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Edward POV




Mis dedos revolotearon sobre las teclas del piano con fluidez, presionando suavemente y emitiendo una melodía melancólica.

Cerré los ojos.

El olor de su esencia me golpeó y me fue inevitable sonreír, casi podía sentir el calor de su cuerpo, acompañándome como siempre, escuchando atentamente mis composiciones. Me negué a abrir los ojos, porque sabía que en cuanto lo hiciera no la encontraría y estaría solo nuevamente, mi mundo de fantasía desaparecería y me llevaría hacia la dolorosa realidad que vivía.

Bella, regresa a mí…

El sonido se intensificó, al igual que mis sentimientos, que en este momento estaban siendo reflejados a través de esa canción.

No me percaté de que había alguien a mi lado hasta que su grito me sacó de mi ensoñación. Abrí los ojos, encontrándome con la realidad que tanto temía, en la que ella no estaba.

—¡Basta, Edward! —Los ojos de Alice ardían en dolor y furia—. ¡No fuiste el único que la perdió!, ¡deja de torturarnos de ese modo!

El sentimiento de culpa me inundó cuando las palabras de mi hermana abandonaron su boca.

Bajé la mirada avergonzado con mi comportamiento egoísta al percatarme de que tenía razón. Pude escuchar desde el segundo piso a Jasper agradecer mentalmente por haber detenido la avalancha de sentimientos negativos al tiempo que la tensión —de la cual no me había percatado— desaparecía abruptamente del ambiente de la casa.

—Lo siento —murmuré.

El constante cambio de imágenes en la mente de Alice llamó mi atención, centrándome nuevamente en ella. Mi cuerpo se tensó en desacuerdo después de procesar las imágenes.

Sus pensamientos se revolvían con millones de imágenes de Bella y todos los momentos que pasó a nuestro lado. No pude evitar la mueca de dolor cuando su rostro sonriente, con su cabello caoba y los reflejos rojizos brillando al sol, se filtró en mi mente.

Alice negó suavemente con la cabeza, intentando deshacerse de las imágenes —que aparentemente se reproducían sin control— y sollozando salió de la habitación dando un sonoro portazo.

Suspiré.

Aún no ha regresado, ¿cierto?

Escuché el pensamiento de Jacob antes de que cruzara el umbral de la puerta y apareciera en mi campo visual, tomado de la mano de Lizauli.

Negué apesadumbrado y dando media vuelta me acerqué a la ventana por la que se colaba la escasa luz del sol que salía por el horizonte, anunciando, un día más.

—A veces dudo que regrese —susurré abatido.

Escuché a Jacob suspirar detrás de mí.

—No he podido contactar con ella. —Hizo una mueca—. Es como si hubiese… desaparecido.

Mi cuerpo se tensó cuando las palabras que pronunció golpearon contra mi frío corazón que aun mantenía la esperanza de verla algún día.

—No. Es. Posible. —Mi voz dura enfatizó cada palabra cuidadosamente.

Sentí a Jacob exhalar el aire de golpe. Segundos más tarde Lizauli desapareció de la habitación alegando tener que ir a ver a Esme unos minutos.

—No puedes seguir de este modo Edward —murmuró Jacob una vez que estuvimos solos—. Sé que Bella va a regresar… puedo sentirlo, pero no puedes torturarte mientras tanto.

Las palabras de Jacob se incrustaron en mi corazón con fuerza, sosteniéndose de la pequeña esperanza que él me ofrecía. Deseé fervientemente que no estuviese equivocado, que su conexión con Bella fuese suficiente para que sus palabras se realizasen.

—¿Cuándo lo viste? —pregunté volviéndome hacia él.

Jacob vaciló al mirar mi expresión esperanzada, era la primera vez que sentía una pequeña luz de esperanza filtrarse en doscientos treinta y dos años, desde que ella se había ido y nadie había tenido ni una sola pista de ella, ni de los Vulturi.

Suspiró pesadamente y bajó la mirada.

—Hace… una década —murmuró entre dientes con renuencia.

Me detuve un momento a procesar sus palabras. Bella regresaría. Estaba seguro. Ahora que Jacob lo había visto, las posibilidades de que mi deseo se realizara aumentaban demasiado. Me detuve un momento al comprender las palabras de Jacob. Hace una década…

—¿Y por qué no me habías avisado antes? —pregunté desconcertado.

Jacob se removió incómodo delante de mí mientras yo lo miraba fijamente a la espera de una respuesta.

—¡Edward! —interrumpió Lizauli con una sonrisa entusiasta, abriendo la puerta repentinamente—. Alice quiere que bajes, llegó la hora de que se vayan al instituto.

De reojo noté la expresión aliviada de Jacob y la sonrisa agradecida hacia su esposa.

Fruncí el ceño.

Obligué a mis pies a moverse cuando los pensamientos de Alice y Rosalie desde el primer piso me gritaron exigiéndome bajar inmediatamente. Solté un suspiro y lanzándole una mirada de sospecha a la extraña pareja frente a mí, salí de la habitación.

No podía asegurar cuanto tiempo había transcurrido desde ese día, pero mis esperanzas se apagaban nuevamente con cada nuevo día sin Bella.

Tal vez meses, semanas, días… o quizás estaba dramatizando demasiado y sólo habían transcurrido unas horas. No estaba seguro.

Mecánicamente tomé la ropa que estaba pulcramente doblada sobre mi sillón.

Parecía que los días transcurrían imposiblemente lento. Mi mente desenfocada se abstenía de entrar a las mentes ajenas e incluso a procesar las palabras pronunciadas a mi alrededor. No había espacio en mi cerebro además de mis pensamientos y mis ahora muy preciados recuerdos, que eran lo único que me mantenían cuerdo sin Bella.

El repentino tirón de mi brazo derecho, casi brusco, logró llamar mi atención por unos momentos.

—Edward, te hemos preguntado si estás de acuerdo con mudarnos nuevamente —me reprendió Alice con voz dura.

La miré unos segundos más de lo debido, tratando de comprender las palabras que sus labios pronunciaban pero que mi cerebro se negaba a procesar.

Fruncí los labios ante lo difícil que me era obligarme a comprender las palabras de Alice.

Finalmente me rendí.

Asentí distraídamente, para nuevamente hundirme en el sopor que me había acompañado este tiempo y me protegía del dolor que me ocasionaba recordar a Bella con cualquier mínima acción ajena, prefería hundirme en mis recuerdos e imaginar que Bella seguía a mi lado a tener que afrontar la realidad nuevamente. No podría con eso.

Repentinamente cuando el nombre de Bella fue mencionado en la conversación que era sostenida a mi alrededor mi mente automáticamente se puso en alerta a la espera de cualquier noticia de ella.

—¿Se rendirán tan fácilmente? —Inquirió Jacob incrédulo y una ligera nota de furia en su voz.

Carlisle hizo una mueca de tristeza, me sorprendió el estar tan atento repentinamente después de tanto tiempo en mi estado de inconsciencia.

—Ha pasado demasiado tiempo Jacob —repuso Carlisle con voz temblorosa.

No me costó demasiado notar la dificultad con la que pronunció las palabras sin necesidad de hurgar en su mente.

—Ella volverá —aseguró Jacob en medio de un gruñido.

Lizauli lo tomó del brazo con suavidad al notar la tensión en su esposo, logrando que se relajara inmediatamente y le obsequiara una sonrisa dulce. Aparté la mirada incómodo cuando nuevos recuerdos se filtraron en mi mente, pero luché contra ellos, intentando no hundirme nuevamente en el sopor.

—No puedes asegurarlo —rebatió Alice con voz cansada.

Me tomé el tiempo de analizar a mi familia después de notar el evidente cambio en Alice que tenía ligeras ojeras bajo sus ojos negros, a simple vista cualquiera diría que era la misma de siempre, pero sus ojos no mostraban su brillo habitual y su entusiasmo evidente había desaparecido por completo.

Jasper a su lado permanecía imperturbable. Su semblante tenso y mirando fijamente a Alice, como si esperase que se desplomara repentinamente. Me pregunté si extrañaba a Bella. Su rostro deprimido y cansado me dieron la respuesta inmediatamente, además de que en su mente se reproducían continuos momentos al lado de Bella. Bloqueé su mente inmediatamente.

Emmett parecía un auténtico zombie comparado a su vieja versión. Las comisuras de su boca parecían eternamente caídas, su semblante triste y taciturno. Sus ojos seguían la conversación llevada frente a él, pero Emmett permanecía extrañamente en silencio. No me atreví a entrar en su mente.

Rosalie mantenía su cara de póker habitual, pero aun así pude notar que más allá, algo se escondía bajo su muy cuidadosa mascara. No logré descubrirlo a pesar de buscar minuciosamente en su mente, era experta manteniéndome fuera si así lo quería.

Suspiré.

Esme parecía deprimida. Jamás en mis años de inmortalidad imaginé ver tal escena. Era tan dulce y maternal por naturaleza que imaginarla deprimida e incluso triste me era imposible. Alejé la mirada ya que mi cerebro era incapaz de asimilar semejante imagen.

Por último… estaba Carlisle. Parecía desolado. Su mirada vacía como jamás lo había visto. Casi podía asegurar que su piel era más pálida de lo normal y las ojeras bajo sus ojos eran un tatuaje permanente, marcándolo. Su semblante le hacía parecer como un auténtico muerto y de no ser porque podía escuchar su suave y ligera respiración podría asegurar que realmente estaba muerto. Me estremecí. Bloqueé su mente inmediatamente sin aun haber terminado de analizarlo, no necesitaba más imágenes de Bella.

Cerré los ojos y después coloqué mis manos sobre ellos, como si de ese modo esperase que las recientes imágenes se borraran de un momento a otro.

—Solo sé que Bella regresará —murmuró Jacob mirando fijamente a cada uno de los miembros de la familia—, jamás creí que ustedes se rendirían —Carlisle se encogió en su lugar ante su acusación— pero yo no lo haré. —Nos miró unos segundos más y después negó suavemente con la cabeza, como si quisiese deshacerse de algunos malos pensamientos, no me atreví a entrar en su mente—. Me decepcionan.

Suspiró y después de lanzarnos otra mirada salió por la puerta principal dando un sonoro portazo. Lizauli nos miró avergonzada y salió detrás de Jacob.

El silencio que se instauró en la habitación me hostigó hasta que finalmente tuve el valor de hablar.

—¿Irnos? No pienso irme de aquí hasta que Bella regrese —dije con voz firme.

Decir su nombre me quemó como ácido y los recuerdos lucharon por envolverme de nuevo en la inconsciencia mientras intentaba mantenerme en el presente. Carlisle frunció los labios, avergonzado consigo mismo, pude adivinar que se arrepentía por rendirse y no esperar a Bella.

Carlisle asintió de acuerdo conmigo.

—Escuchen familia —dijo levantándose—, los que quieran marcharse están en la libertad de hacerlo, de lo contrario pueden quedarse con nosotros —dijo dándome un ligero apretón en el hombro.

Esme asintió y sonrió ligeramente.

—Siempre estaré a tu lado Carlisle y esperaré a mi hija el tiempo necesario. —Prometió con vehemencia.

Emmett, Jasper y Alice no dudaron cuando aceptaron quedarse y esperar a Bella el tiempo necesario. Me sorprendió cuando Rosalie permaneció en silencio, anunciando sutilmente que también esperaría. La miré inquisitivamente mientras ella rehuía mi mirada.

Unos pocos días más transcurrieron después de ese acuerdo familiar. No había noticias de Bella y no parecía que las habría pronto.

Jacob sonrió con entusiasmo al saber que esperaríamos y nos felicitó por nuestra decisión.

Bajé las escaleras con lentitud.

El resto de mis hermanos subieron a sus autos después de notar mi presencia a su lado. Estábamos de acuerdo con esperar a Bella, es cierto. Pero eso no cambiaba la tristeza que inundaba nuestros semblantes al no tenerla a nuestro lado.

Exhalé el aire temblorosamente y me preparé para otro día en el instituto.

Me mantuve alejado de los humanos a mi alrededor y luché minuto por minuto para mantenerme alejado de los recuerdos, parecía que cada día me era más difícil mantenerme alerta. Evité concentrarme en algún objeto concretamente ya que cada pequeño espacio traía un nuevo recuerdo a mi mente. Una tarea difícil y hostigante.

Respiré aliviado cuando el timbre del almuerzo me permitió reunirme con mis hermanos, de ese modo me sería más fácil impedir sumirme en los recuerdos.

El silencio de nuestra mesa era tenso. Me retracté inmediatamente de mis anteriores pensamientos, esto me hacía más difícil el trabajo de impedirme recordar.

Me concentré en los pensamientos a mi alrededor hasta que una esencia dulzona y floral se filtró en mis fosas nasales.

Sacudí la cabeza con brusquedad.

No podía caer en los recuerdos.

Pero el olor era tan fuerte… tan real…

No se han olvidado de mí aun, ¿o sí?

Levanté la cabeza como resorte cuando sus pensamientos se colaron en mi mente, mis hermanos me miraron fijamente después de mi repentina acción. Estaba seguro de que mi boca estaba abierta hasta el suelo. Me miraron con el ceño fruncido y con curiosidad siguieron la línea de mi mirada. Jadearon, más alto de lo normal.

