfermo. Verla tan frágil y pequeña creó un sentimiento de protección dentro de mí, porque después de todo ella había sido víctima de la mafia, al igual que yo y el resto de los integrantes de la Organización Fortress.

Pero no podía hacerlo. No cuando ella me tentaba de esa manera. La atracción sexual que sentía por ella era demasiado difícil de ignorar.

Salí del almacén y tomé una larga bocanada de aire.

Lo mejor era que me apresurara a salir de ahí, llegara tan rápido como pudiera a mi departamento en dónde Connor me esperaba y lo convenciera de salir para tener una buena noche de sexo, quizá eso sería suficiente para calmar la erección debajo de mis pantalones.

Me trepé a la harley cuando la escuché salir del almacén. Caminó hasta detenerse detrás de mí, después de tantos años en este trabajo podía saberlo sin mirarla. Mis hombros se tensaron con su presencia.

—La mataste. Era mi mejor amiga.

Su voz se volvió baja e inestable.

Cometí el error de mirarla.

Una lágrima se deslizó por su mejilla, yo cerré las manos en puños, porque comprendía su sufrimiento… y porque el sentimiento protector había crecido al verla llorar. Y era jodidamente malo que ella pensara que yo había sido el culpable de la muerte de una chica que aparentemente era muy importante para ella.

—Tenía que hacerlo, rubia— mentí, no tenía mucho sentido explicarle que no había sido yo si no me creería.

Encendí el motor de la harley, tenía que irme rápido. Allison aclaró su garganta ruidosamente.

— ¿Crees… que podrías… llevarme a casa?—apreté la mandíbula cuando la posibilidad de llevarla conmigo comenzó a hacer estragos debajo de mis pantalones, ¡maldición! Ni siquiera cuando había sido un adolescente hormonal había tenido tan poco control de mi cuerpo—. Sé que no te agrado y tú acabas de matar a mi mejor amiga, por lo que tampoco eres de mi estimación… pero en verdad lo necesito.

Suspiré irritado por toda la situación y lancé un casco en su dirección. Tal vez podría mantenerla lejos de mí, estar cerca de ella era peligroso. Exhalé lentamente y apreté la mandíbula con fuerza cuando la miré.

—Escucha, rubia. Tengo mucho por hacer. Unos cuántos encargos pendientes. Si estás dispuesta a esperar te llevaré a América cuando estén hechos. Tal vez en unas cuantas semanas.

Que no acepte.

Está bien, yo era un bastardo total. Si, le había dicho a Allison que la llevaría a Detroit después de mis encargos pendientes esperando que ella no aceptara y se alejara.

Ella me miró con desconfianza y yo casi sentí la victoria ganada, no tendría que verla más.

— ¿Cómo sabes a dónde debo ir?— preguntó acusadoramente.

Apreté con más fuerza las manos en puños y la miré. ¿En verdad estaba considerando aceptar? Si la llevaba conmigo no habría probabilidades de que la regresara a su casa en algunas semanas y mi auto control no sería capaz de soportarlo. Ella se movió incómodamente bajo mi mirada.

—Está bien. Acepto.

Solté el aire con fuerza. Esto alteraba todos mis planes.

Ella se acercó y me miró con curiosidad. Cruzó los brazos frente a sus pechos, lo que sólo logró marcarlos más en ese apretado suéter azul oscuro, probablemente se estaba levantando una casa de campaña ahí abajo para este momento. Apartar la mirada de su blusa fue una lucha.

—No me has dicho tu nombre— Allison exigió.

Le ofrecí mi mejor sonrisa y ella pareció querer golpearme. Me gustó el brillo en sus ojos.

—Dean Sutton: asesino a sueldo. Un gusto.

Su boca cayó abierta y sus ojos brillaron con diferentes emociones cruzándose. Eran hermosos y expresivos. Esos ojos terminarían conmigo.

Allison sería un gran problema para mí.

No me había equivocado.

Allison había demostrado ser la prueba más difícil para mi autocontrol y la responsable de mis continuos e inexplicables cambios de humor que hacían querer explotar mi cabeza.

— ¿En qué piensas con tanta concentración?— preguntó Connor.

Golpeé su brazo y bajé de la harley.

Habíamos recorrido demasiados centros comerciales y tiendas para este momento. Allison ahora tenía un nuevo guardarropa completo y mi erección probablemente no me permitiría caminar para este momento.

Había visto a Allison en su suéter azul oscuro y jeans apretados. Pero nada podría haberme preparado para verla en esas pequeñas y ajustadas blusas que presionaban sus pechos tentadoramente, las faldas y shorts que hacían ver sus piernas bronceadas demasiado largas o las ropas deportivas de licra demasiado delgada.

—Sigamos. Todavía debemos continuar con las compras— suspiré con falso pesar—. Y yo que había creído que sin novia no tendría que pasar por esto.