En la entrada de la cafetería estaba Bella. Tan hermosa como la recordaba. Su cabello caoba caía a su alrededor, elevándose ligeramente con el viento detrás de ella. Sus ojos brillantes parecían sonreír. Nos miraba fijamente con una sonrisa juguetona bailando en sus carnosos labios rojizos.

De un momento a otro nos guiñó el ojo y salió corriendo.

Ninguno de nosotros dudó en seguirla inmediatamente al verla desaparecer. Siguiendo su esencia nos internamos en el bosque hasta que repentinamente se perdió en medio de la nada, dejándonos desconcertados y buscándola. Nuestro ceño se frunció profundamente cuando nos percatamos de que allí también estaba Carlisle, Esme, Jacob y Lizauli.

—¿Chicos? —Inquirió Carlisle confundido.

—¿También vieron a Bella? —preguntó Alice.

Los cuatro asintieron.

Miramos a nuestro alrededor. Esperando verla. Pero parecía haberse esfumado repentinamente, como una simple visión.

—No está —suspiró Emmett—, ¿tan desesperados estamos que la alucinamos?

El semblante esperanzado de Carlisle decayó un poco ante las palabras de Emmett, pero Jacob negó con una amplia sonrisa.

—Ella está aquí. —Su entusiasmo contagioso nos hizo mirar a nuestro alrededor con nuevas esperanzas—. Vamos Bells, sal pequeña traviesa.

La risa de soprano característica de ella resonó entre los árboles, todos nos volvimos mirando a nuestro alrededor inmediatamente, buscándola un vez más.

Apareció portando un vestido blanco que se ajustaba a su cuerpo. Parecía que un halo brillante la rodeaba, dándole una luz propia que te atraía como un imán. A su costado un trío de pelirrojos la acompañaban, los tres se miraban sobre protectores con Bella y me pregunté quiénes eran.

Pero antes de poder sacar conclusiones su voz dulce y tranquilizante me distrajo.

—Tenías que arruinarlo Jacob —regañó Bella con una sonrisa deslumbrante.

Se detuvo unos cuantos metros frente a nosotros y nos miró sonriendo ampliamente, los pelirrojos detrás de ella se detuvieron automáticamente, casi como si estuviesen sincronizados.

—¿No hay un abrazo para mí? —preguntó Bella con falsa ofensa—, ¿tan pronto me olvidaron? —Inquirió dramáticamente.

Parece que todos pensamos de igual manera cuando nos lanzamos a abrazar Bella con fuerza. Ella rió ante nuestro abrazo grupal y el entusiasmo en cada uno de nosotros, a excepción de Rosalie que se mantenía al margen removiéndose incómodamente.

Bienvenida nuevamente Bella, pensó Rosalie tímidamente.

Me sorprendí al escucharla e inmediatamente volví mi mirada hacia Bella. La miró unos minutos y después le obsequió una pequeña sonrisa muy sutil que Rosalie respondió con una amplia.

Gracias Rose, fue la respuesta cálida de Bella.

—Tienes mucho que explicarnos —dijo Alice con falso enojo, rompiendo de ese modo el extraño momento entre Rosalie y Bella.

Bella se volvió hacia Alice y sonrió ampliamente, sus dientes perlados brillaron.

—Lo que quieras hermana —aseguró.

Los ojos dorados de Alice brillaron ante el sustantivo que Bella utilizó para nombrarla.

—¿Quiénes son ellos? —preguntó Emmett señalando a los pelirrojos.

Bella se volvió hacia ellos mirándolos cariñosamente. Una sonrisa dulce se dibujó en sus labios. Nosotros fruncimos el ceño, celosos.

—Familia Cullen, ellos son mis Hermanos K —anunció Bella con alegría.

Los tres gruñeron mirando a Bella, nosotros tensamos nuestros músculos listos para alejarlos de Bella ante la más mínima muestra de amenaza, ella al contrario rió armoniosamente.

—Creo que es momento de que explique —repuso Bella con tranquilidad.

Miramos a Bella desde nuestro puesto en los sillones de la sala. Fruncía el ceño con concentración y nos lanzaba miradas. Los pelirrojos se habían quedado a su lado.

—Bien —murmuró Bella—, desde que me transformé supe que no era normal, lo saben, por lo tanto siempre supe que tendría que hacer muchos sacrificios. —Nos miró con melancolía—. Ese día hace casi doscientos treinta y tres años yo sabía que inevitablemente tendría que acompañar a los Vulturi, siempre lo supe, era algo que debía suceder.

—¿Por qué debías acompañarlos? —preguntó Emmett.

Bella lo miró y sonrió ligeramente, en su mente una rápida escena con Emmett preguntando siglos atrás al igual que ahora se deslizó por sus recuerdos fugazmente.

—Porque estaba escrito de ese modo. —Suspiró—. Mi deber es cuidar que la leyes se cumplan y encargarme de los Vulturi era algo que debía hacer tarde o temprano inevitablemente, algo que debía suceder sin importar el curso que tomara el futuro. —Vaciló un poco antes de finalmente murmurar—: No se supone que me encontraría con ustedes hasta que terminase con los Vulturi.

Fruncimos el ceño.

Bella suspiró e inhaló aire profundamente antes de explicarse.

—Como dije, cuando renací miré mi vida como vampiresa pasar frente a mis ojos como una película. Pero cambié el curso de las cosas desde el momento en que decidí acompañar a mi padre hace más de tres siglos —dijo sonriéndole a Carlisle cariñosamente—, no se suponía que sucediese de ese modo… yo debía de encontrarme con mis hermanos —dijo haciendo un gesto hacia los pelirrojos a su lado—, ellos me ayudarían a terminar con los Vulturi junto con Jacob —dijo guiñándole un ojo a éste—, después al mudarnos a Forks me encontraría con ustedes en el instituto —nos miró— me enamoraría de Edward —la mirada cargada de amor que me obsequió me hizo hiperventilar— y finalmente conocería a los padres de los famosos Cullen.

La sala se sumió en el silencio mientras todos procesábamos las palabras de Bella, ella esperó pacientemente a que lo comprendiéramos.

—Entonces… ¿siempre supiste que tendrías que irte con los Vulturi? —Inquirió Alice.

Asintió apesadumbrada.

—¿Por qué no dijiste nada? —Esta vez fue el turno de Jasper de preguntar.

Bella exhaló el aire que contenían sus pulmones.

—Sabía que ustedes no permitirían que me fuese con los Vulturi, pero debía ir con ellos, cambiar aun más el curso de las cosas de como debían haber sido, pudo habernos matado a todos —objetó mirándonos.

—¿Por qué tardaste tanto en volver? —Hablé tímidamente por primera vez.

Bella volvió su mirada hacia mí y me sentí hundirme en sus expresivos ojos esmeralda achocolatado.

—El día que me fui con ellos, intenté por todos los medios evitar que las cosas tomaran ese curso, quería quedarme aquí con ustedes. —Su mirada fija en la nada nos demostraba lo perdida que estaba en sus recuerdos—. Pero en la mente de Aro vi que Jonh me había vigilado desde hace demasiado tiempo —negó con tristeza—, ellos tenían a Kayla, Kristie y Kevin… parecía que alguna fuerza superior quería recordarme como debían ser las cosas —suspiró afligida— no dejaría a mis hermanos a merced de ellos, jamás —aseguró con voz hosca—. Así que busqué en el futuro cualquier medio que nos ayudase a salir de ese apuro sin necesidad de alejarme por tanto tiempo y al mismo tiempo mantener a mis hermanos con vida… fue imposible, en cualquier posible futuro ustedes morían… yo moría… mis hermanos eran asesinados a sangre fría… y en el peor de los casos moríamos todos. —Cerró los ojos con fuerza queriendo deshacerse de aquellas perturbadoras imágenes—. Era imposible, las cosas debían seguir su curso natural o todos tendríamos un desastroso final.

—Lo siento —susurró Rosalie suavemente.

Bella parpadeó, saliendo de sus recuerdos, como si hubiese olvidado en dónde se encontraba.

—Después de marcharme con los Vulturi viajamos a Italia, allí estaban mis hermanos, no tardamos demasiado en terminar con todos los Vulturi, después de todo ellos están entrenados para ayudarme a pelear y finalmente liberarnos de las garras de los que se decían nuestros reyes. —Los miró—. Ellos fueron los elegidos para estar a mi lado en esa pelea que marcaría la vida del mundo inmortal. —Sonrió—. Al terminar con los Vulturi los cuatro tuvimos que renacer, permaneciendo doscientos años hundidos en un sueño profundo, al despertar éramos más fuertes, la vitalidad y los poderes de cada Vulturi habían sido absorbidos por nuestros cuerpos alrededor de esos doscientos años —frunció los labios—, nuestros recuerdos eran borrosos, tardamos varias décadas en recordar todo lo sucedido después de doscientos años de inconsciencia… y finalmente aquí estamos.

Emmett levantó la mano tímidamente pidiendo permiso para hablar. Bella sonrió ampliamente y asintió en su dirección, concediéndole dicho permiso.

—¿Jonh entra en el grupo Vulturi? —preguntó emocionado—, ¡oh, por favor! Dime que murió fatalmente —rogó.

Bella frunció el ceño y sacudió la cabeza rápidamente.

—Jonh… él… —Suspiró intentando deshacerse de sus balbuceos incomprensibles y su voz temblorosa—. Cuando llegamos a Italia se sintió culpable, parece que los Vulturi le aseguraron que simplemente me separarían de ustedes para poder estar con él, nadie saldría herido, Jonh había confiado ciegamente en ellos. Así que cuando los Vulturi estuvieron a punto de terminar conmigo por salvar a mis hermanos Jonh no dudó en interponerse. —Cerró los ojos firmemente—. Logró sacármelos de encima y fue suficiente para que pudiera terminar con ellos, pero no para que sobreviviera. —Exhaló temblorosamente y abrió los ojos—. Antes de morir Jonh juró que lo único que quería era estar conmigo de nuevo —suspiró—, siempre supe que era un buen chico, pero las malas influencias terminaron con él.

Los hermanos de Bella tomaron uno de sus brazos en un silencioso consuelo que fue suficiente para que Bella sonriera un poco más tranquila. Los celos me atacaron desprevenido y me sorprendí al percatarme que mi familia retenía un sentimiento similar al mío. Al parecer los celos eran de familia.

Jacob se levantó y miró a Bella.

—¿Es por eso que perdí mi conexión contigo?, ¿por eso no podía verte? —preguntó.

Bella asintió.

—La conexión que ambos habíamos establecido desde que naciste se rompió en el momento en que me hundí en la inconsciencia, no pudiste verme hasta que comencé a recordar todo lo sucedido —explicó.

Jacob se lanzó a abrazarla, más tranquilo al saber que la conexión con su reina no se rompería, de no ser porque sabía que estaba imprimado de Lizauli le habría cortado la cabeza en ese momento.

—¡Bienvenida, Bella! —exclamó con entusiasmo.

Ella sonrió ampliamente y lo abrazó con más fuerza.

—Cuida de él Lizauli, nunca está tranquilo —dijo Bella mirándola divertida.

Ella rió y asintió.

—No dejaré que nada malo le suceda. —Prometió besando a Jacob rápidamente.

Bella suspiró apartando la mirada y observando a la familia fijamente.

—Escuchen, si ustedes nos aceptan nos quedaremos con ustedes —Carlisle abrió la boca para hablar pero Bella levantó la mano deteniéndolo antes de que emitiera algún sonido—, pero habrá días que desapareceremos, tal vez por semanas o meses. Al asumir la responsabilidad de los Vulturi establecernos en un lugar específico no es una opción… pero lo intentaré por ustedes.

Carlisle enarcó las cejas pensativo, finalmente asintió con derrota.

—Lo que sea por tenerte de regreso —murmuró tomando la mano de Bella.

Ella sonrió ampliamente y le dio un ligero apretón a la mano de Carlisle.

—Gracias, papá.

Besó la mejilla de Carlisle sonriente y después se volvió hacia mí cambiando su semblante drásticamente. Las manos en su cadera y su pequeño pie golpeando el suelo rítmicamente.

—¿No piensas saludarme como es debido Edward? —Inquirió enfadada.

Balbuceé incoherencias mientras intentaba adivinar el motivo de su reacción hacia mí. Emmett y Jasper negaron con la cabeza como si sintiesen pena por mí.

—¡Bésala! —gritó Emmett como si fuese obvio, dándome un empujón.

Carraspeé y me acerqué a Bella que sonrió ligeramente mientras intentaba mantener su máscara de enfado.

Mis manos se deslizaron inmediatamente alrededor de su estrecha cintura. En cuanto el calor de su cuerpo me envolvió, mi nariz aspiró el aire, reconociendo su esencia que tanto había extrañado y mis manos se amoldaron perfectamente a su alrededor.

—Pudiste haber sido más específica. —Le regañé sonriendo.

Sus labios se curvaron tentadoramente.

—Pudiste saludar a tu novia desde que llegó y nos habríamos ahorrado todo esto —rebatió.

La besé con el anhelo de sentir su aliento dulce en mi boca y su sabor a miel en mi paladar. Mis recuerdos jamás hicieron justicia a semejante exquisitez. Y de nuevo… me sentí en casa.

No podía decir que la vida era perfecta después.

Bella y sus hermanos al asumir el cargo de los Vulturi estaban continuamente fuera, incluso había semanas en que no sabía nada de ella. Pero una relación implica sacrificio. Y yo sacrificaría lo necesario con tenerla a mi lado.

La vida da muchas vueltas. Las cosas siempre suceden por un poderoso motivo que a veces no somos capaces de comprender. La esperanza es lo último que podemos perder. Porque sin esperanza, no tenemos nada. Era hora de comprenderlo, las cosas no siempre salían como quería, pero eso no significaba rendirme y hundirme en la miseria, al contrario, debía demostrar que tan fuerte era mi deseo por arreglar todo y de ese modo luchar con más fuerza.

Porque eso haría por mi amada... vampiro cometa.
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Edward POV



Aro le sonrió a Bella, que esperaba expectante algún movimiento.

—¿Sabes querida? Todo esto es innecesario, lo único que debes hacer es aceptar venir con nosotros —murmuró Aro tranquilizadoramente.

Bella gruñó y sus dientes perlados refulgieron a la luz de la luna.

El rostro de Aro se crispó y negó con fingido pesar.

—Elegiste mal, Bella —murmuró con su voz repentinamente endurecida y sus ojos inyectados de furia.

Las tropas de vampiros se lanzaron sobre Bella, ella sonrió con malicia y sus ojos cambiaron a un extraño plateado rojizo.

—Deténganse. —Ordenó.

Su voz era mucho más suave y musical, casi hipnotizante. Inmediatamente los vampiros se inmovilizaron obedeciendo sus órdenes.

Bella arqueó las cejas mirando a Aro que le devolvía la mirada con la codicia brillando en sus pupilas.

—¿Quién te habló de mí? —exigió Bella con voz fría.

Aro sonrió y miró algún punto entre los árboles. Unos segundos después Jonh estaba a su lado mirando fijamente a Bella.

—Un gusto verte de nuevo, cielo.

Las facciones del rostro de Bella se endurecieron.

—Jonh —gruñó entre dientes.

Aro sonrió con socarronería y miró fijamente a Bella unos minutos, midiéndola mientras ella mantenía su rostro inmune a la intimidante mirada que Aro le otorgaba.

—Jane —susurró Aro con los ojos fijos en Bella.

Sentí el dolor antes de preverlo.

Casi pude sentir que por mis venas corría fuego, la sensación de estar quemándome por dentro empeoró con el hecho de que me era imposible moverme. Quise cerrar los ojos y alejarme un momento del dolor que embargaba cada rincón de mi cuerpo, pero me era imposible hacerlo.

Sentí mis músculos tensarse en una silenciosa queja al alto incentivo de dolor que estaba recibiendo.

—¡Déjalo en paz! —Escuché un grito que parecía demasiado lejano.

Unos segundos más tarde el dolor había desparecido, pareciendo casi una invención de mi mente.

Jadeé en busca de aire como un acto reflejo.

Pude notar que la anestesia había desaparecido de mi cuerpo cuando caí sobre la tierra húmeda y toda mi familia se arremolinó a mi alrededor con sus ojos brillando de preocupación.

—Así que… ellos son tu punto débil. —Sonrió Aro juguetonamente, como un niño siendo pillado al hacer una travesura.

Supe que Bella iba a negar cuando su postura volvió a la indiferencia de hace tan sólo unos minutos. Pero antes de que tuviera la oportunidad de pronunciar una palabra escuché el grito desgarrador que emitió Carlisle antes de caer al suelo sin motivo aparente.

Los ojos de Bella se cristalizaron y se llenaron de dolor al ver a su padre de ese modo.

—¡No! Por favor, ¡no les hagan daño! —gimió adolorida mirándonos a todos con tristeza.

La sonrisa de Aro se extendió y con un movimiento de cabeza le ordenó a Jane que terminara con la tortura de Carlisle.

—Mi querida Bella, tu sabes que no queremos dañar a nadie —dijo Aro ofendido.

Bella gruñó y cerró sus manos en puños, estaba seguro de que se estaba conteniendo a lanzarse sobre Aro en ese momento.

—Por supuesto que no —contestó Bella con un ligero tinte de sarcasmo escondido en sus palabras que sólo pudo captar mi familia que al igual que yo la conocíamos demasiado bien.

De reojo miré la ligera sonrisa orgullosa de Carlisle al ver a su hija manejar tan bien la situación, inevitablemente sonreí un poco también y sentí mi pecho llenarse de orgullo.

—Nos estamos entendiendo mejor Bella —murmuró Aro con entusiasmo.

Bella asintió obedientemente en respuesta y Aro suspiró satisfecho.

—Sabes que lo único que queremos es que nos acompañes —dijo Aro con ligereza—, todo saldrá bien mientras cumplas ese pequeño requisito.

Pude notar a Bella dudar, mirándonos con sus grandes y expresivos ojos —ahora celeste violeta— entristecidos. Sacudió la cabeza un poco y se volvió hacia Aro, sonriendo repentinamente.

—Nunca —declaró.

Los ojos pecaminosos del viejo Vulturi se abrieron por la sorpresa cuando los licántropos entraron en escena.

Sus pelajes lustrosos brillaban con la escasa luz que proporcionaba la luna y sus dientes afilados destacaban entre la oscuridad del prado. Reconocí a Jake cuando se posicionó al lado de Bella y sonrió ampliamente.

Los licántropos se lanzaron sobre las tropas de vampiros que habían vuelto a la vida después de que Bella se los permitiera.

Ella se acercó a Aro y levantando un poco el vestido rojo que llevaba deslizó una estaca que se sostenía con una cinta negra a una de sus piernas. La levantó en lo alto y se la mostró a Aro con una sonrisa casi diabólica, él abrió los ojos con terror en respuesta y retrocedió un poco cuando Bella se acercó un paso.

—¿Has oído de mi leyenda, no Aro? —preguntó Bella mientras se miraba las uñas con fingido desinterés.

Aro asintió rápidamente y tragó en seco.

—Y supongo que sabrás que esta estaca es especial para matar a todo aquel que sea una amenaza para mí —murmuró mirándolo fijamente.

La respiración de Aro se aceleró y una extraña sensación de gratificación me inundó al verlo de ese modo. Lo merecía por intentar dañarnos e intentar matar a Bella.

—Si ustedes se van todo será sencillo y no habrá ningún problema —propuso Bella con una sonrisa dulce que sólo le daba un toque más terrorífico a la escena—, todo saldrá bien mientras cumplas ese pequeño requisito —murmuró agregando las palabras que él había pronunciado hace apenas unos cuantos minutos.

Aro levantó las manos y suspirando asintió.

—Está bien… acepto —murmuró con voz entrecortada.

Bella bajó la estaca, su ceño estaba fruncido con desconfianza y esperó a que Aro caminara en dirección al bosque, con la mirada fija en él, hasta que sentí que un par de brazos me presionaban desde atrás, inmovilizándome completamente.

Al mirar a mi alrededor pude ver que mi familia y los Denali estaban en la misma situación que yo, siendo sostenidos por un miembro de la guardia de los Vulturi.

Bella gruñó y Jake inmediatamente se posicionó a su lado con el resto de la manada flanqueándolos.

Se lanzaron contra los Vulturi y cuando un lobo de pelaje chocolate estaba por arrancarle un miembro del cuerpo a uno de ellos sentí que tiraban de mi cabeza con fuerza. Me fue inevitable gritar, por un momento creí que la desprenderían de mi cuerpo y sería mi fin… hasta que Bella lo escuchó y ordenó a los licántropos que se detuvieran, justo en ese momento sentí que las manos que tironeaban de mi cabeza se detenían.

Suspiré aliviado y preocupado… al parecer no teníamos salida.

Jake estaba dispuesto a lanzarse sobre Aro sin importar las consecuencias, hasta que su mirada se encontró con una chica extraña que abrazaba sus piernas y temblaba ligeramente. Noté que su corazón latía con rapidez, su piel era blanca y tersa, sus ojos de color café avellana y su cabello negro caía alrededor de su rostro.

Aro sonrió complacido al ver la reacción de Jake.

Examiné la mente del licántropo en busca de una explicación y un jadeo de sorpresa se escapó de mis labios cuando la historia de ambos se coló en mi mente. Al parecer Jake y la chica, Lizauli, se conocían desde que eran niños, pero extrañamente ella había desaparecido de la noche a la mañana sin dejar rastro alguno, dándola por muerta.

Me removí incómodo cuando los pensamientos de Jacob hacia ella se tornaron protectores, tan intensos como los míos hacia Bella.

No tardé demasiado en caer en la cuenta de que Jacob se había imprimado de Lizauli… y él tampoco.

Buscó con la mirada a Bella que inmediatamente le devolvió una mirada intensa y asintió casi imperceptiblemente.

Fruncí el ceño confundido… que no Bella y Jacob… sacudí la cabeza impidiéndome terminar el pensamiento, porque sólo imaginar a Bella con alguien más hacía mi cuerpo arder en celos y mi corazón romperse en mil pedazos.

Pude escuchar la lucha interior que Jacob estaba llevando a cabo en ese momento. Sus pensamientos eran un caos total.

Por una parte estaba decidido a ayudar a Bella y terminar lo que había comenzado… pero por otro lado su preocupación y protección hacia Lizauli era tal que pensar en que algo le sucediera se le erizaba la piel.

Una vez más me sentí identificado con sus pensamientos.

Sacudí el sopor de mi mente intentando aclarar mis pensamientos, ¿qué diablos estaba pasando aquí?

Finalmente el lado más fuerte de Jacob tomó el control de la situación y su decisión fue tomada. Inclinando la cabeza hacia abajo frente a Bella con aflicción, casi como si estuviera pidiéndole perdón, se dio por vencido retirándose de una pelea en la que… de todos modos perderíamos.

Bella le sonrió cariñosamente y acarició su lomo café rojizo con la palma de su mano lentamente, tuve la extraña sensación de que Bella sabía que ocurriría esto… pero inmediatamente deseché el pensamiento.

Bella no lo sabía… ¿cierto?

Dudé cuando miré a Bella suspirar profundamente y lanzarnos una mirada de añoranza. Retazos de algunas palabras que Bella había dicho antes se colaron en mi mente y todo tuvo sentido repentinamente. Su misteriosa tristeza… su insinuación de que tal vez Tanya sería mejor… nuestra repentina ruptura… todo encajó como piezas de un puzzle.

Ella sabía que esto pasaría.

—Haz lo que tengas que hacer Aro —murmuró con voz derrotada.

—¡No! —grité antes de procesarlo.

Bella me miró y en sus ojos pude ver el dolor que la estaba deshaciendo por dentro.

¡No puedes dejarme princesita, no otra vez, no me abandones otra vez!, gritó Carlisle mentalmente.

Unos segundos más tarde explotaron diversos pensamientos afligidos que le imploraban a Bella que no se marchara.

Ella negó con una sonrisa triste y suspiró pesadamente.

Sus ojos cambiaron a color naranja grisáceo y las lágrimas no tardaron demasiado en caer por sus mejillas. Una opresión en mi pecho me hizo casi imposible respirar y sentí que de haber podido ahora sería un mar de lágrimas.

—Bella… mi ángel… —suplicó Carlisle con el ceño fruncido y las comisuras de su boca caídas.

Bella cerró los ojos con fuerza y murmuró suavemente—: Te quiero, papá.

Intenté zafarme de los brazos que me aprisionaban pero parecía que repentinamente la fuerza se había esfumado de mi cuerpo y sólo pude ver como los Vulturi se alejaban con Bella a su lado.

—¡No lo hagas! —gemí adolorido y los sollozos que estaban aprisionados en mi pecho por fin hicieron acto de presencia.

Te amo Edward, por siempre, escuché su promesa mental.

Unos minutos más tarde pude ver como Bella y los Vulturi desaparecían a través de los árboles y sentí mi pecho oprimirse con fuerza cuando el último pensamiento de Bella dirigido a todos nosotros resonó en mi mente.

Son mi familia, los amo y los amaré por siempre.

Me dejé caer cuando sentí que finalmente me soltaban. Se la habían llevado. Mi razón de existir, mi alma, mi corazón… mi todo.

Ahora… ahora ya no me quedaba nada.
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Edward POV




Intenté separar a Tanya una vez más, me pregunté de dónde sacaba tanta fuerza, me era imposible desprenderme de ella sin lastimarla o llamar la atención de los demás.

Parecía que en cualquier momento Bella se lanzaría sobre Tanya, que se colgaba de mi cuello en un vano intento por alcanzar mis labios.

Cerró sus manos en puños con fuerza y resopló con enojo, sus ojos ardían en furia contenida, pero cuando estaba por lanzarse contra Tanya pareció que la parte racional de su mente hizo acto de presencia, ya que le lanzó una rápida mirada a Carlisle y después negó suavemente con la cabeza, frunciendo el ceño con frustración.

Después una inesperada sonrisa maliciosa apareció en su rostro.

—Cariño, creo que no nos has presentado —murmuró Bella apartando a Tanya y lanzándose a mis brazos.