Allison me miró como si quisiera apuñalarme.

Sonreí.

Los únicos momentos en que ella parecía ser más abierta conmigo era cuando la molestaba, y yo era un imbécil con las chicas la mayor parte del tiempo, así que funcionaba bien. No quería una relación con nadie. No era algo que estuviera buscando. Quería follar. Follar no me destruiría. Amar sí.

Connor se adelantó a la par con Allison y quise golpear a mi mejor amigo.

Él había actuado de ese modo desde que Allison había llegado. Nunca lo había visto ser tan amable con una chica y eso por alguna razón —que no quise pensar demasiado— me molestaba. ¿Tal vez por el sentimiento de protección que Allison había hecho crecer cuando la había visto por primera vez? No lo sabía. Pero verlo de ese modo con Allison me hacía querer arrancar sus entrañas.

Quizá el ego machista que no me permitía perder la chica que quería follar.

Me detuve al lado de Connor cuando Allison miró una tienda de lencería y más fantasías volaron por mi imaginación.

—No voy a entrar ahí— las mejillas de Allison tomaron un color rosado.

Connor cambió su peso incómodamente a su pie izquierdo y aclaró su garganta.

— ¿Uh… las chicas… no necesitan de esto?

Las mejillas de Allison subieron un tono más y retrocedió ligeramente, como si se preparara para correr.

—No es absolutamente necesario— aseguró—. Puedo comprar… uh, ropa interior menos… llamativa.

Exhalé el aliento que contenía mientras me concentraba en que el flujo de sangre no viajara hacia el sur. Me arrepentiría de esto.

—Entrarás a esa tienda. Si hemos venido hasta aquí valdrá la pena y comprarás sólo lo mejor— mi voz salió quejumbrosa.

Allison bajó la mirada y suspiró.

Algo había aprendido de ella en estos días: era demasiado desinteresada. Y aunque jugar mis cartas de ese modo era demasiado sucio, sabía que ella aceptaría porque pensaría que después de todo lo que hemos hecho por ella sería desagradecido de su parte negarse. Lo que era totalmente ridículo, si alguien te ayudaba nunca debía ser esperando algo a cambio. Pero en este momento funcionaba para mí.

Había algo en Allison que me impedía sacarla de mi cabeza.

En un principio había creado una teoría: tal vez, si tenía la oportunidad de follarla duro y rápido lograría deshacerme de ella y la irremediable atracción que sentía. La teoría había desaparecido tan rápido como había logrado conocerla un poco más a fondo.

Allison era de las chicas que se metían bajo tu piel.

Por chicas como ella era que se iniciaban guerras.

Lo más correcto por hacer sería que me alejara de ella tanto como era posible mientras no la regresara a Detroit. Allison podía hundirme para nunca tener oportunidad de salir.

Pero yo nunca había hecho lo correcto.

Y no empezaría ahora.
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Entrevista a Dean Sutton

por Alessa Masllentyle



Alessa: Así que, sabes el motivo de esta entrevista ¿no, Dean?

Dean: Claro, porque soy malditamente impresionante.

*Alessa suspira*

Alessa: Comencemos de nuevo. Hoy se publica por primera vez un Outtake desde tu punto de vista, ¿algo que quieras decir?

Dean: Por supuesto. Chicas, contáctenme, hay mucho Dean Sutton para todas.

*Connor se sienta al lado de Dean y lo golpea en la nuca*

Connor: Deja de ser tan idiota, Dean. Lo siento, tuve que interrumpir la entrevista, Dean comenzaba a ponerme de nervios.

Dean: Yo no soy idiota.

Alessa: Lamento decirte que he recibido demasiados comentarios que piensan lo contrario.

Dean: No importa, puedo darles un poco de mí y demostrarles que no es así.

Connor: Si les muestras un poco de ti, estarán aún más convencidas.

Alessa: Ah, vamos, Connor. Dean no es tan malo. Ahora, chicos, ¿podrían decirme lo que piensan de Allison? Varias chicas sienten demasiada curiosidad por saberlo. Hay rumores de un triángulo amoroso.

Dean: Creo que lo sabrán pronto.

*Alessa mira a Connor*

Connor: Estoy de acuerdo con Dean, revelar demasiado nunca es conveniente para una buena historia.

Alessa: Entonces, Dean ¿puedes contarnos más sobre ti?

Dean: Lo siento, pero, ¿qué es un chico sin misterio? Supongo que también tendrán que esperar para saberlo.

Alessa: Podrían revelarnos un poco de lo que hacen, ¿en qué consiste su trabajo? Connor, ¿cómo conociste a Dean? ¿Ambos son asesinos a sueldo?

*Connor suspira profundamente*

Connor: Realmente eso es pedir un resumen de toda la historia o algo así, ¿no debería ser eso ilegal?

*Dean saca el celular de su bolsillo y se lo tiende a Connor*

Dean: Toma. Llama a tu abogado, puedes denunciar por acoso.

*Alessa se rinde y se deja caer en el sillón*

Alessa: Muy bien, los dos confabularon en mi contra. Es muy injusto. *Mira a Dean y Connor* Y no creo que eso cuente como acoso. *Suspira* Dean, tu primer Outtake está a minutos de ser publicado, ¿cómo te sientes con eso?

Dean: Bien. Me gusta tener la oportunidad de que conozcan mis pensamientos. Tal vez su aversión hacia mí desaparezca un poco si saben lo que sucedió en realidad.

Alessa: Gracias por permitirme entrevistarlos y creo que las chicas estarían más felices si cooperaran más en contar sus historias.

Dean: Si, bueno, eso no sucederá. Pero pueden tener un poco de mí siempre que quieran.

*Dean guiña un ojo*

Connor: Como sea, Dean. Me sorprende que tu ego te permita entrar en esta habitación.

Alessa: Las chicas los aman. *Mira a Dean* A los dos. Ahora si me permiten publicaré el primer Outtake del punto de vista de Dean en minutos. Disfrútenlo.
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4

"Revelaciones"



Los días pasaron con demasiada rapidez entre viajes en motocicleta por la carretera, sin darme cuenta ya había estado una semana con ellos y cada vez nos acercábamos más a Hereford, en dónde nos detendríamos unos cuantos días para que Dean lograra terminar su encargo en ese lugar.

Ajusté la blusa negra de licra deportiva que Connor me había comprado en un centro comercial en Oxford. Él había insistido en que necesitaba tener variedad de ropa como toda chica normal, lo que nos había llevado a detenernos en el centro comercial y ahora tenía mi propia mochila con ropa propia. No creo ni siquiera que él entendiera lo importante que era el que me comprara ropa o lo mucho que significaba para mí, más allá de lo material.

Miré a la distancia las luces lejanas de los pueblos perdidos.

Los chicos acostumbraban quedarse en algún hotel o posada en el estado más cercano diariamente con el fin de que pudieran asistir diariamente al gimnasio, por lo que nunca estábamos en algún lugar fuera de la civilización. Incluso yo terminé uniéndome a ellos ya que se negaban a dejarme en la habitación de hotel sola y mi estómago parecía cada día un poco más firme, era una agradable y bienvenida diferencia.

Por otro lado, mi relación con Connor era cada vez más estrecha, era como el mejor amigo hombre que siempre quise. Hablar con él era cómodo. En cambio Dean… parecía que acercarme a él era imposible y además de los viajes en motocicleta, me aseguraba de mantener mi distancia con él tanto como podía, agregando el hecho de que parecía que disfrutaba de molestarme cada vez que tenía la oportunidad.

Pero sentir los músculos del abdomen de Dean debajo de mis dedos cada día hacía mi estómago tensarse.

El calor de la excitación corría por mi cuerpo, mezclándose con el miedo de tenerlo cerca cuando se removía accidentalmente —o al menos eso quiero creer— entre mis piernas y su trasero perfecto rozaba mi pelvis.

Era una locura la forma en que mi cuerpo respondía a su cercanía. Tal parecía que sentir su cuerpo contra el mío despertaba mis más bajos instintos primitivos y la lucha continua —al querer alejarme de Dean tanto como es posible y al mismo tiempo querer saltar sobre él—, me tenía agotada. Que lograra afectarme de esa forma no estaba bien. Y que me gustara la manera en que se sentían sus músculos flexionándose cada vez que maniobraba para manejar la harley debajo de mis manos lo hacía todo aún más incorrecto.

Aparentemente la razón para odiarlo que mi mente se encargaba de recordarme, mi cuerpo no lograba comprenderla, o no le importaba.

Internamente me preguntaba si Dean podía notar el cambio en mi cuerpo, esperaba que no.

Y finalmente la muerte de Sophie parecía ser cada vez más fácil de sobrellevar. Tal y como Connor había dicho, ahora había entrado en la fase de aceptación, recordarla no parecía ser tan doloroso, pero las pesadillas nocturnas permanecían y me era imposible mantener más de un par de horas de sueño. Cada día mientras viajaba con Dean en la harley parecía que era el único momento en que mi cuerpo aceptaba dormir, varias veces me quedé dormida por mucho que luchaba por mantener los ojos abiertos. Temí que un día me rompiera la cabeza mientras dormía en el viaje.

No encontraba una explicación para ello, tal vez que en el día parecía que las pesadillas no podían alcanzarme, no estaba realmente segura.