La recibí instantáneamente sosteniendo su cuerpo como un acto reflejo y sonreí al sentir el calor que desprendía contra mí, tuve que contener un suspiro de alivio al darme cuenta de que no estaba enfadada conmigo. Pero algo en su mirada me hacía saber que las cosas no estaban completamente bien.

Después me besó con insistencia ante la mirada estupefacta de todos los presentes y olvidé todas mis dudas. Es cierto que la familia sabía de nuestra relación… pero nunca dábamos muestras cariñosas públicamente, a Bella nunca le había gustado, pero al parecer hoy tenía otros pensamientos.

Cuando se separó miró directamente hacia Tanya. Cuando se percató de su mirada de asombro y su boca abierta, esbozó una pequeña sonrisa, conforme con el resultado.

—Ellos son la familia Denali: Tanya, Kate, Irina, Carmen y Eleazar —murmuré intentando recomponerme, para después agregar un escueto—: Bienvenidos.

Bella los miró unos momentos, estudiándolos con la mirada y después forzó una sonrisa al mirar a Tanya.

—Un gusto familia Denali —dijo con un educado asentimiento de cabeza mirando a cada uno de los recién llegados—. Soy Bella… Swan —Carlisle frunció el ceño en desacuerdo al escuchar su apellido y Bella fingió no notarlo—, me disculpan un momento.

Se zafó de mi agarre y se perdió entre los árboles unos segundos más tarde, corriendo rápidamente sin mirar atrás.

Sentí la mirada de mis hermanos sobre mí y la intensa mirada de Carlisle que me exigía una explicación para lo que acababa de pasar. Me encogí de hombros, incapaz de entender el comportamiento de Bella y por qué había huido hacia el bosque tan precipitadamente.

Ignoré a la familia Denali y sin pronunciar palabra salí corriendo en la dirección por la que Bella había desaparecido entre los árboles, el suave y dulce olor de su esencia aún permanecía flotando en el aire, mentalmente suspiré agradecido porque no hubiera utilizado uno de sus dones para evitar que la siguiera, de ese modo me habría sido imposible encontrarla por mucho que lo intentara.

Después de buscarla a través de su esencia pude encontrarla en el límite que nos marcaba el tratado, mirando el mar mientras se abrazaba a sí misma.

—Bella… —Suspiré aliviado.

Me ignoró mientras escrutaba detenidamente las olas del mar que se rompían sonoramente contra las rocas de la playa. Su rostro estaba triste y yo quería entender que era lo que sucedía.

—Bella… Tanya y yo no… —Intenté explicarle.

—Lo sé. —Suspiró, interrumpiendo mi monólogo.

Fruncí el ceño y casi con timidez me acerqué a ella, si estaba enfadada lo menos que quería era empeorar las cosas, así que con cautela me senté a su lado y observé su rostro detenidamente, sus labios se doblaban en un puchero inconsciente, producto de su misteriosa tristeza.

—¿Qué pasa?

Negó con la cabeza rápidamente, evitando mirarme.

—Bella… —advertí.

Me ignoró y mordió su labio inferior con nerviosismo, ese gesto me distrajo unos minutos.

—Has pensado… —Tomó una bocanada de aire, parecía que le costaba pronunciar las palabras—. Has pensado que tal vez ella… Tanya… ¿sea lo mejor para ti?

Sus palabras me descolocaron.

No era algo que me esperaba que dijera y el shock que me causaron sus palabras me dejó sin habla. Sabía que no estaba bromeando, de otro modo no le habría costado tanto trabajo decirlo… pero me era imposible terminar de sospesar sus palabras, simplemente no podía terminar de comprender cómo era posible que ella dijera eso… ¿es que acaso ya no me amaba?, ¿se había cansado de mí?, ¿finalmente se había dado cuenta de lo mucho que ella valía?

—¿Tú… lo crees de ese modo? —pregunté con voz entrecortada, temiendo su respuesta.

Me miró unos minutos y después desvió la mirada, escondió el rostro entre sus pequeñas manos, en un intento por evitar mi escrutinio. Con suavidad dirigí mis manos hacia las suyas y las aparté con delicadeza, obligándola a mirarme. Esperando impaciente su respuesta.

Me estudió unos segundos. Y después con tristeza digirió su mano a mi mejilla, pero se detuvo antes de tocarme, indecisa.

—No lo sé —contestó finalmente en un bajo susurro y dejó caer su mano que aún se extendía frente a mi rostro.

Sentí que algo se rompía dentro de mí con sus palabras y acciones. Que ella dudara de nosotros… no podía hacerlo, no después de todo lo que había pasado para tenerla conmigo, repentinamente ansié el toque que ella prefirió no otorgarme.

Me acerqué a ella dispuesto a sentir el calor de su piel bajo las yemas de mis dedos, como un bálsamo para mis heridas y cuando ella retrocedió sentí que lo poco que quedaba vivo dentro de mí se rompía en mil pedazos.

Miré su rostro en busca de una explicación, me sorprendí al ver sus labios formando una mueca de tristeza —posiblemente igual a la mía— y sus ojos inundados en lágrimas doradas que caían por sus mejillas.

—Lo siento, así es como deben ser las cosas —susurró con voz rota.

No pude contestar y rebatir sus palabras, ya que un movimiento entre los arboles distrajo mi atención.

Un gran lobo con pelaje rojizo salió en dirección a Bella que lo miraba atentamente. Podía tener el tamaño de un caballo con facilidad, pero sus ojos mostraban una inteligencia poco común en un animal… fue cuando me pasó de largo para llegar hasta Bella y su aroma impactó en mi rostro que comprendí que era un licántropo.

Fruncí el ceño.

¿Qué hacía un licántropo aquí?

—Jake —murmuró Bella con una pequeña sonrisa, las lágrimas aún bajaban por sus mejillas.

El licántropo terminó su camino hasta ella, agachándose para poder mirar su rostro y después su hocico se abrió mostrando su lengua en una sonrisa juguetona.

Bella sonrió más ampliamente y negó.

—¡Ni se te ocurra hombre! —exclamó alejándose de él.

Se acercó los pasos que Bella se había alejado, y deslizó su lengua por su rostro, desde el nacimiento del cabello hasta su mentón, repitiendo el proceso en ambos lados de su rostro, limpiando de ese modo las lagrimas doradas que manchaban su piel pálida.

Bella hizo una mueca de asco en desacuerdo y el licántropo profirió un aullido agudo, más parecido a una risa.

Bella cruzó los brazos sobre su pecho con fingida indignación y el licántropo sonrió una vez más, le lanzó una mirada y desapareció entre los árboles. Miré a Bella en busca de una explicación, ella me devolvió la mirada, podía ver la tristeza —por tener que separarnos— escondida en ellos. No pude formular una frase, porque Jake regresó, ahora en forma humana, era demasiado alto y fornido, por un momento me recordó a Emmett, su piel era rojiza y su cabello negro azabache.

Se dirigió directamente hacia Bella, su mirada era casi de… adoración, como si no existiera nadie en este mundo más que ella.

Luché contra el gruñido que luchaba por escapar de mi boca.

—Vamos Bells, fue divertido —dijo mirándola con una gran sonrisa en su rostro.

Bella fingió estar enfadada con los brazos cruzados sobre su pecho, mirando hacia otro lado y evitando su rostro. Sentí que mi cuerpo hervía de furia cuando escuché la devoción que mostraba en su voz al hablarle a mi chica, cerré mis manos en puños luchando con la fuerza que me exigía reclamar lo que era mío.

El chico se acercó a Bella y tomó su mentón entre sus manos, levantando su rostro hacia él y esbozando una gran sonrisa cuando sus ojos se encontraron.

—Te extrañé —murmuró mirándola fijamente.

—Yo también Jake —susurró Bella lanzándose a sus brazos.

Sentí que era demasiado para mí.

No podía soportarlo, tal vez después de todo Bella no me amaba tanto como yo creía, tanto como la amaba a ella, y la prueba estaba frente a mí. Mi cuerpo se tensó y mis manos picaron por su contacto, deseando desesperadamente que ella me amara o que al menos en algún momento me haya amado… pero eso era algo que nunca sabría.

Con rapidez y sigilo me alejé de ellos, incapaz de ver algo más.

Mientras me dirigía a casa intenté componer mi expresión, no quería que nadie se enfadara con ella por lo que había sucedido, Bella no tenía la culpa de no haber llegado a amarme.

Mis pensamientos se disiparon cuando sentí mis músculos tensarse e inmovilizarse. Frente a mí estaba mi familia inmóvil, con la guardia Vulturi vigilándolos. Aro soltó una alegre carcajada al verme y levantó las manos con regocijo.

—¡Edward! Un gusto que nos acompañes —exclamó con una ancha sonrisa.

Estaba seguro que de haber podido habría fruncido el ceño.

Jamás había visto a Aro, es decir, yo sabía quién era, porque todo vampiro con más de una década de existencia lo sabía, pero él no me conocía, no tenía por qué.

—No te preocupes mi querido Edward, te conozco mejor de lo que crees —aseguró al ver mi mirada de desconcierto.

Un estremecimiento me recorrió el cuerpo cuando su mirada pecaminosa se posó sobre mí, para mi mala suerte, mi repentino congelamiento me impedía apartar la vista. Hasta que Aro sonrió complacido y miró algo —o alguien— detrás de mí.

Su sonrisa se amplió mostrando una hilera de dientes blancos.

Las palabras mentales de mis hermanos, Esme y Carlisle me atacaron repentinamente.

¡Vete de aquí Bella!

¡Puedes huir, nosotros estaremos bien!

¡Aléjate antes de que te lastimen!

¿Qué es lo que haces?, ¡vete de aquí!


Los pensamientos de cada uno concentrados en la preocupación que sentían por Bella, en la mente de cada uno de ellos pude ver el rostro de Bella más pálido de lo normal mientras examinaba la cantidad de vampiros que esperaban por ella y nos miraba con tristeza.

No permitiré que nada les suceda, lo prometo.

La voz de Bella resonó en mi mente y supe que mi familia también la había escuchado cuando sus ojos se dilataron de sorpresa.

La guerra comenzaba.
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Edward POV



Bella abrió los ojos con pesadez y mi cuerpo se congeló cuando comprendí que todo este tiempo había estado despierta.

Me miró fijamente por unos minutos y después esbozó una pequeña sonrisa.

—Tardaste demasiado —murmuró soñolienta, abrazándose más a mi cuerpo.

Abrí los ojos sorprendido, esa no era la reacción que esperaba, pero cuando recordé que probablemente Bella ya me había visto en sus visiones antes de conocernos me relajé. Una sonrisa idiota se plasmó en mi rostro al imaginarnos juntos.

—Lo lamento, no volverá a suceder —susurré en su oído, abrazándola con fuerza.

Bella bostezó audiblemente y se acurrucó contra mi pecho, besé su cabello, comenzando a tararear su nana otra vez. Y entonces, pronunció las palabras que harían mi corazón palpitar descontroladamente de ser posible.

—Te amo Edward —dijo en un murmullo, su voz amortiguada contra mi pecho.

Sonreí ampliamente, una extraña calidez se extendió por todo mi cuerpo, era increíble todo lo que ella me provocaba.

—Yo también Bella, ni siquiera puedes imaginar lo mucho que te amo…

—Pero estoy enojada contigo, te esperé por mucho tiempo. —Se quejó, emitiendo un suave gruñido, noté que le costaba trabajo mantener los ojos abiertos.

Me reí de sus ocurrencias, besé su suave mejilla y ella cerró los ojos con cansancio, suspirando profundamente.

—Duerme cariño, necesitas salir de este mundo por unos minutos —susurré besando su frente.

Sonreí cuando recordé que sólo unas horas más tarde Alice había llegado felicitándonos porque finalmente estábamos juntos… pero un estremecimiento me recorrió cuando recordé que Carlisle me había advertido que no dañara a su pequeña princesita si quería seguir manteniendo completos los miembros de mi cuerpo… no estaba seguro de que tan en serio lo había dicho, pero estaba dispuesto a cuidar de Bella a pesar de todo.

Regresé al presente cuando escuché la estridente risa de mi hermano.

—Vamos Emmett, muéstrame lo que tienes —dijo Bella, con una hermosa sonrisa adornando sus labios.

Emmett entrecerró los ojos ante el reto de Bella y después tomó impulso, lanzándose sobre ella. Mis manos se volvieron puños a mis costados y apliqué toda mi fuerza de voluntad para no seguir mi instinto que me gritaba que me lanzara contra Emmett y lo apartara de Bella.

Cuatro días.

Llevaba cuatro malditos días soportando ver como Bella nos enseñaba a pelear. Era insoportable ver como luchaba con mis hermanos. Sabía que ellos jamás le harían daño, pero mi instinto me obligaba a lanzarme contra cualquiera que intentara hacerle algo. Era inevitable.

Después de que la familia regresara de cazar y Bella despertara todos habíamos tenido una pequeña discusión, Bella se negaba a que la ayudáramos, pero, al ver que toda la familia —a excepción de Rosalie— estaba dispuesta a hacer todo por ayudarla, terminó cediendo. Y desde ese día nos estaba enseñando a pelear.