Aumenté la velocidad de la máquina para correr y eché una ojeada al gimnasio, actualmente estábamos en Gloucester, hospedándonos en un hotel ridículamente costoso, pero que Connor y Dean habían estado de acuerdo con pagar porque tenía pase libre al gimnasio incluido. Alrededor de veinte mujeres estaban aquí, la mayoría pavoneándose frente a los chicos sudorosos con músculos trabajados, con la finalidad de conseguir sexo de una noche o si tenían suerte, una relación más duradera. El resto de ellas en verdad estaban trabajando en terminar su ejercicio del día.

Reí cuando miré a Connor alejándose de una pelirroja en ropas de deporte que parecían querer vomitar sus pechos de lo escotada que era su blusa y se inclinaba en lo que seguramente era vista completa para un irritado Connor. No comprendí como es que no entendió que no la quería cerca.

No pude encontrar a Dean alrededor, pero la última vez estaba con una morena demasiado entusiasmada, apuesto a que estaban perdiendo el tiempo en alguna bodega cercana.

Jadeando por aire detuve la máquina para correr y limpié el sudor en mi frente.

— ¿Buscándome?— la voz profunda en mi oído me sobresaltó.

Retrocedí hasta que mi cadera chocó con la máquina para correr.

—No lo hacía— mentí.

Dean mostró su sonrisa ladeada que probablemente haría caer a millones de mujeres a sus pies y tomó un paso más cerca de mí.

Miré su pecho desnudo con las líneas casi hipnotizantes enredándose en sus bíceps y torso, el tatuaje cubría sólo el lado derecho de su cuerpo mientras que el izquierdo permanecía libre de tatuajes, jamás me habían gustado los tatuajes, pero en él había algo que lo hacía demasiado seductor. Su cuerpo brillante por el sudor era casi una imagen erótica para las mujeres en el gimnasio.

— ¿No lo hacías? Porque eso era lo que parecía— se acercó más mientras yo retrocedía y agregó en voz baja—: Es comprensible. Soy demasiado irresistible, no es tu culpa.

Contuve el aliento cuando cerró el espacio entre nosotros y se inclinó hacia mí; con su rostro a centímetros y su cálido aliento chocando contra mis labios. Sentí mi cuerpo tensarse con su cercanía.

—No lo eres, no produces nada en mí que no sean nauseas— contesté.

Sentí la mano de Dean en mi cadera y su pecho mojado presionado contra mi costado, pero por mucho que yo quería golpearlo hasta que comprendiera que no debía acercarse a mí, mi cuerpo traicionero respondía a su cercanía.

Dean sonrió cuando mi respiración se entrecortó y sus labios rozaron mi oreja mientras murmuraba—: No está nada bien mentir, rubia.

Me estremecí al contacto de sus labios en mi oreja y sus dedos presionando suavemente en mi cadera, manteniéndome en mi lugar. Levanté la mirada y su intensa mirada azul me dejó atrapada, contuve la respiración cuando inhaló.

—No miento. Eso es demasiado egocéntrico de tu parte. Tal vez yo estaba buscando a algún hombre que me haya gustado— internamente agradecí que mi voz sonara firme.

Se ojos se oscurecieron antes de que bajara la cabeza y nuestros rostros estuvieran a centímetros de distancia, exhaló suavemente y su aliento mentolado y fresco aturdió mis pensamientos.

—Eso es imposible conmigo cerca.

Enarqué las cejas.

—Ahora vez que no.

La mirada de Dean comenzó a perder intensidad mientras examinaba mi rostro lentamente, finalmente otra sonrisa ladeada apareció y mi cuerpo nuevamente gozaba de su espacio personal cuando se apartó. No sabía si sentirme aliviada o decepcionada, a pesar de que sabía que aliviada era la respuesta correcta.

—Sigue convenciéndote de eso.

Guiñó un ojo y vagamente escuché los suspiros femeninos a mí alrededor antes de que saliera del gimnasio, probablemente rumbo a nuestra habitación de hotel.

Dean era el hombre más idiota, egocéntrico, peligroso… y sexy que había conocido en mi vida.

.

Terminé de llenar mi mochila con la ropa deportiva recién lavada y seca gracias al buen servicio del hotel, el sonido de la cremallera inundó la habitación mientras me levantaba y me echaba la mochila al hombro. Dean y Connor me esperaban en la puerta de la habitación.

—Así que… ¿está vez iremos directo a Hereford?

Connor aseguró las mochilas en el compartimiento de su harley y asintió mientras sus labios se fruncían en concentración.

— ¿Te da miedo llegar, rubia?

Me volví hacia Dean y crucé los brazos frente a mis pechos.

—No, sólo quería calcular que tanto tardaríamos aún hasta que me regreses a Detroit.