Había logrado escabullirme con excusas tontas. No me creía capaz de luchar contra Bella, me era imposiblemente doloroso el sólo imaginarlo, no podía ni siquiera imaginar hacerle daño.

Emmett intentó tomar a Bella del cuello, pero lo esquivó con un movimiento casual y después caminó con tal rapidez que por unos segundos se volvió borrosa, hasta estar detrás de Emmett, se subió a su espalda deteniendo sus brazos, de ese modo impidiéndole cualquier movimiento.

Emmett bufó, indignado.

Era la decima primera vez que perdía contra Bella en las practicas. Ese era un duro golpe para Emmett que se creía el gran luchador de la familia.

—Otra vez —gruñó frustrado.

Jasper negó, sonriendo.

—Olvídalo Emmett, es mi turno —dijo Jasper, con una amplia sonrisa.

Bella se bajó de la espalda de Emmett con agilidad y sonriendo se posicionó a unos metros de distancia, preparada para la practica con Jasper. Emmett gruñó incoherencias y se sentó bajó un árbol cerca de Jasper y Bella, para tener una mejor visión de la practica.

Contuve el impulso de irme. Las peleas de Jasper con Bella eran las más difíciles de soportar. Jasper siempre había sido el mejor peleando de la familia, ahora que Bella había llegado era diferente, nadie podía contra ella en una pelea, pero eso no evitaba que Jasper siguiera siendo bueno.

Mis músculos se tensaron, listos para atacar, cuando Jasper tomó a Bella por el cuello con fuerza. Alice tomó mi mano, impidiéndome lanzarme contra Jasper, y con un movimiento de cabeza me ordenó que siguiera mirando. Bella se escabulló de la jaula que representaban los brazos de Jasper deslizándose con facilidad, serpenteó alrededor de Jasper con movimientos ágiles y fluidos, unos minutos más tarde Jasper estaba en el suelo boca abajo con Bella sobre él, impidiéndole cualquier movimiento.

Emmett soltó un silbido por lo bajo.

—Te hizo puré hermano —dijo con un deje burlón—. Esa es mi hermanita —dijo Emmett orgulloso.

Bella esbozó una amplia sonrisa en su dirección.

—Felicidades Bella. Eres sorprendente peleando, espero que algún día me enseñes a realizar esos movimientos —dijo Jasper.

Bella se levantó de un salto, liberando de ese modo a Jasper.

—Cuando quieras —murmuró.

Para mi placer en cuanto ayudó a Jasper a estar de pie de nuevo corrió a mi lado abrazándose a mi cuerpo y depositando un beso en mis labios, sonreí y la sostuve contra mí con fuerza… ¡como amaba a esta chica!

—¡Vamos, Bella!, ¡después pueden comerse! Prometiste mostrarme tus poderes hoy. —Se quejó Emmett como un niño pequeño.

Gruñí cuando Bella cortó el beso y se volvió a mi hermano, que la miró con cara de tristeza, odiaba cuando Emmett hacía eso, ya que al igual que Alice y su puchero… siempre funcionaba.

Bella suspiró resignada y asintió en su dirección.

Fulminé a Emmett con la mirada cuando Bella se zafó del agarre de mis brazos y él sonrió burlonamente.

—Vamos hermano, la tienes todo el tiempo, compártela un poco —dijo despreocupadamente palmeando mi espalda.

Jasper negó con la cabeza al ver que mi humor empeoraba en vez de mejorar.

—Tranquilo Edward, sólo va a estar con nosotros un rato… no te la vamos a robar —murmuró divertido.

Y ante eso no me quedó más que suspirar rendido.

—Está bien Emmett, basta de juegos, dime qué quieres que haga —dijo Bella, llamando su atención.

Emmett frunció el ceño y la miró, después sus ojos se iluminaron como un niño en la mañana de navidad.

—¿Puedes manejar los elementos naturales?, ¡ya sabes! Como en las películas, hacer unas gigantescas bolas de fuego y todo eso —gritó emocionado articulando con sus manos las palabras que pronunciaba.

Bella sonrió divertida en su dirección y asintió.

El cielo se oscureció después de su afirmación. Una tormenta comenzó a caer con fuerza, la tierra comenzó a temblar y alrededor de Bella flotaban bolas de fuego. Extendió un brazo y tomó una entre sus manos, sonrió cuando el fuego brilló al hacer contacto con su piel de porcelana.

Miró a Emmett que tenía la boca abierta y ni siquiera parpadeaba.

Bella rió divertida, su risa tintineante similar a la de un bebé sacó a Emmett de su aturdimiento. Y unos minutos más tarde todo había desaparecido como si nunca hubiera pasado nada.

Emmett parpadeo en estado de shock.

—¡Eso fue fabuloso! —gritó después de unos minutos y tomó a Bella entre sus brazos en un apretado abrazo—. Anda, Bella ¡muéstrame todos tus poderes! —pidió depositándola en el suelo.

Bella sonrió divertida a su comportamiento infantil y después negó con la cabeza.

—No más poderes Emmett, ¡es imposible que te muestre todos hoy! —exclamó agitando los brazos para dar más realismo a sus palabras.

Emmett bufó y cruzó los brazos sobre su pecho.

—Otro día, lo prometo —dijo Bella intentado apaciguarlo un poco.

—¿Lo prometes? —preguntó desconfiado.

—Lo prometo —contestó con una gran sonrisa.

No sabía qué había pasado.

En un momento estábamos bromeando y pasando un buen rato y después, abruptamente Bella estaba en el suelo con la mirada perdida y lágrimas carmesí brotando de sus ojos constantemente. Estuve a su lado en cuestión de segundos, al igual que Carlisle que buscaba una razón por la que ella estuviera así.

La tomé entre mis brazos con cuidado y con mis dedos limpié las lágrimas que brotaban de sus ojos, pero otras nuevas las remplazaban rápidamente haciendo inútil mi intento por borrarlas.

—¿Bella? Por favor cariño, despierta —murmuré, me di cuenta de la desesperación que se filtraba en mi voz.

—Vamos princesita, no puedes dejarnos ahora —susurró Carlisle acariciando su rostro, con una expresión de tristeza.

Para nuestro alivio, unos minutos más tarde Bella logró enfocar la vista en nosotros, tomó una gran bocanada de aire y parpadeó continuamente.

—¿Qué te pasó?, ¿estás bien?, ¿sientes dolor o algo parecido? —balbuceó Carlisle con preocupación.

Para mí era suficiente el tenerla entre mis brazos y sentirla segura ahí. Aunque aún así estaba preocupado por su salud, esperaría a que respondiera las preguntas de Carlisle.

—Estoy bien papá —aseguró—, sólo fue… otra visión.

Su boca se convirtió en una mueca de preocupación.

—¿Qué pasa Bella?, ¿qué es lo que viste? —pregunté.

Frunció el ceño y me miró fijamente unos minutos, suspiró y finalmente contestó mi pregunta.

—Los Vulturi… ellos… llegan mañana —murmuró frunciendo el ceño con preocupación.

Se hizo un silencio ensordecedor mientras todos terminábamos de procesar la información. No teníamos tiempo, no estábamos preparados para esa pelea, era muy poco tiempo y lo más probable era que todos termináramos muertos. Me estremecí ante mi pensamiento e instintivamente abracé a Bella con más fuerza.

—No estamos preparados todavía —susurró Emmett.

—Podríamos conseguir ayuda, llamar a los Denali —propuso Jasper, mirando a Carlisle.

Carlisle frunció el ceño, sospesando la idea, no quería poner a nadie en peligro, pero cuando su mente era un revoltijo de pensamientos apareció la imagen de Bella y con un suspiro aceptó llamar a los Denali.

Todos estábamos en la entrada de la puerta principal esperando a los Denali. Yo sostenía a Bella de la cintura, manteniéndola cerca de mí, indispuesto a dejarla separarse, mientras ella pasaba sus manos constantemente por mi cabello.

Sonreí, nada podía ser más perfecto ahora y esperaba que nadie me robara mi felicidad… o eso pensé…

—¡Edward! —gritó Tanya lanzándose sobre mí y separando a Bella con brusquedad.

¡Vaya! Me había olvidado de Tanya… genial, otro problema más para agregar a mi lista, pensé con sarcasmo al ver el rostro de enojo y tristeza de Bella.
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Edward POV



Bella había salido de la casa a hablar con Jonh.

Y mis nervios aumentaban cada vez que pensaba en eso.

Si se atrevía a tocarla o hacer algo que Bella no quisiese esta vez lo desmembraría y quemaría sin piedad. El sólo pensar en que le pusiera una mano encima o se atreviera a tocarla hacía mi sangre hervir de furia.

Todavía recordaba la primera vez que la había visto y la forma en que me había cautivado.

—¿Ya escucharon algo sobre la chica nueva?

Había preguntado Alice esa mañana en el instituto mientras se sentaba al lado de Jasper, depositando una charola con comida frente a ella.

—¿No la has visto en tus visiones? —pregunté.

—No, no sabía que ella llegaría a Forks hasta que escuché los cuchicheos de los alumnos.

Frunció el ceño y en su mente leí lo mucho que le frustraba eso.

—Eso es imposible Alice, debiste ver algo, lo que sea —dijo Emmett preocupado.

Alice negó suspirando.

—No puedo ver nada sobre ella y no sé porque.

En ese momento las puertas de la cafetería se habían abierto abruptamente y todo el mundo había desviado su mirada, contemplando a la chica nueva en un silencio sepulcral.

Por las puertas apareció Jessica Stanley y Lauren Mallory junto con unas cuantas chicas más que intentaban entablar una conversación con la chica nueva, y fue, cuando la vi por primera vez…

Fingía prestar atención a la charla de las chicas que la acompañaban, pero a primera vista se veía la poca atención que les ponía.

Parecía una diosa. Nunca había visto a alguien tan perfecto. Sus facciones la hacían parecer un ángel, sus sonrosadas mejillas al contraste con su pálida piel —aún más pálida que nosotros— y sus ojos de un extraño color gris achocolatado la hacían ver como un dulce ángel. Vulnerable y frágil.

Su cuerpo por otro lado era voluptuoso y bien formado. Como una sirena. Te hipnotizaba mirarla. Sus largas y esculpidas piernas te hacían perder la cordura. Verla era como un sueño. Ella era la perdición total.

Y lo único que pude pensar fue que ella no era algo humano.

Pero tampoco era una vampiresa.

Entonces qué era esa misteriosa y cautivadora criatura. Los pensamientos de todos a mi alrededor se colaron en mi mente.

Es hermosa… debería pedirle que saliéramos algún día, pensó Mike Newton que la miraba con la boca abierta.

Debe ser mi imaginación, ella no puede ser real, pensó Tayler Crowley.

Pero los pensamientos que más me enfurecieron fueron los de mis hermanos.

¡Guau! Ella… no puede… ser real… es hermosa, jamás había visto nada igual, tartamudeaba Emmett en su mente.

Imposible. Ella es absolutamente perfecta, aún más que nosotros, ¿cómo puede ser posible?... pensó Jasper boquiabierto.

Rosalie lanzaba blasfemias hacia la hermosa nueva estudiante mientras que Alice la miraba con la mente en blanco y la boca abierta.

Pero parecía que la chica nueva era ajena a todo esto, ya que parecía concentrada en algo, y repentinamente habló por primera vez.

—Carlisle Cullen —susurró, demasiado bajo para un humano.

Su voz era dulce y melodiosa, como el canto de una sirena, hipnotizante y adictivo.

Todos reaccionamos al escuchar el nombre de Carlisle. ¿Ella lo conocía?, ¿por qué había susurrado su nombre? Después se había levantado ignorando las preguntas de sus compañeros de mesa que la miraban fijamente al igual que el resto de los humanos de la cafetería.

Fue entonces cuando todos habíamos llamado a Carlisle y Esme.

El encuentro de Carlisle y Bella había sido muy emotivo. Carlisle habría sido un mar de lágrimas de haber podido. Pero lo que más nos extrañó es que de los ojos de Bella habían comenzado a brotar lágrimas del mismo color de sus ojos, un extraño gris achocolatado, manchado sus pálidas mejillas.

Recuerdo el estruendo de pensamientos que se formó cuando Carlisle dijo que ella era su hija y cómo todo había explotado con Rosalie lanzándose sobre ella. Me había enfadado. E inmediatamente había corrido a ayudar a la chica que intentaba mantenerse inmóvil para no lastimar a Rosalie.

Entonces Carlisle había explicado que la había conocido unos cuantos años después de su transformación y ambos habían vivido juntos por varios siglos, hasta que se habían separado, no nos dijeron los motivos, pero Carlisle nos ordenó ser respetuosos con ella.

Y en su mente leí lo importante que Bella era para él. En verdad parecía su padre.

Carlisle y yo habíamos convencido a Bella de que mudara con nosotros. Mi relación con ella había crecido con los meses y cada vez que la miraba sentía que la quería un poco más. Mis sentimientos estaban revueltos y confusos.

Llegó el momento en que no supe qué era lo que sentía por Bella.

Había acudido a Alice, era la que mejor me comprendía y a la que le tenía más confianza. Gracias a ella me había dado cuenta de que estaba perdida e idiotamente enamorado de Bella y después de eso todo fue diferente… cada vez que la miraba, escuchaba o tan sólo escuchaba su nombre sentía que un placentero calor recorría mi cuerpo y una sonrisa de estúpido se extendía por mi rostro.

Días después de convivir con nosotros tuvo una extraña charla con Carlisle en donde parecían poder entenderse sin hablar, fue muy extraño, después Bella había decidido mostrarnos su pasado. Jamás había sentido tanto dolor. Mi corazón se había oprimido al saber que alguien tan bueno como ella tuvo que pasar por todo eso y que habían sido sus padres —si es que se les puede llamar así— los que la habían entregado sin remordimientos.

Después la noticia más fuerte e impactante había llegado a nosotros. Bella era la temida por algunos y adorada por otros: vampiro cometa. Según la leyenda sería ella la que nos liberaría de las injusticias de los Vulturi, pero el sólo pensar en el precio de eso me instaló un dolor en el pecho. A ella no le podía pasar nada. No a ella.

Intenté decirle lo que sentía, cuando anunció que Jonh regresaba. Y sentí que la perdería cuando dijo que Jonh era su ex novio humano, que ahora era vampiro. Los celos que me recorrieron al imaginarla con él, tocándola, besándola, abrazándola… comencé a ver todo rojo con sólo imaginarlo.

Bella había ido a mi lado, intentando consolarme, como la buena persona que era.

Había intentado decírselo, decirle que la amaba tanto que no verla me dolía, que el imaginar un día lejos de ella era una tortura para mí o que los celos me mataban cada vez que la imaginaba con alguien más. Estaba dispuesto a arrastrarme o arrodillarme con tal de que me diera una sola oportunidad.

Pero toda la familia había aparecido en ese momento y todas mis esperanzas habían sido destrozadas.

Lo lamento Edward, debí detenerlos, mereces ser feliz al igual que ella, lo lamento mucho, pero me encargaré de que tengas la oportunidad de decírselo, había pensado Alice al ver mi rostro desilusionado.

Suspiré y asentí en su dirección.

Después ambos notamos que Bella nos miraba fijamente, había notado nuestro intercambio de frases. Sólo esperaba que no supiera de qué hablábamos exactamente.

Esa noche todos habíamos estado con los nervios de punta ante la perspectiva de que Jonh llegara. Bella no parecía feliz al saber que él regresaba, más bien parecía asustada y Carlisle sólo pensaba en arrancarle la cabeza en cuanto lo viera por atreverse a regresar y buscar a su niña.

En el claro había aparecido Jonh con una maldita sonrisa que me hacía querer quitársela con un golpe. Y después estaba sobre Bella sosteniéndola y besándola apasionadamente. Sentí que mi corazón se rompía ante la escena.

Pero después noté que Bella intentaba alejarlo y eso fue suficiente para que la ponzoña se acumulara en mi boca y las ansias de matarlo nacieran con fuerza. No iba a hacer algo que Bella no quisiera. O al menos no mientras yo estuviera para protegerla.

Y por todo eso era que estaba al borde de la locura.

Porque la mujer a la que más amaba en todo el mundo, a la que necesitaba para abrir los ojos o para poder moverme, estaba con él. Y no podía concebir la idea de que algo malo le sucediera.

Salí de mis pensamientos y miré a Carlisle que estaba igual que yo.

Caminaba por toda la habitación, mirando continuamente la puerta principal o lanzando improperios hacia Jonh. Jasper intentaba controlar a la familia, ya que todos estábamos alterados, pero los más afectados éramos Carlisle y yo.

Finalmente la puerta de la habitación se abrió abruptamente.

Bella entró, pero parecía alterada y algo preocupada.

—¿Qué pasa hija? —preguntó Carlisle.

Ella lo miró y la preocupación relució en sus ojos verde-azulado.

—¿Bella?, ¿en dónde está Jonh? —preguntó Alice.

Repentinamente en mi mente apareció una escena… Bella y Jonh hablando en medio del bosque, podía sentir, ver y leer lo que pensaban, querían o sentían.

—¿Cómo me encontraste? —preguntó Bella.

Se cruzó de brazos y miró a Jonh expectante.

Jonh sonrió.

—Sabía que eras inteligente, amor —susurró con una sonrisa, tuve el impulso de golpearlo—, te he vigilado por décadas, estuve cuando te alejaste de Carlisle, cuando conociste a tus nuevos hermanos, cuando regresaste a Forks… —Una sonrisa más grande se plasmó en su rostro y mis esfuerzo por controlar mi ira homicida se hicieron más difíciles.

Bella se estremeció cuando Jonh se acercó a ella.

—¿No es así… su majestad?, ¿o debería decir reina? —masculló en su oído, comencé a ver todo rojo a causa de la furia que sentía.

Bella retrocedió y Jonh sonrió divertido.

—¿Qué es lo que quieres Jonh? —demandó enojada.

—Simple. —La miró con intensidad, su mirada era cálida—. Te amo Bella, regresa conmigo, te voy a proteger de todo, no importa lo que pase, pero por favor regresa cielo…

—No lo haré —contestó Bella en un susurro.

—Por favor —suplicó.

Sentí la culpa de Bella al verlo de ese modo.

Jonh aprovechó eso e intentó acercarse y besarla, pero Bella retrocedió. Ignoró su movimiento, intentando besarla una vez más, un gruñido brutal brotó de mi pecho. Bella activó su escudo físico, que parecía una burbuja de vidrio.

—No, Jonh. Lo siento… pero no te amo.

—¿Por qué?, ¿hay alguien más? —preguntó.

Y repentinamente su mirada cambió, parecía haberse vuelto loco.

—Yo…

—Es alguien más, ¿no es cierto? —Insistió.

El miedo que sintió Bella en ese momento me tomó desprevenido.

Jonh tenía la mirada perdida, me tomó un momento reconocerlo. Sus manos estaban cerradas en puños a sus costados y su expresión estaba endurecida, estaba muy enojado.

—Jonh…

Su mirada se clavó en los ojos de Bella, mirándola fijamente.

—Tú eres mía —determinó haciéndola estremecer—. Eres mía y de nadie más, sólo eres para mí, tú estás hecha para mí…

Sus pensamientos se centraban en la frágil figura de Bella y gritaban una sola palabra: mía, sus sentimientos eran confusos… cariño, devoción, posesividad…

Para este momento yo ya no podía contener los gruñidos y blasfemias que lanzaba, ¿qué se creía para adueñarse de mí Bella?

—Jonh, no soy tuya, en verdad no me amas… por favor compréndelo —susurró Bella, persuasivamente.

La mirada de Jonh se endureció cuando Bella dijo eso y sentí su intensa furia haciendo eco de la mía.

—Si no puedes estar conmigo… no vas a estar con nadie —sentenció.


Volví a la realidad, parpadeando continuamente. La furia que me recorría el cuerpo en ese momento no me permitía pensar con claridad. Mataría a Jonh con mis propias manos en cuanto lo tuviera frente a mí.

Miramos a Bella.

Los pensamientos de mi familia eran un caos. Emmett, Jasper, Carlisle y yo enfadados por la forma en que Jonh había tratado a Bella, dispuestos a matarlo a la primera oportunidad, mientras que Rosalie estaba preocupada por sí misma, Alice y Esme estaban preocupadas por Bella.

—¿Qué es lo que va a hacer Jonh? —preguntó Alice preocupada.

Tomó a Bella de las manos intentando decirle que estaba allí para ella.

Bella intentó ofrecerle una sonrisa pero salió como una mueca.

—Va a avisar a los Vulturi que me encontró —susurró—, la guerra se acerca. Los Vulturi me han buscado por siglos y en ese tiempo lograron poner a demasiados vampiros en mi contra diciendo que los sometería a trabajar para mí. En cuanto sepan de mí formarán sus tropas y se encargarán de eliminarme personalmente.

El dolor que sentí con imaginar que lograran su cometido me hizo estremecer. Pero la iba a proteger, mientras pudiera nada me iba a detener.

—No vamos a permitir que nada te pase —murmuró Carlisle, haciendo eco a mis pensamientos.

La familia asintió al unísono, a excepción de Rosalie que estaba lo suficientemente preocupada por ella misma como para prestar atención a lo que decíamos.

Bella esbozó una sonrisa, pero el optimismo que intentaba transmitir no llegó a sus ojos.

—Son demasiados, no podrán con todos ellos… lo haré sola.

Nos congelamos ante su conclusión.

¿Cómo podía pensarlo? Podían matarla… no soportaría que la mataran, debía seguir viva… con nosotros… conmigo… ella… ella no podía…

—No voy a permitir que hagas eso —dije, opinando por primera vez en esta conversación.

—Edward… no lo hagas más difícil —susurró con voz quebrada.

Sus ojos se cristalizaron y las lágrimas verde azuladas comenzaron a brotar, manchando su pálido rostro. Mi corazón se rompió en mil pedazos al verla sufrir de ese modo.

No lo pensé mucho al cruzar la habitación hasta llegar a su lado y abrazarla con cuidado. La abracé queriendo alejarla de todo esto, queriendo protegerla de todo el mundo, queriendo limpiar las heridas de su alma y de su corazón.

Ayúdala Edward, en este momento te necesita mucho, me encargaré de concederles privacidad, pensó Alice, le agradecí con una mirada y después ella sacó a toda la familia de la casa, todos iban a cazar.

Carlisle vaciló al salir, preocupado por Bella.

No la dejes sola, me rogó mentalmente, negué y él se tranquilizó un poco, finalmente saliendo de la casa.

Bella se aferró a mí como si su vida dependiera de ello y sollozó en mi pecho.

La acuné con cuidado y comencé a acariciar su cabello, había descubierto que eso la tranquilizaba, tarareé la nana que había escrito para ella unos días después de haberla conocido. Sentí sus lágrimas manchando mi camisa, pero eso no me importó ahora. Besé su cabeza y la estreché más entre mis brazos. La amaba tanto…

Después de unos minutos la sentí relajarse y las lágrimas cesaron.

La separé un poco de mí, mirando su rostro angelical. Se había quedado dormida y en este momento agradecí que ella hubiera olvidado desactivar su don de la ilusión, necesitaba relajarse y salir de este mundo un momento, se lo merecía.

Acaricié sus facciones por unos minutos, limpiando los rastros de lágrimas en sus mejillas.

—No dejaré que te pase nada —susurré a su figura dormida—. Te amo Bella… más que a nada en este mundo… y estoy dispuesto a hacer todo por ti. —Prometí.

Besé su mejilla sonrosada.
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Sus labios se movían sobre los míos insistentemente mientras se aferraba a mi cintura, manteniéndome lo más cerca posible a él.

Me sorprendió lo rápido que había pasado todo, hace apenas cinco segundos que estaba frente a nosotros y ahora me besaba sosteniéndome, evitando el poder alejarme.

No tuve tiempo de procesar lo que estaba sucediendo porque tan rápido como él se había acercado y me había besado, sentí que ya no estaba. Miré a mi alrededor y encontré a Edward sobre Jonh golpeándolo con furia.

Jonh se lo quitó de encima propinándole un golpe en el estomago con demasiada fuerza, Edward cayó varios metros lejos de él pero se recuperó rápidamente y con una velocidad descomunal regresó y golpeó a Jonh.

Con el pasar de los minutos su pelea se volvía más agresiva y estaba segura que para este punto no pararían hasta que uno de los dos hubiera muerto. Me asusté ante esa posibilidad.

Miré a mi alrededor y los Cullen tenían una expresión de shock en sus rostros a excepción de Alice que sonreía y mi papá que parecía querer ir y ayudar a Edward a golpear a Jonh.

Así que al parecer debía ser yo la que tenía que detener la pelea.

—¡Basta! —grité.

Con un movimiento de manos los separé utilizando uno de mis dones.

Manejé sus mentes obligándolos a retroceder y ahora seis metros de distancia los mantenían alejados. También los inmovilicé, sólo para prevenir.

Sin embargo aún después de eso ambos mantenían la mirada fija en el otro con expresiones de furia homicida, los ojos de Edward eran de un oscuro e intimidante negro, jamás lo había visto de ese modo, parecía estar fuera de sí; mientras que Jonh lo miraba enfurecido, parecía una bestia enjaulada, por la expresión de ambos deduje que no dudarían en matarse.

—Edward —susurré con suavidad.

Su mirada se clavó en mí y sus ojos se dulcificaron, pero aún intentaba contener sus impulsos homicidas.

—Basta, ya es suficiente —dije dulcemente.

Acaricié su rostro intentando tranquilizarlo un poco y besé su mejilla con delicadeza. Sus ojos brillaron y supe que si no estuviera inmovilizado estaría sonriendo.

Esbocé una sonrisa y me volví hacia Jonh.

Lo miré enojada con los brazos cruzados sobre mi pecho, frunciendo el ceño. Su mirada se posó en mi rostro y sus ojos adquirieron un brillo de amor genuino. Al verlo de ese modo, tan apenado y vulnerable, recordé los tiempos pasados en los que estuvimos juntos y en los que él era un frágil humano.

Mis ojos se llenaron de lágrimas de nostalgia al recordar ese tiempo, esbocé una pequeña sonrisa.