Me sorprendió que mi mentira sonara tan creíble, sinceramente el pensar en llegar a Hereford me tenía temblando de terror. No creía ser capaz de poder ver a Dean matando a alguien cuando finalmente comenzaba a acostumbrarme a su presencia.

Dean montó la harley negra y me miró de reojo.

—Viajaremos por todo el país, quizá nos tomara un par de meses hasta que podamos regresarte.

Suspiré con decepción y monté detrás de él.

Con renuencia —después de lo que había sucedido en el gimnasio hace unas horas—, me sostuve de la cintura de Dean mientras él aceleraba la harley.

Tener a Dean tan cerca esta tarde había sido algo completamente nuevo… e inesperado. Jamás en la semana que tenía viajando con ellos Dean se había acercado demasiado y todavía podía sentir el hormigueo en donde sus manos habían estado. Simplemente parecía que la atracción que sentía por él se negaba a desaparecer por mucho que luchara contra ella. Mi único consuelo era que sabía que ceder a ella era imposible, no mientras mi conciencia se negará a detener sus pensamientos de culpa por sentirme de ese modo después de lo que había pasado con Sophie.

Cerré los ojos y disfruté del viento despeinando mi cabello.

Aun si Dean no hubiera matado a mi mejor amiga tener una relación con él era imposible, no creo que él sepa el significado de relación a juzgar por sus múltiples conquistas solo de esta semana, probablemente lo único que obtendría de estar con él sería una ETS.

Me concentré en lo que sucedía a mí alrededor cuando la harley bajó la velocidad y el viento en mi rostro comenzó a disminuir.

Casi salté fuera de la harley como si estuviera en llamas cuando Dean estacionó en una gasolinera solitaria en medio de la carretera, el sol comenzaba a bajar y pronto comenzaría a caer la noche. Dean enarcó ambas cejas pero se abstuvo de comentar algo con respecto a mi reacción —supongo que comenzaba a acostumbrarse— y comenzó a llenar el depósito de gasolina de la harley.

Minutos más tarde Connor estacionó detrás.

—Estás manejando más lento que de costumbre— le dijo a Dean mientras bajaba de la harley roja, Dean lo miró de reojo con los labios apretados—. Hombre, a este ritmo tardaremos demasiado en llegar a Hereford.

Los ojos de Dean se estrecharon y cruzó los brazos sobre su pecho.

—Llegaremos a tiempo— se limitó a contestar.

Connor suspiró y tomó la manguera para llenar su harley. Si algo había llegado a aprender en el poco tiempo que había convivido con Dean era que presionarlo sólo lograba despertar su ira. Él era realmente un chico problema, un chico por el que todas las chicas estarían dispuestas a aceptar los problemas que vienen con él.

Dean me miró y la sonrisa mitad burlona, mitad arrogante apareció. Mentalmente me preparé para lo que diría.

— ¿Crees que puedas manejar el no dormirte sobre mí el resto del camino, rubia? Me gustaría mantener mi espalda libre de babeos hasta llegar a la cuidad más cercana.

Apreté los dientes y cerré mis manos en puños, convenciéndome a mí misma de que lo mejor era ignorarlo. Si algo no había cambiado, eran mis ganas de golpear a Dean hasta borrar esa sonrisa de su cara.

Sus ojos brillaron mientras esperaba mi respuesta.

Sacó un cigarro de la bolsa en su chaqueta de cuero y lo sostuvo entre sus labios mientras lo encendía. Hice una mueca.

—Tus pulmones se caerán algún día si sigues fumando de ese modo.

Dean rodó los ojos.

—Tendría cáncer, rubia. No se caerían mis pulmones. Y tampoco es como si fumara demasiado.

Suspiré con exasperación al saber que su respuesta sólo era para enfadarme más.

—No lo decía tan literalmente, sabes a lo que me refiero. Y sí fumas demasiado— miré a Connor—. ¿Podrías decirle que fuma tanto que será un caso excepcional en el que ni siquiera le alcanzara a dar cáncer antes de que se caigan sus pulmones y muera por falta de oxígeno?

Connor sonrío a mi exageración y asintió solemnemente.

—Exactamente así será— me apoyó.

Sonreí con presunción y me acerqué a Connor para ayudarlo a llenar el tanque de su harley. Tomé la manguera de sus manos y presioné, forzando a la gasolina a apresurarse fuera.

Levanté la mirada a tiempo para ver la mirada de Dean cambiando de su color brillante a una sombra opaca casi haciendo sus ojos azul oscuro, como el cielo antes de una tormenta, de la misma manera en que sucedió por la mañana en el gimnasio.

—Como sea— murmuró, antes de volverse y caminar hasta una máquina expendedora fuera de los baños públicos a unos metros de distancia.

—Gilipollas— dije, lo suficientemente fuerte para estar segura de que me escuchó. A pesar de que siguió caminando.