—Te extrañé mucho Jonh —dije finalmente.

Sus ojos se mostraron más cálidos a partir de mis palabras. Y entonces recordé lo que nos había llevado a todo esto y mi expresión se tornó molesta.

—Pero debo hablar contigo muy seriamente —mascullé enfadada.

Suspiré, miré a Edward y a Jonh fijamente.

—Si los libero, ¿prometen no matarse y no ocasionar ningún problema? No quiero peleas —dije seriamente.

Ambos me miraron fijamente, dándome a entender que lo prometían.

Dejé de controlar sus mentes y los dos se volvieron hacia mí al mismo tiempo acercándose con rapidez. Edward me tomó de un brazo y Jonh de otro, se fulminaron con la mirada.

—¡Chicos! Lo prometieron —dije con severidad.

Ambos suspiraron y me soltaron.

—Bella debo hablar contigo, a solas, quiero decirte algo muy importante —dijo Edward.

Me miró suplicante, de algún modo en mi mente lo relacioné con lo que me iba a decir ayer antes de que Esme y los Cullen nos interrumpieran.

Pero antes de poder aceptar hablar con él Jonh me lo impidió comenzando a hablar.

—Pero Bella, debo hablar contigo. Te he estado buscando por mucho tiempo, cielo.

Edward gruñó al escuchar el sobrenombre que Jonh había usado para dirigirse a mí. Jonh lo miró retándolo a que dijera algo al respecto.

—Lo siento chicos pero ella es mi hija así que no se va con ninguno de ustedes, se va conmigo —sentenció mi papá sonriendo.

Me pasó un brazo por los hombros en un medio abrazo y comenzó a caminar conmigo de regreso a la casa Cullen.

Me volví a ver a Edward y Jonh que nos miraban con expresiones sorprendidas ante las palabras de mi papá, me reí un poco y seguí caminando con mi papá.

—Parecía que esos chicos iban a hacer una guerra —dijo mi papá incrédulo.

Me reí abiertamente a sus palabras.

—No lo harán, lo prometo —dije divertida.

—Apuesto a que sí. —Replicó—. Pero no voy a permitir que se acerquen demasiado a mi princesita —dijo besando mi frente.

Sonreí.

—No, no lo harás —dije convencida.

Sabía que mi papá hablaba en serio cuando había dicho que no dejaría que se acercaran a mí, ahora él estaría vigilándolos para evitar que pasara algo.

En cuanto llegamos a la casa encontramos al resto de los Cullen, que se habían adelantado, en sus respectivos hobbies. Y unos segundos después llegaron Edward y Jonh.

Suspiré.

—Entonces vamos a hablar Jonh —dije.

Me dirigí a la puerta principal para salir pero una cálida mano me lo impidió. Edward me miraba con expresión torturada y suplicante.

—No vayas —susurró.

—Debo hacerlo —contesté, zafándome de su mano.

Salí rápidamente con Jonh detrás de mí.

Me detuve en medio del bosque, cuando estuve segura que los Cullen no escucharían la conversación y bloqueé sus poderes para evitar que Alice viera lo que iba a pasar o Jasper y Edward sepan algo.

Fue hasta entonces que puse la suficiente atención a lo que me decían mis poderes y descubrí el poder de Jonh… copiar los poderes… me congelé… ¿habría copiado ya los poderes de Edward, Alice y Jasper?

—¿Cómo me encontraste? —pregunté seriamente.

Me crucé de brazos y lo miré expectante, sabía que era mentira eso de que me estuvo buscando por mucho tiempo y hasta ahora me había encontrado.

Sonrió.

—Sabía que eras inteligente, amor —susurró con una sonrisa—. Te he vigilado por décadas, estuve cuando te alejaste de Carlisle, cuando conociste a tus nuevos hermanos, cuando regresaste a Forks… —Una sonrisa más grande se plasmó en su rostro.

Me estremecí cuando se acercó a mí.

—¿No es así… su majestad?, ¿o debería decir reina? —masculló en mi oído.

Retrocedí por inercia y el sonrió, divertido por mi reacción.

—¿Qué quieres Jonh? —dije enojada.

—Simple. —Me miró con intensidad, su mirada era cálida—. Te amo Bella, regresa conmigo, te voy a proteger de todo, no importa lo que pase, pero por favor regresa cielo…

—No lo haré —dije en un susurro.

—Por favor —suplicó.

Su expresión de dolor y sufrimiento me causó un fuerte sentimiento de culpa.

Intentó acercarse y besarme, pero se lo impedí retrocediendo. Ignoró mi movimiento, intentando besarme una vez más. Activé mi escudo físico.

—No, Jonh. Lo siento… pero no te amo.

—¿Por qué?, ¿hay alguien más? —preguntó.

Y repentinamente su mirada cambió, parecía haberse vuelto loco.

—Yo…

—Es alguien más, ¿no es cierto? —Insistió.

Me asusté. Su mirada estaba perdida, no parecía él. Sus manos cerradas en puños a sus costados y su expresión endurecida por una furia exagerada.

—Jonh…

Su mirada se clavó en mis ojos, mirándome fijamente.

—Tú eres mía. —La determinación en sus palabras me hizo estremecer—. Eres mía y de nadie más, sólo eres para mí, tú estás hecha para mí…

Sus pensamientos se centraban en mi figura y gritaban una sola palabra: mía, sus sentimientos eran confusos… cariño, devoción, posesividad… ¿era posible que un vampiro se volviera loco?

Parecía que sí.

—Jonh, no soy tuya, en verdad no me amas… por favor compréndelo —susurré.

Su mirada estaba ida, pero aún así noté que había comprendido mis palabras… amaba a alguien más y eso él no lo podría cambiar.

Repentinamente su mirada se endureció y me miró.

—Si no puedes estar conmigo… no vas a estar con nadie —sentenció.

Echó a correr, desapareciendo de ese modo de mi campo visual… lo último que logré ver en su mente era una decisión que cambiaría todo… avisar a los Vulturis que había encontrado a la reina… que había encontrado al vampiro cometa…

Sentí un dolor que me recorría las venas, me sentí quemar. No pude retener mi grito de dolor. En algún lugar de mi mente noté que estaba tirada en el suelo y después sentí como si el fuego hubiera desaparecido… inmediatamente una visión nubló mi vista…

…El bosque estaba oscuro, sólo la tenue luz de la luna iluminaba un poco el lugar. Los Vulturi frente a nosotros sonrieron, las tropas de vampiros a sus lados se posicionaron para atacar, todos con la mirada sobre mí, decididos a eliminar la amenaza que representaba un vampiro tan poderoso como yo...

Abrí los ojos, apresurándome a la casa de los Cullen, no debía perder tiempo.

Una guerra se avecinaba y esta vez alguien debía morir.
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Los Cullen y mi padre intentaban calmarme.

Caminé en círculos por la sala de la casa Cullen, estaba demasiado alterada.

Para mi suerte los Cullen me volvían a tratar como siempre, después de haberse disculpado un centenar de veces diciendo que los había tomado desprevenidos.

Ahora eso era lo menos importante, el gran problema era que Jonh regresaba.

¡Maldita sea!, ¿por qué justo ahora decidía aparecer? Eso es lo que me pasa por desconectar mis dones tanto tiempo, si nunca los hubiera desconectado, esto no me habría tomado por sorpresa, porque habría sabido que Jonh fue convertido.

¡Pero no!, ¡debía de tener un momento de depresión! Ahora me arrepentía.

—¡Bella! —dijo mi papá tomándome de los hombros para detener mi caminata.

—¡Volvió papá!, ¡volvió! —grité alterada.

—Cariño, siéntate y tranquilízate —musitó con cautela.

Lo bueno de mi papá era que me conocía demasiado bien y sabía que si estaba alterada, que me gritaran sólo empeoraba las cosas.

Me guió hacia uno de los sofás al lado de Edward, que sonrió y cuando me senté a su lado deslizó su mano alrededor de mi cintura y comenzó a acariciar mi cabello.

—Todo estará bien —susurró suavemente.

Suspiré, inhalé y exhalé varias veces.

—Ahora princesita, dime qué viste en la visión —dijo mi papá con voz dulce, frente a mí.

Me tensé inmediatamente y Edward apretó su agarre.

—Tranquila, necesitamos que te tranquilices —susurró en mi oído.

Me costó varios minutos pero logré tranquilizarme, le sonreí a Edward, agradeciéndole silenciosamente.

—Primero vi a un hombre corriendo —susurré—. Fue algo muy extraño —fruncí el ceño al pensar en eso—, él corría por el bosque, pero repentinamente se detuvo y se volvió sonriendo, parecía saber que lo veía, su sonrisa era algo así como… macabra, después siguió su camino.

Todos fruncieron el ceño al escuchar mis palabras, mi papá parecía enojado.

—¿Bella? —Me llamó Emmett.

Lo miré curiosa.

—¿Quién es Jonh? —preguntó con el ceño fruncido.

Edward me miró fijamente, expectante y a la espera de mi respuesta.

Me removí incómoda y aparté la mirada.

—Umm… pues… Jonh… él es… —balbuceé incoherentemente.

—Su ex novio —dijo mi papá.

Lo fulminé con la mirada y me miró extrañado, no entendía por qué no podía decirles.

Me volví hacia Edward con cuidado, me apretó más contra su pecho, su mirada se endureció y comenzó a respirar agitadamente.

¡Diablos!

—¿Por qué está aquí? —preguntó, sus manos cerradas en puños.

Tragué saliva.

Me incorporé y me situé frente a todos, que estaban sentados en los sillones con expresiones de confusión.

—¿Qué es lo que busca? —preguntó ahora mi papá enojado.

Él ya imaginaba qué era lo que Jonh buscaba, pero quería que se lo confirmara, bajé la mirada.

—A mí —susurré, mi voz casi inaudible, casi.

Un repentino estruendo me hizo saltar y levantar la vista.

La mesa de centro que estaba frente a los sillones de la sala estaba rota por la mitad y Edward parado frente a ella con expresión furiosa.

—¿Edward? —pregunté asustada.

Me miró y su expresión se suavizó, después vio las expresiones de su familia, igual de asustados que yo, a excepción de mi papá que parecía estar a punto de hacer lo mismo que Edward.

—Lo siento —masculló y salió rápidamente por la puerta principal.

Todos se quedaron mirando fijamente la puerta por la que había salido Edward, extrañados por su reacción, a excepción de Alice que sonreía.

Miré a Alice, ¿sabía algo que yo no?

Cuando notó mi mirada sobre ella rápidamente cambió su expresión.

Fruncí el ceño, esto era muy raro.

—Creo que iré a ver qué le pasa —mascullé antes de salir.

Me interné en el corazón del bosque y la oscuridad de la noche me envolvió. Seguí la esencia de Edward.

Lo encontré en el prado. En donde habíamos estado juntos viendo el ocaso, el gorgoteo del río emanaba tranquilidad. Edward parecía triste y casi torturado. Me destrozó verlo así.

Me acerqué y me senté a su lado. Con cuidado me incliné y deposité un pequeño beso en su mejilla, lo que sea que lo perturbara, quería que supiera que podía contar conmigo.

Su expresión se suavizó, me tomó entre sus brazos sentándome en su regazo y abrazándome casi con urgencia. Descansé mi mejilla en su hombro y suspiré, mientras él continuaba abrazándome y dibujando figuras desiguales con sus dedos en mi espalda.

—¿Te vas a ir con él verdad? —preguntó después de unos minutos de silencio.

Fruncí el ceño, confundida.

—¿Qué?

—Con él, con tu ex novio, te vas a ir, ¿verdad? —preguntó triste.

Cuando comprendí la razón de su tristeza sonreí y me lancé a sus brazos provocando que cayéramos acostados en el pasto.

—No me voy a ir con él. —Le prometí.

Sonrió y su rostro se iluminó.

—¿De verdad? —preguntó esperanzado.

—De verdad, ustedes son mi familia, jamás abandonaría a mi familia.

Frunció el ceño.

—¿Pasa algo malo? —pregunté preocupada.

Inspiró una gran bocanada de aire y me miró fijamente a los ojos con determinación.

—Sí. Bella yo…

—¡Edward!, ¿por qué te fuiste de ese modo?, ¿estás bien? —preguntó Esme corriendo hacia Edward.

Los Cullen venían detrás de ella, Alice tenía una expresión de decepción en su rostro, miró a Edward por unos momentos, parecía culpable.

Edward suspiró y le asintió.

Después ambos se percataron de mi mirada y la apartaron rápidamente, simulando normalidad.

—Estoy bien mamá —contestó Edward.

Forzó una sonrisa y Esme pareció creerle.

Un dolor punzante me tomó desprevenida, solté un grito.

Una visión.

Jonh llegó a Forks. Sonrió complacido al ver que lo estábamos esperando. Estábamos en un lugar abierto en medio del bosque, había sol, demasiado sol y todos brillábamos como diamantes recién pulidos…

Jadeé y volví a la realidad.

Frente a mí todos los Cullen me miraban preocupados. Mi papá me ayudó a levantarme del suelo, ¿por qué estaba en el suelo?

—¿Estás bien? —preguntó.

—Sí, ¿por qué no lo estaría? —pregunté confundida.

—Gritaste, parecía que alguien te estaba torturando y después te desmayaste, estuviste alrededor de cinco minutos inconsciente —explicó.

Eso sólo se podía significar algo… habrá problemas.

—Tuve una visión, de Jonh —susurré—, jamás me había pasado esto con una visión —dije, fingiendo no saber porqué—. Jonh llega mañana por la mañana, habrá sol y estará en una especie de prado en medio del bosque, voy a estar ahí esperándolo.

Mi papá suspiró audiblemente.

—Te acompaño.

—Voy con ustedes —dijo Edward rápidamente.

—Creo que iremos todos —concluyó Esme.

Las horas pasaron con extrema rapidez, ¿qué era lo que pasaba con el tiempo?, ¿por qué siempre que quieres que tarde es cuando más rápido pasa? Bufé disgustada.

Todos los Cullen y yo estábamos caminando de un lado a otro por la casa, intentábamos distraernos pero nos era imposible. Mi papá parecía que iba a dejar un hoyo en el suelo si no dejaba de caminar en círculos y yo no podía dejar de moverme.

Finalmente la hora llegó.

Todos nos dirigimos al lugar que había visto en la visión, Jonh no debía tardar en llegar, intenté buscar en su futuro, pero me era imposible, cambiaba de opinión con tal rapidez que sólo veía borrones, parecía que sabía cómo bloquearme y había practicado mucho, sólo una rapidez extrema para cambiar de opiniones podía bloquearme.

Me dolió la cabeza de tanto intentarlo así que me rendí.

Pero activé todos y cada uno de mis dones, los físicos y mentales, por si algo malo sucedía. Los pensamientos y sentimientos de todos me llegaron como baldes de agua.

Si se atreve a acercarse a mi princesita yo mismo lo mataré, pensó mi papá enojado.

—No hagas ninguna tontería. —Le regañé.

Me miró sorprendido y después sonrió.

—¿También lees mentes? —preguntó Emmett.

Asentí y bufó.

—¡Vaya! Menos privacidad todavía —exclamó dramáticamente levantando las manos al cielo.

Sonreí negando con la cabeza.

—¿Alguna vez me vas a enseñar tus poderes? —preguntó como un niño pequeño.

—Sí, lo prometo —dije.

—¡Yupi! —dijo emocionado.

Era raro ver a un grandulón como Emmett, saltando emocionado por una pequeñez como esa.

Escuchamos ruidos, alguien se acercaba, reconocí la esencia inmediatamente, no había cambiado demasiado.

De entre los arboles apareció Jonh.

Era tal vez unos tres años más grande que cuando lo conocí, calculé que tenía alrededor de veintiún años. Su cabello seguía siendo de un impresionante e intenso negro, que resaltaba su pálida piel y ojos borgoña. Su mirada se posó en mí y una sonrisa se extendió en su rostro.

—Tanto tiempo sin vernos, cariño —dijo con jovialidad y total naturalidad.

Se acercó más a nosotros, sólo estábamos separados por unos tres metros de distancia, la familia gruñó en advertencia, él lo ignoró y permaneció con su sonrisa inmutable, su piel centellando.

Y lo siguiente no lo preví.

Se acercó rápidamente a mi lado y me besó... los gruñidos aumentaron...
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Nos encontrábamos en la amplia sala de la casa de los Cullen, todos permanecían sentados mirándome con expresiones de curiosidad y expectación. Caminé por toda la habitación con aire incómodo, no sabía cómo iban tomar la historia y el pensar en sus posibles reacciones sólo conseguía ponerme más nerviosa.

Con un suspiro de resignación me planté frente a ellos.

—Pregunten —murmuré, antes de arrepentirme.

Las voces de todos los Cullen inundaron la habitación. Con diferentes preguntas referentes a mi vida humana, mis poderes, quién era, qué cosas tan magnificas podía hacer, entre otras. Con un movimiento de mano los congelé, impidiéndoles hablar, tomé mi cabeza entre mis manos y solté un gemido de dolor. No era una buena combinación que hablaran, pensaran y sintieran al mismo tiempo.

Me volví hacia ellos, mirándolos fijamente.

—Una pregunta a la vez —dije con voz autoritaria.

Me devolvieron la mirada, demostrándome que lo harían. Los descongelé y una vez más el alboroto surgió a mi alrededor. Los fulminé con la mirada y se silenciaron de inmediato.

Emmett levantó la mano, pidiendo permiso para hablar. Hice un esfuerzo por no reír.

—Dime, Emmett.

—¿Cómo haces eso?, ¡congelarnos!, ¡es fabuloso!, ¡y nos transportaste al pasado, te transformaste en unas cuantas horas!, ¿cómo hiciste eso?, ¡fue genial!, ¿tienes más poderes?, ¿son demasiados?, ¿quién eres?, ¿cómo puedes hacer todo eso?, ¿es posible lanzar fuego por los ojos? Ya sabes, como en las películas. ¿Me enseñarías a hacerlo?, ¡eso sería lo mejor…!

Me perdí a la mitad de su monólogo y sólo me dediqué a mirarlo con el ceño fruncido, esperando que alguien dijera algo coherente.

Después de un minuto Rosalie silenció a Emmett y Jasper tomó la palabra.

—¿Cómo es que te transformaste en diecinueve horas? —preguntó.

¡Al fin alguien sensato!

Sonreí.

—Bueno… se podría decir que no soy lo que ustedes llaman un vampiro normal —susurré.

Todos me estudiaron con la mirada.

—¿Por eso eres tan… perfecta? —preguntó Alice.

Sonreí cariñosamente hacia ella.

Asentí.

—Por eso mi aspecto físico —dije dándole la razón.

—Entonces, eres perfecta en todos los sentidos y tienes poderes impresionantes, ¿por qué?, ¿quién eres en realidad? —preguntó Jasper, serio.

Solté un suspiro ruidoso.

—Un vampiro especial existirá, indestructible y perfecto será —recité—. Lazos afectivos evitará o el sufrimiento su pago será. Justicia y bienestar para los suyos buscará, aunque a sí mismo se deba sacrificar, por los suyos siempre luchará. Una guerra se desatará y el bien prevalecerá…

—…aunque un pago alto tendrá que dar y sólo el amor lo regresará a la realidad. —Terminó de recitar mi papá con voz sombría.

Todos me miraron fijamente, sin entender lo que esa vieja leyenda tenía que ver con nuestra conversación, casi pude escuchar los engranes de su mente trabajando por una respuesta lógica.

Cuando comprendieron levantaron sus miradas hacia mí con expresiones incrédulas.

Asentí.

—Soy yo.

—Eres nuestra reina —dijeron a coro en medio de un jadeo.

Hice una mueca de desagrado.

—¿Podrían evitar llamarme de ese modo?

Todos asintieron frenéticamente sin apartar la mirada de mí. Aunque con una expresión diferente, casi con admiración.

Me balanceé sobre mis pies incómoda.—Te dije que era una mala idea. —Le reproché a mi papá.

Él sonrió, se acercó a mí y se volvió hacia el resto de los Cullen, que me seguían mirando.

—Familia —dijo mi padre, riendo ligeramente, lo fulminé con la mirada—, creo que deberían de dejar de ver a mi hija de ese modo, la incomodan.

Inmediatamente apartaron la mirada, al escuchar que me incomodaban.

Sabía que era mala idea, ahora me trataban como algún tipo de dios o algo parecido, era patético, ¡sólo era yo! La misma que conocieron hace tres días.

—Sabía que era una mala idea, papá. —Lloriqueé, cual niña de ocho años.

Mi papá sólo se comenzó a reír. Claro, a él le parecía graciosa la situación porque no era el que estaba sufriendo que lo trataran como alguna clase de rareza. Resoplé y salí de la casa de los Cullen.

Era una mala idea decírselos, lo sabía, ¡pero no!, ¡debía de hacerle caso a mi papá, esto era una completa porquería! No quería que me trataran como una diosa, sólo quería a mis hermanos, con sus raras personalidades, como los últimos días. Me senté en un tronco en medio del bosque frustrada, ahora debía encontrar la forma de que me volvieran a tratar como siempre.

Podía borrar las últimas horas de sus mentes, ¡pero no debía! Eso no se debía hacer y mucho menos con ellos que son mi familia. O podría convencerlos de que seguía siendo la misma de siempre, pero convencerlos me llevaría mucho tiempo, ¿quién me mandaba a revelar mi secreto?, ¡oh, sí! Mi papá.

Aunque era lo menos que podía hacer por él después de no haberle confesado mi más grande secreto, ¡pero no me podía culpar! Temía que actuara igual que los Cullen actuaron al saberlo, pero debo aceptarlo, esa es una excusa patética, debí haber confiado en él. Si yo hubiera estado en su lugar habría pedido lo mismo, sólo un poco de confianza.

Me sentí muy mal al darme cuenta de lo mala hija que había sido en todos estos años, cuando él sólo se preocupó y me cuidó.

Unos pasos me distrajeron, no me volví, sabía quién era, seguí mirando el amanecer.

—Lo siento —susurré.

En silencio se sentó a mi lado, podía sentir su mirada en mi rostro. Permanecí con los ojos fijos en el espectáculo de colores que se desarrollaba en el cielo.

—¿Qué es lo que sientes? —preguntó confundido.

—Sólo… debí habértelo dicho, eras, eres y siempre serás mi papá. —Suspiré pesadamente—. Debí confiar en ti, pero no lo hice y lo lamento, de verdad lo lamento y mucho.

Me tomó entre sus brazos y me sentó en su regazo meciéndome como a una pequeña niña con pesadillas.

La culpa. La culpa me carcomía y me ahogaba a tal punto que sólo pude llorar. Llorar agradeciendo la bondad que poseía mi padre, esperando que me perdonara, recordando todo ese tiempo que invirtió en mí y desaproveché.

La pequeña niña de papá pinta el mundo con su varita mágica.

Comenzó a cantar mi papá en mi oído.

La pequeña niña de papá respira una nueva vida en la mañana, para mí.
A pesar de estar separados sus pensamientos me siguen.
Cuando llego a casa, Bella sonríe con el amanecer.


Su mirada se perdió recordando mi imagen de apenas hace unos segundos, sentada, con la mirada perdida en los colores que se dibujaban al alba.

Bella sonríe, y ella irradia brillo alrededor de su aureola.
En un día de verano, Bella sonríe.
En un nuevo día, Bella sonríe.
La pequeña niña de papá ata un listón alrededor de mi corazón.


Me abrazó con fuerza acercándome más a él para fortalecer sus anteriores palabras, mirándome fijamente a los ojos.

A pesar de estar separados, ella es una parte de mí.
Esa parte la cantó con especial énfasis e intensidad en la voz.
Bella sonríe con el amanecer.
Bella sonríe, y ella irradia brillo alrededor de su aureola.
En un día de verano, Bella sonríe.
Un nuevo día, Bella sonríe.

Cuando llego a casa, Bella sonríe con el amanecer.
Bella sonríe, y ella irradia brillo alrededor de su aureola.
En un día de verano, Bella sonríe.
En un nuevo día, Bella sonríe.
Cuando los días se ponen grises.
Nada está mal cuando Bella sonríe.

Me abracé a él con fuerza acurrucándome entre sus brazos, mientras me seguía meciendo.

—Siempre vas a ser mi pequeña niña, mi princesita —susurró, despacio—. No importa lo que pase, te voy a proteger de todo mi pequeña, lo sabes, ¿cierto?

Asentí, con los ojos anegados de lágrimas.

—No llores mi pequeño angelito, todo saldrá bien —musitó, besando mi frente—, te quiero princesita y eso nada ni nadie lo cambiará.

—Yo también te quiero papi, mucho, mucho, mucho… —dije entre sollozos.

Con una sonrisa, se dedicó a mecerme entre sus brazos mientras veíamos el atardecer.

En ese momento me olvidé de todo. De los Vulturi, de la guerra que pronto se desencadenaría y de las responsabilidades que debía afrontar como reina.

En ese momento, sólo era una adolescente que observaba el atardecer entre los brazos de su padre, con sueños, ilusiones y esperanzas. Pero lamentablemente, no podía durar para siempre.

Un escalofrío me recorrió.

Una visión.

Siempre que algo malo iba a pasar un escalofrío me recorría y después una visión venía.

De entre la espesura del bosque la figura de un hombre vampiro, corriendo entre los árboles, me nubló la vista, de repente se detuvo y se volvió como si supiera que lo estoy viendo, esbozó una sonrisa y siguió con su recorrido.

Me estremecí de pies a cabeza, tensándome.

Mi papá lo sintió y me separó un poco para ver mi rostro. Debía tener una expresión horrible, porque se alarmó.

—¿Qué pasa princesita? —preguntó preocupado.

Jadeé, me faltaba aire.

¿Cómo podía llegar a pasar eso? Era… imposible. No podía ser, debía estar equivocada.

—Jonh… Jonhatan Geist… regresó.

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Alessa Masllentyle

Hola, soy Alessa. Escritora, lectora ávida y por mucho que intente no serlo: soñadora. Entre mis pasatiempos se encuentran los k-dramas, la lectura Young-Adult, escuchar música y escribir un poquito de todo.

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