Los cambios de ánimo repentinos de Dean eran agotadores y todavía lo odiaba lo suficiente para que no me importara retractarme de mis palabras, se merecía todas y cada una de ellas. Si no fuera tan idiota todo el tiempo tal vez me arrepentiría un poco, pero su actitud no ayudaba para que dejara de comportarme como una perra a su alrededor.

Salté hacia atrás cuando la mano de Connor estuvo sobre mi espalda, podía ser muy buen amigo, pero tocarme era un límite que nadie podía cruzar, sin importar lo buenos que fueran, ni siquiera Sophie había logrado abrazarme después de años de amistad. El pensamiento fugaz de Dean tocándome en el gimnasio por la mañana apareció, pero rápidamente me convencí de que no había tenido opción, porque Dean me había acorralado y estaba con la guardia baja.

—No deberías de ser tan dura con Dean, es un buen chico.

Fruncí el ceño cuando los ojos de Connor parecían casi tristes, el sentimiento de culpa que no había logrado sentir apareció mágicamente.

—No lo es.

Connor miró a la distancia y en sus ojos se manifestó la batalla interna que tenía en ese momento, después su mirada se trasladó hasta Dean y suspiró profundamente.

—Sí, lo es, Allison— sus labios se fruncieron—. El no haría nada para dañar a nadie.

Inhalé lentamente, porque esa era probablemente la mentira más grande que había escuchado.

—Eres un buen amigo Connor y está bien que pienses eso de Dean. Pero no es verdad. Las personas buenas no matan gente por dinero, además de que eso daña a mucha gente, empezando por sus familias.

Connor me miró y vaciló, sus ojos parecían querer transmitirme un mensaje, minutos más tarde la determinación iluminó su mirada y cuadró sus hombros.

Después, la revelación más impactante abandonó sus labios.

—No quería decirlo de esta manera Allison, pero… Dean no fue quien mató a Sophie.
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3

"Viaje en motocicleta"



Me moví por sexta vez en la cama.

Volviendo mi cuerpo en posición fetal ahuequé mi rostro entre mis manos y miré la luna plateada a través de la ventana. Había logrado conciliar alrededor de dos horas de sueño en toda la noche después de que Connor me dejara en la habitación de invitados y tomara un largo baño caliente que sólo sirvió para que más recuerdos me atormentaran. Cada vez que mi mente se adormecía y entraba en el mundo de los sueños, el rostro pálido y ojos opacos de Sophie aparecían con su cuerpo frío en medio de un charco de sangre espesa.

Parecía que el recuerdo me perseguiría y no me dejaría olvidarlo nunca. Quise vomitar y quemar cada uno de mis recuerdos para no tener que mirarla detrás de mis parpados cada vez que cerrara los ojos, parecía que los recuerdos buenos que había conservado de ella habían sido eliminados de mi memoria, porque no podía más que verla muerta.

Había escuchado el ruidoso regresar de Dean alrededor de las 4:30am. y desde entonces dormir me había sido aún más imposible de lograr.

Moví mi cuerpo y me recosté sobre mi espalda suspirando cuando el reloj de mesa marcó las 8:26am. Era imposible, no había manera en que lograra dormirme ahora, además de que nuestro viaje comenzaría pronto.

Me levanté de la cama y arrastre los pies hasta el baño.

Un par de ojos azul grisáceo me regresaron la mirada desde el espejo, mi piel bronceada estaba marcada con moretones y cortes; eché hacia atrás mi cabello rubio platino y me incliné más cerca del espejo. Había dos circulares marcas rojizas en mi frente y sien derecha, como también un par de cortes superficiales en mi mejilla y labio inferior.

Para mi mala suerte, mi piel es de las que se marcan fácilmente y son difíciles de sanar. Probablemente las magulladuras en mi rostro tardarían semanas en desaparecer.

Mojé mi rostro e ignoré mis ojos rojos y las ojeras debajo de ellos; consecuencia de mi noche de insomnio.

Bostecé mientras entraba a la cocina y frotaba mis ojos en un intento por despertar completamente, porque aunque no había dormido realmente, mi mente parecía ligeramente aturdida.

Me detuve en seco cuando vi a Dean sentado en la pequeña mesa con una taza de café. Mi mirada cayó sobre su pecho desnudo, los músculos se marcaban como si cada uno hubiese sido moldeado para la perfección. Sus bíceps se contrajeron cuando levanto su grueso brazo hasta llevar la taza a sus labios.

Retrocedí ocasionando un estruendo al chocar con el sillón de la sala y provocar que el control remoto cayera al suelo. Dean levantó la mirada y sus ojos azules fríos me recordaron la razón por la que lo odiaba cuando en su lugar los ojos vacíos de Sophie los reemplazaron.

Me di la vuelta y la voz baja de Dean me detuvo.

—Realmente no tienes que correr cada vez que me ves. No muerdo, rubia.

Lo miré de reojo y me estremecí cuando su mirada me estudio de arriba abajo. Me molestó que él lograra verse tan bien con sólo unas horas de sueño, cuando yo me veía como un muerto viviente. Su oscuro cabello desordenado era sexy, hacían mis manos picar por pasar los dedos por sus mechones.

—No. Tu matas—repliqué con voz dura.

Quise abofetearme, porque aunque era la amarga verdad, incluso yo sabía que esta vez había ido demasiado lejos. Sin embargo, su mirada permanecía fija en mi ropa, mientras sus ojos se oscurecían de manera aterradora. El fugaz pensamiento de correr a la protección de la calle principal me aturdió.

Le temía a Dean y el descubrirlo erizo los vellos de mi piel.

— ¿Es la ropa de Connor?— preguntó con un movimiento de su barbilla.

Miré la camiseta blanca con estampado del escudo de la Universidad de Cambridge, que fácilmente podría ser unas cinco tallas más grande y los shorts que tuve que amarrar en los bordes para evitar que se me cayeran.

Levanté la mirada a sus manos en puños y asentí con precaución.

—Sí. Lo es.

La puerta al final del pasillo se cerró y Connor apareció con una toalla anudada en sus caderas y el cabello rubio mojado. Miré sus músculos delgados. Connor era guapo, pero no se comparaba con Dean en sus pantalones de pijama, lo que era realmente una lástima, porque su actitud le quitaba muchos puntos, aunque probablemente incluso eso no importaría si él no hubiera matado a Sophie. O si no temiera estar a solas con él.

—Buenos días— dijo Connor.

La mirada aterrorizante de Dean estuvo sobre él en segundos y por momentos creí que correría a buscar su arma donde sea que la escondía y le dispararía directo al corazón. Connor se detuvo en seco y lo miró desconcertado.

—Buenos días, Connor— contesté cuando el silencio pareció demasiado denso.

Connor me miró y sonrió ligeramente antes de caminar dentro de la cocina lentamente, mirando a Dean fijamente. Decidí que prefería quedarme en donde estaba mientras miraba a Dean lanzar dagas con los ojos a Connor.

Carraspeé y ambos me miraron inmediatamente. Me encogí bajo sus miradas y retrocedí.

—Uh… yo… creo que iré a vestirme para que podamos iniciar el viaje.

Corrí fuera de la habitación antes de que pudieran contestar.

Cerré la puerta de la habitación detrás de mí y coloqué el pestillo cuando un estruendo resonó entre las delgadas paredes del apartamento, seguido de las voces bajas y furiosas de Connor y Dean entremezclándose. Decidida a ignorar los problemas que tuviera —y que no eran de mi incumbencia—, tomé mi ropa y me la puse otra vez.

Hice una mueca cuando la vi sucia y llena de sangre seca.

Esperé pacientemente para salir cuando los murmullos enojados se detuvieron y un portazo fue indicio de que alguno de los dos había abandonado la cocina. Seriamente pensé en la probabilidad de no salir hasta que tuviéramos que iniciar el viaje, no sabía quién estaba en la cocina y encontrarme con Dean nuevamente me aterraba, pero mi estómago comenzaba a gruñir, tendría quizá unos cuatro días sin comer y el olor de tocino flotaba en el aire, rompiendo mi resolución.

Me prometí internamente que si era Dean el que estaba en la cocina regresaría a mi habitación y esperaría hasta marcharnos.

Caminé por el pasillo, casi hipnotizada por el delicioso aroma del grasoso tocino flotando en el aire. Connor me miró cuando asomé la cabeza.

—Estabas tardando, pensé que no vendrías a desayunar.

Miré el plato con huevos y tocino que depositó en la mesa. Luego levanté la mirada a Connor y examiné detenidamente su rostro, después el resto de la habitación donde todo parecía estar en su lugar. Me pregunté de dónde había venido el estruendo de hace unos minutos.

—Gracias— me senté y tomé el tenedor. Saboreando el crujiente tocino, tragué y tomé un poco del vaso de jugo que Connor había depositado frente a mí—. ¿Está todo bien?

Connor sonrió.

—Dean está teniendo un problema con aceptarlo. Pero eventualmente lo hará.
Fruncí el ceño y mordisqueé el pan en el borde, pensando detenidamente en sus palabras sin sentido.

Miré a Dean dejar caer una mochila enfrente de la puerta principal y dejarse caer en el sillón perezosamente, moví mi silla un poco más lejos disimuladamente, pero supe que había fallado cuando la mirada de Dean estuvo sobre mí.

—Suerte con eso.

La sonrisa de Connor se amplió antes de volverse y limpiar su plato de los residuos de comida para meterlo después en el lavavajillas.

—Deberías encender la harley, Dean. Hacer esperar a Allison no te dará puntos con ella.
Dejé caer el tenedor en el plato y miré a Connor acusadoramente.

— ¿Voy a viajar en la harley de Dean?— pregunté furiosa, sin ni siquiera darle oportunidad a Dean del comentario sarcástico que seguro iba a hacer.

Una palabra de su parte y enterraría el tenedor en sus ojos, no podía viajar con Dean. Connor me miró con una mueca y bajó la mirada a sus manos mientras contestaba.

—No hay otra manera. Mi harley fue acondicionada para que el asiento fuera reducido y un pequeño compartimiento pudiera llevar un poco de equipaje.

Sentí mi estómago revolverse cuando pensé que tendría que viajar con Dean por semanas a cada estado que tuviéramos que llegar y repentinamente el aroma del tocino con huevos me asqueó. No podía hacerlo. No podía hacerle eso a Sophie.

Aparté el plato.

— ¿Por qué no lleva Dean tu harley?

—Nadie maneja mi harley además de mí, rubia— intervino Dean.

Miré a Connor desesperadamente desde mi lugar en la mesa, verdaderamente pensé que sufriría otro de mis ataques de pánico frente a ellos. Había logrado sobrellevarlos por años. Pero ahora parecía que no tenía control sobre ello. Mi temor hacia Dean parecía cernirse sobre mí y atosigarme.

Connor se acercó y Dean me miró intensamente desde su lugar en el sillón.

Jadeé y levanté mis manos, impidiendo que se acercara.

—Por favor. Por favor, no te acerques.

Connor me miró con preocupación y Dean se levantó bruscamente de su lugar, saliendo del apartamento con pisadas furiosas.

— ¿Estás bien?— la voz de Connor parecía demasiado lejana.

Me sostuve con fuerza del borde de la mesa, clavando mis uñas profundamente en ella. La oscuridad estaba consumiéndome. Parecía querer tragarme dentro de ella y hundirme. Inhalé profundamente cuando el aire en mis pulmones comenzó a faltar.

Estoy cayendo.

—Allison— Connor me llamó con alarma.

Clavé las uñas en mis manos y respiré profundamente.

Mi visión se aclaró lentamente y agradecí haber logrado salir de mi episodio antes de enloquecer. No tendría como explicarle a Dean o Connor mi ataque de pánico. Suspiré profundamente y miré a Connor que se inclinaba sobre mí.

Me alejé rápidamente.

—Estoy bien.

Hizo un gesto de incredulidad y finalmente asintió.

—Escucha, Allison. Realmente lo lamento, si no quieres viajar con Dean… yo, puedo encontrar una manera…

Negué y le sonreí vacilante.

Sabía que no había otra manera de viajar y Connor ya había hecho mucho por mí, no quería darle más problemas.

—Puedo hacerlo— prometí.

Dean entró y nos miró detenidamente.

—Es hora de irnos— anunció.

Los seguí a ambos fuera del departamento.

Dean subió a la hermosa harley negra, que hacia juego con su chaqueta de cuero negra y lo hacía ver como un chico peligro. Connor caminó hacia la harley roja, que tenía un pequeño maletero para motos con dos mochilas probablemente llena de sus pertenencias y las de Dean.

Los miré, parada a unos cuantos metros de distancia.

Dean me miró y una sonrisa burlona se dibujó en sus labios, una a la que comenzaba a acostumbrarme.

—No seas tímida, rubia.

Caminé hacia él con precaución, como si esperara que sacara su arma y me apuntara con ella. Me trepé detrás de él y mi pulso se aceleró contra mi voluntad —probablemente de miedo— cuando mi cuerpo quedó pegado a su espalda musculosa, dispuesta a no tocarlo aferré mis manos detrás de mí al asiento.

Dean volvió el rostro ligeramente y pude detallar su perfil varonil. Enarcó las cejas.

—Te caerás si no te sostienes de mí.

Me encogí de hombros con terquedad y tensé mi agarre en el asiento.

Dean sonrió ampliamente y sin previo aviso aceleró la harley. Vagamente noté que Connor nos seguía detrás en la harley roja. Sentí mi cuerpo caer hacia atrás por el impacto a pesar de que mis manos apretaban firmemente el agarre del asiento e instintivamente enredé mis brazos apretadamente alrededor de la cintura de Dean con fuerza para evitar caerme.

Su risa profunda y baja llegó a mis oídos segundos después.

—Así está mejor. Ahora sí podemos iniciar nuestro viaje.
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Alessa Masllentyle

Hola, soy Alessa. Escritora, lectora ávida y por mucho que intente no serlo: soñadora. Entre mis pasatiempos se encuentran los k-dramas, la lectura Young-Adult, escuchar música y escribir un poquito de todo.

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